Aunque a veces no lo parezca, los gigantes también son humanos. Que se lo digan al estadounidense Othello Hunter (Winston-Salem, Carolina del Norte, 1986). Por fuera, impone y mucho con su pelo afro, una planta enorme y la musculatura bien cuidada que luce: un interior yankee de los de toda la vida, un auténtico 'cazador' en la zona. Sin embargo, en el fondo es todo corazón. Ríe y se muestra muy agradable durante todo su encuentro con EL ESPAÑOL en Valdebebas. Después de un largo entrenamiento, juega un uno contra uno periodístico antes de que su Real Madrid se mida al Barça en el segundo Clásico de la temporada (este domingo a las 18:30, #0). Hunter lo afronta como si estuviera en la pista: contundente, sin esquivar ningún duelo y siempre competitivo.
La espera ha sido larga, pero finalmente está en el Madrid. ¡Prometió buenos partidos y mates increíbles y aquí están!
Sí, la temporada ha empezado como planeábamos. Había que adaptarse a los nuevos jugadores, como yo, pero ahora estamos intentando encontrar nuestro camino para ser un equipo completo.
¿Para usted fue difícil esperar casi todo el verano hasta que se oficializó su fichaje?
No, sabía que iba a estar aquí esta temporada, aunque costase hacerlo oficial porque había un montón de flecos que cerrar antes de poder concretarlo del todo. Ha sido una buena decisión llegar al Madrid y, por tanto, un buen verano (risas).
Compartir pista y vestuario con jugadores de tanta calidad debe haberle puesto fácil la adaptación, ¿no?
Sí, definitivamente estos chicos saben cómo jugar y hacer las cosas bien. Todo el mundo sabe quién se va a jugar los tiros, los minutos que vamos a tener cada uno… Es genial.
¿Este es el mejor juego interior del que ha formado parte?
Eso pienso yo, a las pruebas me remito (risas). Ninguno nos venimos abajo, nos divertimos en la cancha y buscamos competir al más alto nivel. Y todo eso está muy bien. Vamos, yo le doy importancia (risas).
Su pareja con Randolph en la zona es genial. ¿Cómo es su relación tanto dentro como fuera de la cancha?
Creo que es buena. En la pista somos realmente competitivos. Hacemos concursos de triples entre nosotros prácticamente todos los días, para demostrarme que yo también puedo tirar de fuera. En lo personal también nos llevamos bien y solemos pasar ratos juntos.
Supongo que jugar con bases como Sergio Llull y Luka Doncic debe ser un placer para hombres altos como usted.
Sí, estos dos saben anotar. Sergi es capaz de hacerse con el control de un partido y saber lo que va a pasar en cada momento, es un gran jugador. Él y Doncic saben pasar y anotar. Además, como los defensores se centran en ellos, eso les permite generar tiros abiertos para mí.
¿Qué piensa cuando ve a Llull en trance, anotando una y otra vez sin parar?
'Wow'. Eso es todo (risas).
En el caso de Doncic, no parece que tenga 17 años. ¿Cuál fue su impresión cuando le vio por primera vez?
Lo primero que dije fue '¿Cuántos años decís que tiene este chaval?'. Tiene buen físico y si sigue trabajando será aún mejor.
“Jugar con estos chicos significa ganar”
¿Tiene la sensación de que este Madrid es el mejor equipo en el que ha jugado durante su carrera?
Siempre tengo esa sensación. Allí donde voy intento sentir que estoy en el mejor sitio posible: jugadores que buscan las mismas metas que yo, que trabajan para ser mejores que los otros equipos… Creo que nosotros tenemos un gran equipo ahora mismo. Aún hay que hacer algunos ajustes en defensa, a veces tenemos que ser más conscientes de ese aspecto. Pero siento que estoy en un gran equipo, claro.
Desde fuera, parece que tienen una gran confianza en sus posibilidades. Incluso perdiendo en algunos momentos, finalmente este Madrid se recupera y gana casi siempre. ¿Ustedes también perciben ese buen feeling dentro de la cancha?
Sí, sin duda. Jugar con estos chicos significa ganar. Nunca puedes saber realmente lo bueno que eres, pero todo se reduce al trabajo. Si estás en el camino para hacerlo bien, lo harás bien.
Puede que la gente piense que meter 90 puntos por partido es fácil con un equipo así. ¿Por qué no lo es?
No es fácil, no, pero meter 90 puntos por partido es una simple estadística. No es algo realmente valioso. Estamos consiguiendo todos esos buenos números ofensivos porque planteamos una buena defensa. Si defiendes bien, el jugador contrario, por muy buena ejecución que tenga, acabará fallando tiros. Y, además, con una buena defensa podemos correr.
Hablando de la defensa, el equipo ha sufrido en esa parcela últimamente, como comentaba antes. ¿Qué les dice Pablo Laso?
Nada muy profundo, simplemente que defendamos. Dice que a veces es un poco sonrojante que anotemos tanto y que no defendamos. En el último partido (contra el Galatasaray), no empezamos bien atrás. Que subiésemos la intensidad defensiva hizo entretenido el encuentro.
El domingo juegan contra el Barça. ¿Qué ha oído de la rivalidad que hay entre ustedes y ellos?
Sé que es muy importante y que en cualquier partido contra ellos queremos ganar. Son encuentros muy igualados. Nos ganaron en la Supercopa, y eso está bien, porque no tenemos sentimiento de venganza, pero es como que necesitamos desquitarnos de aquello.
¿Cree que esta rivalidad es mayor que la que existe entre Olympiacos y Panathinaikos en Grecia?
