Hay una norma no escrita en cualquier modalidad deportiva que dice que el equipo pequeño siempre, o casi, da lo mejor de sí mismo contra el grande de turno. Esa rebeldía de evitar lo típico, que el pez mayor se coma al menor, es demasiado sugerente como para no ser asumida. Y en Burgos necesitaban correr ese riesgo, más en casa. Todavía sin victorias en su casillero, el colista jugó su mejor partido del curso ante un rival de solera como el Real Madrid. Al fin, se aterrizó en la ACB, con un desempeño para quitarse el sombrero… aun saldado con derrota [Narración y estadísticas: 95-100].
Fue precisamente un futuro jugador madridista, Sebas Saiz, el que puso la máxima burgalesa en el marcador al filo del último cuarto: nueve puntos. Su partido, al igual que el de todo su equipo, resultó una liberación. Es muy posible que el chaval se haya hartado de oír que está muy verde en este inicio de temporada, recién concluido su ciclo universitario en Estados Unidos. Tener enfrente al que será su equipo era una buena piedra de toque para comprobar si el interior tiene margen de mejora. Y sí, desde luego.
Saiz fue uno de los nombres propios de un banquillo local que llegó a avasallar al del Madrid. Schreiner, por recordar los enfrentamientos del curso pasado con el Andorra, también jugó con sus mejores galas. Entre los titulares, varios destacados: un Huskic que campó a sus anchas en la zona por momentos, un Gailius polivalente y, sobre todo, un Deon Thompson imperial en el tercer cuarto.
Sus minutos más sobresalientes también fueron los del Burgos. Y, por ende, los de Facundo Campazzo. El duelo de pistoleros fue de aúpa nada más volver del descanso: ni Thompson ni el argentino estaban dispuestos a fallar. El liderazgo de 'Facu' fue la salvación de un Madrid al que, lógico, le pesaron las piernas en muchas fases del duelo. Con el tute acumulado de toda la semana (cuatro partidos en siete días), en algún momento tenía que llegar la extenuación.
Pero a Doncic no le iba a afectar el cansancio. No, de ninguna manera. Por mucho masaje o tobillo maltrecho que se interpusiese en su camino, el niño iba a ser determinante. Cuando llegó el acto final y el Burgos todavía seguía allí, metido en plena lucha por la victoria, el esloveno dijo que nanay. Y, junto a él, un Campazzo también hiperactivo en defensa, un Rudy Fernández que mejora a pasos agigantados (como Maciulis) y, sin duda, un Santi Yusta muy suelto.
Al Madrid no le pesó tirar de acné para ganar en el Coliseum. Y al ex del Obradoiro tampoco le pudo la responsabilidad en ningún momento: ni un fallo en el tiro. Con oportunidades, la soltura acaba llegando. A Yusta le sobró confianza a la hora de la verdad, cuando sus triples valieron medio triunfo.
Al igual que las penetraciones exitosas de Doncic o los robos cargados de pasión de Campazzo. Tal tridente juvenil (aunque 'Facu' ya tiene 26) hizo capitular a Burgos. Antes, Carroll y Reyes también tuvieron sus minutos de gloria para reivindicar como es debido la experiencia. Precisamente lo que le faltó al Burgos para rematar con la gloria un desempeño que bien pudo provocar la primera derrota blanca desde la ya lejana Supercopa.
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