Westbrook, el MVP más claro (y desamparado) del siglo XXI
El base de Oklahoma City Thunder suma los mejores números de los últimos 15 años, pero pelea contra los elementos en la soledad más absoluta.
18 noviembre, 2016 11:11Noticias relacionadas
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Russell Westbrook no se levanta de la cama si no es para lograr un triple doble, o rozarlo. Pocos jugadores tan dañinos han sido avistados en una cancha de baloncesto. Su fiereza contrae a los rivales, y su supuesta comodidad les encoge más si cabe. Sin embargo, ningún potencial MVP de la liga regular en la NBA ha estado nunca peor acompañado.
El de Long Beach ha conseguido sumar más de 10 unidades en tres categorías del juego en tres de las 12 noches que ha saltado a la cancha esta temporada. 51 puntos, 13 rebotes, 10 asistencias frente a Phoenix Suns. 33+11+16 ante Los Angeles Lakers y 41+12+16 contra Orlando Magic. Está multiplicando sus prestaciones, sin Kevin Durant al lado, y va a competir por el trofeo al Jugador Más Valioso de la temporada regular con ilustres contrincantes, pero los únicos que se asoman al triple doble cada partido, como él, son James Harden (Houston Rockets), con 28.5 puntos, 8.2 rebotes y 12.8 asistencias, y LeBron James, con 23.4 puntos, 8.9 rebotes y 9.6 asistencias cada partido. Westbrook les supera tras 12 fechas, con unos promedios de locos: 31.8 puntos, 9.5 rebotes y 9.8 asistencias.
Volviendo atrás en el tiempo para comparar, en la temporada 1999/00 el jugador más valioso (MVP) de la fase regular fue Shaquille O´Neal. Por marcar una referencia común, en sus primeros 15 partidos –una quinta parte de la competición– promedió 28.6 puntos, 14 rebotes y 2.9 asistencias, con tres derrotas para los Lakers. Tenía a su lado a Kobe Bryant, Derek Fisher, Ron Harper, Robert Horry y Brian Shaw. En la temporada 2000/01, el mejor fue Allen Iverson. En el mismo tramo del curso firmó 23.1 puntos, 4.9 rebotes y 4.8 asistencias, con dos derrotas para sus Sixers. Le acompañaban Toni Kukoc, Dikembe Mutombo, Tyrone Hill y Raja Bell.
Westbrook viaja de costa a costa como si estuviera jugando contra alevines. Todo el mundo preveía algo similar en su actual estatus, pero tanta facilidad para obtener cifras estratosféricas, de verdad, asusta. El base hace sombra incluso a su propio equipo porque, y esta es la mala noticia, acumula cinco derrotas en doce partidos. Algunas de ellas dejando al descubierto una fragilidad inusitada.
El inconveniente fundamental de Westbrook son sus compañeros. El cambio de aires de Durant e Ibaka ha dejado a la plantilla triste y deprimida. Confiar en la iluminación divina de Steven Adams y Enes Kanter, los dos al mismo tiempo, no es buen plan. Se esfuerza todo lo que puede Victor Oladipo, eso es cierto, pero nada de eso evita que Westbrook sea el posible MVP más desaprovechado de todo el siglo XXI.
En la fase regular del curso 2001/02, Tim Duncan fue capitán general. Los 15 primeros encuentros los cerró con una media de 24.5 puntos, 13.1 rebotes y 3.6 asistencias. Los Spurs habían perdido por aquellas fechas cuatro partidos. Tiraban también del carro David Robinson, Tony Parker, Terry Porter, Steve Smith y Charles Smith. Duncan repitió en la 2002/03, en la que se unieron Manu Ginóbili y Steve Kerr.
La temporada 2003/04 llegó con el dominio de Kevin Garnett. Sus 23.1 puntos, 13.5 rebotes y 4.5 asistencias por partido a finales de noviembre así lo avalaban. Junto a él: Sam Cassell, Latrell Sprewell, Michael Olowokandi y Wally Szczerbiak. Steve Nash reinó en la 2004/05 y la 2005/06, dominando el arte de la asistencia, surtiendo de pases a compañeros como Shawn Marion, Amar'e Stoudemire, Quentin Richardson, Joe Johnson, Leandrinho Barbosa y Boris Diaw.
Desaprovechado por sus propios compañeros
En la derrota frente a Detroit Pistons de hace unos días, por ejemplo, Westbrook podría haber alcanzado el triple doble ya en el tercer cuarto si sus compañeros hubieran aprovechado cinco o seis –sencillas– asistencias más. De paso, hubieran estado dentro del partido con dignidad. Adams, Kanter y Lauvergne acumularon fallos y regalos incomprensibles, al margen de mostrar una debilidad defensiva asombrosa. La estrella, desesperada y desamparada por la flaqueza en la retaguardia de su equipo, de momento no pierde la paciencia, aunque no le sigan el ritmo. La diferencia que mantuvieron los Pistons durante buena parte del partido se fraguó con él en el banquillo, pero sigue pasando la pelota buscando los puntos de sus compañeros.
