“A ver con quién jugamos hoy”. Quizá esta preocupación exteriorizada en frase asolase a ciertos aficionados del Real Madrid de baloncesto antes del partido contra Unicaja de este domingo. Las bajas de Kuzmic y Randolph son un mazazo. Y se notarán antes o después. Al menos, eso dice la teoría. En la práctica, nadie se acordó ni del serbio ni del norteamericano merced a otro gran partido ante un rival de enjundia. La culpa la tuvieron un par de jugadores a quienes algunos también tenían, la verdad, bastante olvidados: Jaycee Carroll y Rudy Fernández [Narración y estadísticas: 99-85].
Boom Boom no entiende de crisis. Qué casualidad: es surgir el comentario de que tiene la pólvora mojada y esta se reactiva para volver a convertir a Carroll en toda una bomba de relojería en la cancha. Y, lo más importante, siempre a punto para explotar. El rubio de Laramie tuvo uno de esos días en los que su pericia anotadora resuelve partidos, con el aro casi incapaz de escupir los lanzamientos que le regalaba. Su aparición tanto en el primer como en el tercer cuarto fue el acicate que el Madrid necesitaba para, primero, empezar a enseñar los dientes y, después, cerrar el triunfo. Casi 30 puntos (29) a sus 34 tan bien llevados.
Rudy también tuvo mucho que ver en el 16-1 de parcial que lograron los blancos nada más volver del descanso. Parece otro desde su gran actuación del jueves. Ya no es tan protagonista como antaño, pero sus dos últimos partidos han abierto un resquicio a la esperanza de que vuelva a ser importante. Quizá ya no meta 20 puntos por encuentro, pero si consigue aunar las condiciones de revulsivo exterior, pasador más que útil y defensor siempre temible, Fernández puede dar muchas alegrías a este Madrid.
El que ya las da, sin mucho esfuerzo, es Luka Doncic. No hay ni un solo partido en el que no haga valoraciones estratosféricas gracias a la facilidad con la que juega al baloncesto. Qué mejor homenaje a Petrovic, con quien tanto se le compara, el día en el que habría cumplido 53 años. Cómo habría disfrutado el genio de Sibenik con el niño esloveno. Si a Drazen le tildaban de Mozart, Luka también tiene genios de sobra con los que equipararse. Es de esos superdotados únicos en su especie, que sólo viven y de los que sólo se puede disfrutar una vez. Y no sólo por 'caños' como el que le hizo a Carlos Suárez.
Ya empieza a quedar claro: este Madrid que de momento ya podía vivir sin Llull también puede hacerlo sin Kuzmic y Randolph. Hay otros motivos para pensarlo, más allá de los ya comentados. Por ejemplo, Campazzo gana un punto de comodidad en cada nuevo partido que juega. Además, Ayón y Felipe Reyes no le pierden la cara a nadie en la zona. Con tanto buen ejemplo junto, hasta los jóvenes Yusta y Radoncic se empaparon de las buenas sensaciones colectivas que reinaron desde el inicio.
Unicaja decepcionó, y mucho. Sólo su defensa en el segundo cuarto le permitió entrar en un encuentro en el que los malagueños nunca estuvieron cómodos. El Madrid empezó como un tiro en ataque y así siguió medio partido, sin que los hombres de Joan Plaza diesen una imagen digna del compromiso que afrontaban. Se movieron por rachas (McCallum, Díez, Shermadini, Suárez, Nedovic), sin ninguna consistencia. En cuanto los locales quisieron, ya no hubo rival.
Carroll y Rudy cogieron el fusil, el Madrid jugó desatado y todo se acabó antes de tiempo. Mejor para Laso y los suyos, que afrontan una semana de aúpa: cuatro partidos en siete días. No habrá tiempo para acordarse de los que faltan. Y casi que tampoco para respirar. Pero, si todo sigue como hasta ahora, ni los ausentes (Taylor no jugó y Thompkins, por cierto, sigue en Estados Unidos) ni lo apretado del calendario serán motivo de preocupación. Eso sí, si puede haber algún susto menos en lo físico (esos avisos de Carroll y Causeur), mejor para el madridismo.
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