No, esa es mucho más brutal (risas). Pero es divertido. En la pista odias a todo el mundo y fuera les tienes un gran respeto. Aun así, dentro de la cancha todo eso se olvida (risas).
La pintura va a ser muy importante en este Clásico. El Barça sólo tiene a Tomic y Dorsey como hombres fuertes por dentro. ¿Es una oportunidad para que usted y el resto de interiores del Madrid marquen las diferencias?
Sí. Tienen dos jugadores grandes muy sólidos: uno que rebotea muy bien y otro que pasa como ningún otro hombre alto puede hacerlo. Con inteligencia, y a pesar de su físico, creo que podremos acabar con ellos.
¿Y qué me dice de Rice? Ha empezado el curso a lo grande.
Ese tío es rápido (risas). Es muy bueno, pero tenemos que encontrar la manera de contenerle y de limitar sus puntos, pases… Todo lo que hace, realmente.
“Antes no me importaba el baloncesto”
Fuera de las canchas, ¿cómo es su nueva vida en España?
Está bien, me encanta. Intento aprender español y entenderlo. Lo hablo fatal. Puedo decir 'buenos días', 'buenas tardes', 'buenas noches'… Un poquito. Oiga, no quiero que ponga a prueba mi español ahora. Tengo que seguir en ello (risas).
¿Es una vida muy diferente a la que tuvo cuando jugó en Valladolid (primera mitad de la temporada 2012-2013)?
Fuera del baloncesto puede ser la misma, pero en lo que respecta al baloncesto es totalmente diferente. Recuerdo que el entrenador y el resto del staff del equipo eran muy buena gente. Teníamos una buena relación. Apenas teníamos opciones de competir, pero jugábamos duro. Lo dejábamos todo en la pista y el resto de chicos no se rendían. Eso fue lo mejor de aquella etapa.
Vayamos al principio de todo. A usted no le gustaba el baloncesto cuando era joven, ¿no?
No, no me importaba el baloncesto. Jugué a fútbol americano en mi adolescencia. Entonces, quise comprarme unos zapatos y mis padres me dijeron que no me los iban a comprar, así que decidí buscar un trabajo para poder pagármelos yo. Trabajé en una tienda de comestibles durante una temporada. También estudié música siete años. Como mis amigos jugaban a baloncesto, me decían que me uniese a su equipo. El entrenador habló conmigo y me dijo que probase. No quería jugar a baloncesto, pero finalmente es lo que hice.
No le fue muy bien en la NBA con los Atlanta Hawks. ¿Aquello fue una gran decepción?
Sí. Fue como un sueño hecho realidad, pero hubiese sido mejor que fuese más dulce. Mucha gente quiere llegar a la NBA, pero la oportunidad de tener minutos no estaba allí para mí. Me puse las pilas. Decidí rellenar el vacío de no estar en esa liga con más trabajo. Quizá recobre la oportunidad en el futuro, pero ahora estoy bien como estoy.
¿Su buen partido contra los Oklahoma City Thunder en octubre (19 puntos) fue una manera de decir: 'Eh, puedo jugar con los mejores del mundo'?
A mí no me importa quién tengo delante. Soy competitivo con cualquiera. Lo afronté con la mentalidad de 'acaba de empezar la temporada, vamos a jugar y a demostrarles lo que valemos'.
También ha competido en Italia, China, Ucrania… ¡Menudo trotamundos está hecho!
Sí, he estado en un montón de sitios. No me gustó mucho el tiempo de Ucrania, pero en términos baloncestísticos todo estuvo bien. Me encanta China, por ejemplo. Fueron grandes lugares en los que jugar.
Pero la etapa en Grecia con el Olympiacos fue la más especial de su carrera hasta ahora, ¿no?
Sí, porque allí gané mi primer campeonato. Mis dos primeros, porque ganamos dos seguidos (2015 y 2016). Fue algo enorme para el equipo y para mí, porque siempre había querido lograrlo. Ganar finalmente una liga fue algo especial.
¿No cree que la mejor oportunidad para ganar la Euroliga que no pudo conseguir allí la tiene ahora con el Madrid?
Sí, pienso que podemos ganarla. Pero no quiero decir que podemos ganarla y que luego no juguemos como hay que hacerlo para conseguirlo. Puedes decir que quieres la Euroliga, pero si no juegas como dices y no trabajas para ello, sobre todo con una buena defensa, no la ganas.
Una cosa que quizá no sepa mucha gente es que usted y su mujer donaron 22.000 botellas de agua a los refugiados en Grecia. ¿Para ser un buen jugador de baloncesto es necesario ser también una buena persona?
No necesariamente. Puedes ser un gran jugador de baloncesto, muy talentoso y trabajador, y preocuparte sólo de ti mismo. El odio domina este mundo en nuestros días y decidimos que había que hacer algo. No para obtener reconocimiento, sino porque sentimos que teníamos que hacerlo. Todavía queda algo de bondad entre las personas. Hay un montón de cosas por hacer en el mundo y nadie las hace. Siento que todos tienen suficiente dinero, pero no quieren usarlo para ayudar al de al lado. Lo que queríamos demostrar a otra gente con la donación es que nos importa lo que pasa a nuestro alrededor, que estamos de parte de los refugiados y vamos a ayudarles.
Si no se hubiese dedicado al baloncesto, ¿cuál habría sido su profesión?
Siendo honesto, creo que habría terminado tocando la viola. Lo hice durante siete años y creo que habría dedicado mi vida a algo relacionado con la música.