Segundo cuarto del Real Madrid-CSKA de Moscú de la Euroliga. Rudy Fernández le pasa el balón a Ognjen Kuzmic, que espera en el poste bajo. El interior serbio intenta zafarse de Othello Hunter y, mientras procede, cae al suelo retorciéndose de dolor. Se toca la rodilla y sabe que le espera una lesión seria. Más cuando, tapándose un rostro lleno de lágrimas, abandona en silla de ruedas la pista del Palacio de los Deportes madrileño. Las alarmas que saltan tras el partido se confirman horas después: Kuzmic se ha roto por completo el ligamento cruzado anterior izquierdo y, por tanto, causa baja el resto de la temporada.
Unos minutos después, ya en el tercer cuarto, Anthony Randolph, mejor jugador del encuentro, también cae víctima de los problemas físicos: se le sale el hombro derecho en plena defensa a Will Clyburn. A pesar de que se lo acaban recolocando, y de su ímpetu por seguir en liza, el jugador estadounidense también debe abandonar el parqué. Las consecuencias de su luxación le llevarán a estar inactivo entre tres y cuatro semanas.
La cruz que dejó uno de los grandes clásicos del baloncesto europeo puede no serlo sólo para el Madrid, sino también, otra más, para las Ventanas de la FIBA, a estrenar justo dentro de un mes. Que un puntal de la selección subcampeona de Europa y otro de la poseedora del título continental se lesionen no juega, ni mucho menos, a favor del primer 'parón' (hay Euroliga de por medio) internacional. Ya suficientemente denostado, todo hay que decirlo, antes de lo ocurrido este jueves.
Visto lo visto, hubiese sido toda una sorpresa que Kuzmic no fuese convocado por Serbia: casi todos los jugadores de cierto peso que disputan la Euroliga van a aparecer en las listas de sus respectivas selecciones. ¿Ejemplos? Sólo hay que fijarse en los rivales de España de cara a los dos primeros partidos clasificatorios para la Copa del Mundo de 2019. Montenegro (24 de noviembre en Podgorica) y Eslovenia (26 de noviembre en Burgos) incluyen a Dubljevic, el propio Randolph, Radoncic, Doncic, Todorovic o Zoran Dragic en sus convocatorias.
Después de lo sucedido, Kuzmic ya no se pondrá la camiseta serbia y Randolph llegaría justo (si lo hace) a esos compromisos internacionales. Por tanto, el virus FIBA ha atacado, dada la crudeza que empieza a adquirir el calendario en el deporte de la canasta, incluso antes de que las Ventanas empiecen a disputarse. Y sin saber a ciencia cierta si las estrellas presentes en Europa (las de la NBA, por supuesto, están más que descartadas) van a jugar con su equipo nacional o, por el contrario, seguirán en sus clubes.
En medio de toda esta polémica, la preselección de Francia es todavía más llamativa por la gran presencia de jugadores de la Euroliga en ella (aún mayor que la de los casos ya comentados): Westermann, Heurtel, Diot, Causeur, De Colo, Toupane, Moerman, Seraphin y Lessort.
Por tanto, ¿sería descabellado ver a Sergio Rodríguez, Rudy Fernández, Pierre Oriola, Alberto Díaz, Ilimane Diop o Fernando San Emeterio, entre otros, en la terna de elegidos por Sergio Scariolo para representar a España? No. Que después jueguen con la selección ya es otro cantar.
La encrucijada es seria, porque hay jornada de la máxima competición europea los días 23 (Valencia Basket, Barça y Baskonia) y 24 (Real Madrid y Unicaja; partidos coincidentes con el primero de España) de noviembre: la primera 'ventana' está programada entre el 20 y el 28 de ese mes (Euroliga de nuevo el 30 de noviembre y el 1 de diciembre; no hay Eurocup durante las fechas conflictivas).
A poco más de 30 días vista, el conflicto entre la FIBA y la Euroliga está tan encallado como hace unos meses. La Federación Internacional retrasó su primer partido de selecciones de esta tanda y propuso adelantar los de la Euroliga: no hubo acuerdo. Por otro lado, la competición privada pidió que los equipos nacionales volviesen a desarrollar toda su actividad en verano, como hasta este curso: otra negativa, en este caso desde el bando contrario.
Mientras las principales federaciones (incluida la española) se unen para defender la convivencia de los clubes y las selecciones, sin presiones para jugar con unos u otros, algunos protagonistas están hartos de esta guerra.
“Es la primera vez en mi vida que rechazo jugar para la selección nacional. Nadie me preguntó a mí ni a mis compañeros qué pensamos sobre esta fórmula […] Esto no es bueno para el baloncesto. Es el resultado de una guerra por el poder, que sólo duele a los fanáticos y en este punto incluso a los jugadores, que están en medio de dos lados y tienen que elegir entre sus equipos nacionales y su club”, afirma Luigi Datome.
El jugador italiano no es el único que piensa que las Ventanas son una “mala idea”. “En Fenerbahçe tenemos clarísimo qué vamos a hacer: misma postura que Euroliga, no vamos a dejar que los jugadores jueguen con las selecciones […] Nadie piensa en la salud del jugador y en lo que es bueno para el baloncesto en general. Cada uno quiere aprovecharse de los jugadores”, opina Zeljko Obradovic.
“Si el Barça me dice que no debo ir a las Ventanas, no iré. No voy a coger un avión y cuando me llame el entrenador decirle que estoy en Francia. El Barça es quien toma la decisión […] Personalmente, para mí está mal, porque puede que esté jugando los últimos partidos con mi país. Durante el año no puedo jugar y puede que sin mí no se clasifiquen. Para países pequeños, el tema se complica”, expone Adam Hanga.
“Messina dijo que no hay jugadores y entrenadores en la toma de decisiones (algunos representantes de los primeros, como Alfonso Reyes, participaron en una reunión con FIBA el pasado 5 de octubre). Y eso es un error. Puede ser que tengamos que hacer algo, quejarnos de algún modo. Pero eso lo tienen que empezar los países grandes, no Hungría”, concluye el jugador del Barça.
Casi todas las opiniones van en la misma dirección que las señaladas: no a las Ventanas. Sólo algunas leyendas (Divac, Corbalán, Romay) parecen a favor de recuperar algo olvidado desde 2003 hasta ahora en el baloncesto masculino y que, tras las lesiones de Kuzmic y Randolph, vuelve a perder enteros. Qué mejor que terminar con este dato, bastante ilustrativo de la situación: el serbio ha jugado más de 100 partidos (103) y el norteamericano casi (99) entre la pasada temporada y la actual (Eurobasket y amistosos previos incluidos).
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