En su última aparición, frente a Houston –duodécima jornada– alcanzó los 30 puntos, 7 rebotes y 9 asistencias. Nada más comenzar este choque de trenes frente a James Harden, Westbrook le robó una pelota al líder de los Rockets –igual que le quiere robar el MVP–, con clase, con el latigazo de un rayo, sentando las bases de una oleada que colocó a los Thunder 11 puntos arriba en los primeros cuatro minutos. Acabaron sufriendo lo indecible, por supuesto.
Ninguno de sus colegas, excepto Oladipo –estuvo soberbio–, soporta ese ritmo infernal más de 10 minutos. A medida que avanzaban las escenas, se vio que el principal enemigo de Westbrook no era Harden, sino su propio compañero Andre Roberson. Titular, con 32 minutos de oro a su disposición, y capaz de terminar la velada con 2 de 11 en tiros de campo y 0 de 5 en triples. La mayor parte de sus errores llegaron tras asistencias ideales de Westbrook, que pudo disparar sus números por los aires, además de ganar con mayor facilidad el partido mucho antes.
El mito del Westbrook individualista y egoísta se rompe con ver un partido completo o analizar cualquier estadística. Lanza menos a canasta que lo que lanzaba Jordan y lanza Lebron, se mueve en niveles similares a Kobe, Curry y Durant, pero asiste a sus compañeros más que todos ellos.
La triste realidad, a pesar de todo, es que se vio obligado a rematar a los Rockets en los últimos instantes, con la última de sus barbaridades. Faltaban tres segundos, sacaba de fondo Abrines –muy buenos minutos, y en los momentos claves–, y el MVP más claro de este siglo entraba directamente en el álbum de las mejores jugadas de la temporada.
Siguiendo con los ejemplos del pasado, Dirk Nowitzki mandaba y mucho en la temporada 2006/07. Durante los primeros 15 partidos, reunía cada noche 24.4 puntos, 9.7 rebotes y 2.9 asistencias. Los Mavericks de aquella temporada cargaban con cuatro derrotas en ese tramo –las cuatro seguidas con las que arrancaron–. Junto al alemán, en la pista, podíamos disfrutar de Jerry Stackhouse, Jason Terry y J.J. Barea. Antes de la era posmoderna de LeBron, Durant y Curry, Kobe Bryant se cubrió de gloria en la temporada 2007/08. 27.6 puntos, 6.3 rebotes y 5 asistencias de media al inicio. Acumulaban seis derrotas en 15 partidos, eso sí. En la cancha, junto a Kobe: Pau Gasol, Derek Fisher, Lamar Odom, Vladimir Radmanovic y Trevor Ariza.
Su paso por España y la pérdida de su mejor amigo
A principios del otoño, cuando los Thunder perdieron en Madrid y casi caen de nuevo en Barcelona, Westbrook ya se imaginaba que este año iba a ser duro. “Los chicos están buscando la forma de mejorar y vamos a ver si encontramos la manera de ir ganando partidos”, comentaba, un poco ya hecho a la idea.
Respecto a la fuga de Durant e Ibaka, Westbrook respondía sin apuros: “No siento la presión. Estoy jugando de la misma manera, al margen de todo”. Es sabido que el motor que mueve su inigualable maquinaria está muy lejos de esas anécdotas mundanas. Las ganas de arrollar de cada noche las impulsa una ausencia que le marcó la vida. Su mejor amigo, Khelcey Barrs III, falleció por problemas cardíacos en 2004 tras una serie de partidos de baloncesto callejero. Desde entonces, Westbrook juega por los dos.
Las temporadas 2008/09 y 2009/10 –volvemos al almanaque– fueron gobernadas por LeBron James desde Cleveland. A estas alturas, promediaba 26.4 puntos, 7.2 rebotes y 6.3 asistencias, el primer año, y 29.7 puntos, 6.7 rebotes y 8 asistencias, el segundo. Los Cavs llevaban tres y cuatro derrotas respectivamente. Le hacían compañía Ben Wallace, Anderson Varejao, Zydrunas Ilgauskas y Joe Smith, el primer año. Al año siguiente se unieron Shaquille O´Neal y Antawn Jamison.
Quizá el caso de Derrick Rose (2010/11) se pueda asemejar a Westbrook –tal vez también Nowitki–, aunque lejos de sus números: 25.8 puntos, 4.2 rebotes y 7.4 asistencias. Sus Bulls habían sido derrotados seis veces en los primeros 15 partidos. Le escoltaban Carlos Boozer, Luol Deng y Joakim Noah. Poco material, pero el resultado era muy vistoso.
Todos estos datos de los mejores jugadores de cada año y sus respectivos lugartenientes agrandan la figura de Russell Westbrook y empequeñecen la de su franquicia. ¿Cómo es posible que Oklahoma no haya sido capaz de rodear al mejor jugador de la liga de los mejores subalternos?
LeBron repitió como MVP en las temporadas 2011/12 y 2012/13, tras su fuga a Miami. Se rodeó de Dwyane Wade, Chris Bosh, Mike Miller, Juwan Howard y Ray Allen. Casi nada. Conocida es la leyenda de Kevin Durant en los potentes Thunder de los últimos tiempos. Promedió 28.3 puntos, 8.1 rebotes y 5.5 asistencias en la primera quinta parte de la temporada. