A veces, el baloncesto es tan sencillo como la máxima de la cadena alimenticia: o comes o te comen. El Madrid quiso ser león en Moscú, pero acabó siendo cebra ante el vigente campeón de Europa. Un CSKA que primero aprovechó las concesiones de los blancos para volver al partido, después se adueñó del mismo gracias a un segundo cuarto impecable (32-12 de parcial) y, por último, dudó menos en busca del triunfo (Narración y estadísticas: 91-90). Al enemigo no hay que darle ni agua, pero los hombres de Laso les dieron una botella de vodka a los rusos y, claro, éstos se la bebieron. Por mucho que el alcohol se les subiese un poco en los últimos minutos, con el sobrio intentando aprovechar cierta embriaguez de éxito sin que el mismo llegase.
Cuando un equipo lleva un año sin perder en su feudo a nivel continental, hay que tomárselo muy en serio. Y más habiendo ganado la Euroliga tan sólo meses atrás. Por eso dolió tanto el espejismo del Madrid, que lo hizo todo bien en los 10 primeros minutos para acabar navegando en una auténtica tormenta de incertidumbres durante el resto del encuentro. Todo el buen trabajo ofensivo y sobre todo defensivo del inicio acabó yéndose al traste de un plumazo. Lógico por la entidad del conjunto que había delante, pero ilógico a la vez por la bajada de las prestaciones visitantes, decisiva a la hora de la verdad.
El CSKA cogió el guante del que el Madrid no supo adueñarse del todo en los primeros compases y ya no lo soltó, ni aun con zozobra. De repente, las buenas lecturas para cortar pases, la fortaleza en la zona y los aciertos en ataque pertenecían a los locales. Los blancos fueron incapaces de recuperarse de un mazazo tan contundente como el de estar hasta seis minutos sin anotar durante el segundo acto. La congelación fue digna del #MannequinChallenge más logrado: Nando De Colo penetraba una y otra vez a canasta, siempre con éxito, sin que nadie lo remediase. Unas apariciones menos constantes que las de su socio Milos Teodosic, aunque el serbio nunca defrauda a la hora de apagar los fuegos más ardientes. Tampoco lo hizo esta vez.
No hay que olvidarse de la aportación de piezas secundarias de tanto valor como Kurbanov (fundamental para mantener a flote a los suyos en los peores momentos), Higgins, Fridzon o el capitán Khryapa. Todos ellos fueron capitales, pero también humanos. Porque, como ya viene siendo costumbre en buena parte de esta temporada, el Madrid se empecinó en volver cuando ya no se le esperaba. Y, aun así, la falta de concentración sufrida minutos atrás fue demasiado grave como para ser corregida en esta ocasión.
Las esperanzas llegaron por bajar al barro y defender, algo olvidado de manera fatal antes del descanso. Se vieron fogonazos de Llull, recuperado de su mal inicio de partido. También de Rudy, aglutinador de ciertas esperanzas de remontada desde el perímetro en los últimos minutos. Incluso de Draper, incisivo atrás. Unos cuantos, los más, aparecieron y desaparecieron: Randolph, Ayón, Reyes, Doncic, Maciulis, Carroll...
Todo para acabar muriendo en la orilla, con el Madrid como gran víctima de su precipitación. En el triple errado por Nocioni a segundos del final, en otro de Llull regalado por una pérdida de De Colo a tres segundos del bocinazo (ambos para empatar) y, en definitiva, en el global del duelo. Los blancos quisieron ser demasiado buenos demasiado pronto. Y, para cuando intentaron templar su soberbia con una cura de humildad, el Transiberiano ya se había marchado sin ellos.
Ficha técnica
91 - CSKA Moscú (17+32+24+18): De Colo (28), Augustine (3), Fridzon (9), Jackson y Vorontsevich (2) -equipo inicial-, Teodosic (15), Antonov, Higgins (6), Khryapa (5), Kurbanov (13) y Hines (10).
90 - Real Madrid (26+12+30+22): Doncic (9), Llull (21), Maciulis (11), Reyes (7), y Ayón (10) -equipo inicial-, Randolph (8), Rudy (6), Carroll (13), Hunter (2), Nocioni (3) y Draper.
Árbitros: Robert Lottermoser (ALE), Olegs Latisevs (LET) y Piotr Pastusiak (POL). Sin eliminados.
Incidencias: Partido correspondiente a la sexta jornada de la Euroliga de baloncesto disputado en el Megasport Arena de Moscú ante 12.017 espectadores. El choque comenzó con unos minutos de retraso porque uno de los árbitros, Pastusiak, que venía de pitar en Kazan (Rusia), llegó tarde por culpa de la climatología en Moscú.