Los aficionados al baloncesto español están viviendo estos últimos días de forma muy especial. Y es que los más afortunados han podido regresar a los pabellones más de un año después. Sin embargo, esa situación se viene dando desde hace semanas en la NBA, donde los aficionados han regresado en masa a los campos de baloncesto tras meses muy extraños marcados por la pandemia de la Covid-19. Un retorno masivo que, pese a la celebración para jugadores y franquicias, también ha tenido aspectos negativos.
Bien por crispación o por casualidad, la última semana de la NBA no ha podido ser más negativa en cuanto a comportamiento se refiere. La competición ha detectado diferentes incidentes en las gradas y, por ello, ya se ha trasladado a las franquicias la necesidad de reforzar el código de conducta de todos los seguidores que acudan a los pabellones. Según The Athletic, la organización ha pedido a las directivas que aumenten el control de seguridad, que repitan constantemente el código de conducta por megafonía y que, de cara a evitar nuevos altercados, busquen vías legales para que los peores comportamientos no queden impunes.
La petición de la NBA no es casual, sino una reacción a los datos cosechados en la última semana. Si en febrero se contabilizaron incidentes como el de la expulsión de cuatro aficionados que discutieron con LeBron, en este mes de junio y finales de mayo se han sucedido muchos más en un escaso periodo de tiempo. En la última semana, un hincha de los Celtics intentó agredir con una botella a Irving, otro escupió a Trae Young, tres aficionados insultaron a la pareja de Morant y hasta Westbrook vio como otro fan le lanzaba un cubo de palomitas mientras salía del parqué.
Los antecedentes
No es la primera vez que ocurren hechos similares en la NBA. Y ya en su día se trabajó desde la organización para evitar que se produjeran incidentes de cualquier tipo con los aficionados. Muchos de ellos, cabe destacar, sentados a pie de pista y estando a apenas unos centímetros de las estrellas de la competición.
Todavía con David Stern en la cúpula de la NBA, por ejemplo, se estableció que todo aquel que saltara al parqué del pabellón pudiera ser detenido y multado. Se conoció por la Ley Calvin Klein, pues el diseñador se atrevió a hacerlo en su día. Sin embargo, en ocasiones donde los infractores han sido niños se acabó haciendo la vista gorda. También se han vivido situaciones de otro tipo: en 2016 un aficionado fue expulsado durante un año por usar un láser, en 2019 otro fue expulsado de por vida por discutir con el propietario de los Knicks y grabarlo en busca de un beneficio económico. Y en ese mismo año, otro recibió el mismo castigo por insultos racistas a Westbrook.
Otra de las medidas de mayor impacto impulsadas por Stern fue reducir el consumo de alcohol en los recintos deportivos de la NBA, evitando que más de un aficionado perdiera los papeles y confundiera la grada del campo con una sala de fiestas. A partir del tercer cuarto no se podrían comprar bebidas alcohólicas en el interior, lo que supuso todo un cambio para los aficionados de la competición.
Ahora, y tras meses de tensión en la liga con constantes reivindicaciones como la del BLM, la crispación ha vuelto a ganar terreno en la grada. Y la NBA, después de meses a puerta cerrada, no quiere que el grupo más pequeño acabe manchando la mejor versión del baloncesto mundial.
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