Las comparaciones entre la Euroliga y la novedosa Superliga Europea han sido constantes desde que se creó la segunda hace ya más de una semana. La idea de que una reúna a la élite del baloncesto del viejo continente parece similar a la del fútbol, aunque hay algunas diferencias notorias entre ambas. La principal es la relevancia que tiene una y que tendría la otra, unas cifras que son impensables para la competición de la pelota naranja.
Eso sí, las dos nacieron como una necesidad de cambio y con el objetivo de potenciar sus respectivos deportes ante una situación de crisis tanto económica como de interés. La Euroliga ha demostrado con el paso de los años, más de 20 ya, que ha podido convivir con el resto de competiciones, a pesar de los problemas con las selecciones nacionales. Además, su evolución ha provocado que su segunda competición, la Eurocup, vea cómo su nivel aumenta.
La Euroliga ya está más que asentada en Europa, mientras que la Superliga está siendo repudiada por su carácter competitivo. El hecho de que la meritocracia se reduzca a unos pocos para entrar a formar parte de esta élite es el principal argumento de los 'Superligafobos'. En la competición de baloncesto, esta barrera se ha ido superando con un planteamiento similar al que había previsto el proyecto del mundo del fútbol. De hecho, equipos como ASVEL o Bayern se han ido incorporando a los clubes fijos.
Pero, mientras la opinión pública sigue debatiendo si las necesidades de este deporte sostienen la creación de esta Superliga, la Euroliga ha reforzado su posición. No pasaba por un gran momento la máxima competición baloncestística continental después de la pandemia, pero ha llegado a unos acuerdos con los clubes para mantener su estatus intacto. Eso sí, no ha sido gratis: la dirección de este ente ha decidido ceder parte de su poder en las entidades permanentes.
Más fuerza
Este lunes los 11 equipos con licencia A (Real Madrid, Barcelona, TD Systems Baskonia, Panathinaikos, Olympiakos, Fenerbahçe, Anadolu Efes, CSKA Moscú, Maccabi Tel Aviv, Zalgiris Kaunas y Olimpia Milano) se han reunido con Euroliga y han recibido el compromiso de la institución de que tendrán más peso en las decisiones económicas. Estas entidades podrán interceder en las negociaciones de contratos televisivos y en el reparto de los premios por competir.
De la misma manera, los que serían el equivalente a los 'clubes fundadores' de la Superliga de fútbol, pero de esta competición, formarán parte del proceso de recuperación que comenzó este ente prácticamente desde que comenzó la pandemia. El baloncesto sufrió igual que todos los deportes la llegada de la Covid-19, pero en concreto el torneo de mayor valor en el viejo continente lo sufrió de una forma especial por la decisión que tomó.
Las constantes amenazas de algunos clubes, que también se encuentran dentro de este selecto grupo, de la necesidad de modificar la competición o de abandonarla para poner rumbo a la Champions League de FIBA habían puesto en riesgo el sistema imperante. Sobre todo, Panathinaikos era el club que más rebelde se había mostrado con la dirección de esta institución. Parece que los nuevos poderes han apaciguado estas intenciones de abandonar este barco.
La crisis
Jordi Bertomeu, presidente de la Euroliga, decidió la temporada pasada cancelar la competición, con todo lo que conllevaba, provocando una reducción de un 14% de los ingresos que se tradujo en cinco millones menos. Una decisión que provocó mucha controversia, ya que la Liga Endesa había acometido un final en la famosa burbuja de Valencia que convenció hasta a la propia NBA. La máxima competición europea no esperó tanto como estas dos instituciones y dejó vacante el trono durante un año.
Esto había provocado que Maccabi Tel Aviv, Olympiacos, el ya mencionado Panathinaikos, CSKA Moscú, Zalgiris, Armani Milán y Anadolu Efes bloqueasen la renovación del presidente de este organismo, quejándose, sobre todo, del reparto económico. Evidentemente, todas estas entidades han quedado tocadas por el impacto de la pandemia, aunque todo no fue más que un agravante de una situación que ya se había tensado en los últimos años.
La Euroliga ya introdujo variaciones en el reparto de beneficios a principios de temporada para paliar estas quejas, pero con el movimiento de este lunes, las aguas vuelven a calmarse en la máxima competición europea de baloncesto. Mientras el proyecto de la Superliga solo ha recibido negativas, el deporte de la pelota naranja sigue transformándose y asegurando el futuro de un torneo que ha demostrado la viabilidad de la concentración del talento.
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