Qué fácil es la vida cuando te llamas Luka Doncic. ¿Que en la primera parte va justito en anotación? Se pone a asistir y a rebotear. ¿Que se cansa del trabajo sucio y quiere acaparar los focos como sólo él sabe hacerlo? Pues empieza un show como el del tercer cuarto en Kaunas. Primero, antideportiva sacada a Ulanovas. Después, lluvia de puntos como si no hubiese un mañana para decir adiós al Zalgiris Kaunas y al partido. 48 horas después, en el Real Madrid sigue mandando el mismo. Y vayan acostumbrándose: el crío se juega hasta los triples sobre la bocina que ya no sirven de nada [Narración y estadísticas: 66-87].
14 de los 23 puntos que anotaron los visitantes justo después del descanso llevaron el sello del niño maravilla del baloncesto europeo, que acabó con 28. La pregunta que generan sus actuaciones día sí y día también siempre es la misma: ¿cómo es posible que este chaval sólo tenga 18 años? Pocos casos de DNI tan irrelevante como este habrá habido en el deporte de la canasta. La facilidad que tiene Doncic para hacer de todo en la cancha, y hacerlo bien, nunca dejará de impresionar a propios y extraños.
El jugador por el que suspira todo el planeta basket no fue el único argumento sólido de un Madrid que se niega a desprenderse de las buenas sensaciones una vez adquiridas. Pasan los partidos y este equipo sigue gustando y gustándose. Uno de los más beneficiados por esta dinámica tan positiva ha sido Gustavo Ayón. Llamado a multiplicarse dadas las bajas de Kuzmic y Randolph, el reto no le achanta: firmó otra actuación muy destacable en Lituania.
La aportación del mexicano fue estelar en algunos momentos. No hizo falta ni que fuese imprescindible, pero cada punto, rebote y asistencia de Ayón valió como el que más. La tierra de Arvydas Sabonis siempre fue un buen sitio para lucirse en la zona. Más allá de ella, otro jugador de peso fue Facundo Campazzo. Se crece partido a partido y hubo un momento, en el de este jueves, en el que se erigió en capitán general: tres triples tan sólo en el segundo cuarto y la nota alta asegurada en cualquier valoración que se precie.
Al argentino le apodan 'Chicho Terremoto' por algo: no para quieto ni un momento cuando está en pista. Cada vez se siente más importante, y eso también se nota en la dirección de juego. En cuanto surgía la ocasión, pase que te crió. Y bien que lo agradeció el Madrid. No tanto un Zalgiris demasiado focalizado en Pangos y el gigante Kavaliauskas.
Ambos llegaron a lograr que el conjunto local mandase en el electrónico, aunque la gloria les resultó muy efímera: los de blanco, como acostumbran en las últimas jornadas, rozaron la crueldad jugando con las ilusiones del rival. Ganaron al Barça el martes, pero la historia fue muy distinta con el Madrid delante.
Lo mejor es que la cosa no sólo va con Doncic, Ayón y Campazzo. La resurrección de Rudy Fernández empieza a dejar de ser anecdótica; Felipe Reyes sigue empeñado en ganarse minutos a pulso; a Jeff Taylor le queda de lujo el disfraz de tapado. Pablo Laso puede estar muy contento con cómo se ha solventado la primera semana horribilis de la temporada. Ya sólo queda Burgos en el horizonte y, francamente, el Madrid ha salido más que bien parado del envite.
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