Doncic, Llull y Ayón unen fuerzas para dejar al Madrid al borde de la final ACB
Aunque el Gran Canaria mejoró sobremanera las prestaciones del primer partido, los blancos encontraron su mejor versión a última hora (92-83).
5 junio, 2018 22:46Noticias relacionadas
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Si alguno aún tenía esperanzas de que Luka Doncic renunciase a la NBA y siguiese un año más en el Real Madrid, ya puede aparcar de lleno ese deseo. El chaval se va a marchar porque puede y debe hacerlo. Ha quedado claro todo el año, pero una vez más este martes. En plenas semifinales de la ACB, el jugador por el que suspira medio planeta baloncestístico volvió a disfrazarse de veterano a lo grande. Con él al mando de las operaciones (19 años, recordemos), los blancos se quitaron del cuerpo el miedo que llegó a provocarles un Gran Canaria muy serio. ¿Premio? Quedarse al borde de alcanzar el duelo por el título liguero. Porque Doncic será un niño, pero las cosas de hombres ya se le dan de lujo [Narración y estadísticas: 92-83].
Hubo un mundo entre el Gran Canaria que compareció en el primer partido y el que saltó a la pista del WiZink Center este martes. En esta ocasión, los hombres de Luis Casimiro sí demostraron ser merecedores (y a mucha honra) de la plaza de semifinalistas ligueros que se ganaron ante el Valencia Basket. La pila de la energía de los jugadores insulares sí fue como las de Duracell en esta ocasión: duró, duró y duró. Lo cual, por supuesto, significó un encuentro totalmente distinto al anterior de la serie.
Los visitantes no sólo enseñaron sus virtudes en el primer cuarto, como 48 horas atrás. Jugar ante el mejor equipo de Europa no fue motivo para achantarse. Todo lo contrario. Para muestra, la reaparición estelar de Eriksson, con la muñeca bien caliente en un segundo cuarto que resultaría el mejor del partido. Volvió a cumplir, como en el primer encuentro, Radicevic. Aunque mejoró lo presente. Veteranos de guerra como Oliver y Báez tuvieron sus momentos. Y la batalla interior fue mucho más igualada gracias a un Balvin soberbio.
Enfrente, un Madrid ni mucho menos sólido en bastantes fases del partido. Al tran-tran en demasía, su juego apenas dio pie a la frescura… hasta los momentos calientes. Antes del descanso y en los últimos minutos, se vio el mejor rendimiento de los blancos. Carroll y Tavares no tuvieron tanto protagonismo como en la apertura de la eliminatoria (aunque lo suyo aportaron). Esta vez, los focos señalaron más a los dos grandes nombres propios del equipo: Luka Doncic y Sergio Llull. Pero, sobre todo, al esloveno.
Los Sacramento Kings, con Vlade Divac a la cabeza, escrudiñaban todos los movimientos del niño desde la zona noble del Palacio de los Deportes: tocaba día grande para la perla. Si Doncic se centró más en el trabajo sucio en el anterior encuentro ante el Granca, esta vez fue la estrella del Madrid. Ni más ni menos. Cuando hubo que resolver el duelo, lo hizo sin miramientos. Esa determinación la ha aprendido, sin duda, del maestro Llull. Él también se apuntó algún que otro 'bingo' para que lloviese menos con el Granca (hasta ocho puntos de máxima insular).
La grada pedía defensa de cuando en cuando. Costó verla en su máxima expresión, pero al final las peticiones del respetable fueron atendidas. En pleno último cuarto, cuando más falta hacía, la intensidad atrás llegó de forma constante para el Madrid. Entre eso y los triples que cayeron (Thompkins y Causeur no pudieron aparecer en un momento más oportuno), la inmensa cantidad de buenos minutos del Granca durante el duelo cayeron en saco roto. Por mucho que aguantasen al menos 30 de 40 posibles, la ventaja psicológica del +10 cayó del lado blanco. La mejor noticia posible en el día en el que Felipe Reyes igualó a Rafa Jofresa como jugador con más partidos en la ACB (756).
Al final, los momentos anodinos del Madrid (que los hubo) no tuvieron que ser lamentados. Sobre todo, al principio del duelo, cuando Ayón parecía el único jugador local abstraído de la metamorfosis canaria. Y Randolph una sombra (otra vez) de lo que fue. Sin embargo, la hora de la verdad trajo de vuelta las buenas sensaciones (y a Ayón también, por cierto, a la par que a un Rudy una vez más fundamental). Ni la tensión de los momentos decisivos (con pitos para contrarios y arbitraje) dejó al equipo de Laso sin 2-0 y la posibilidad de certificar el pase a la final de la ACB este jueves en Las Palmas.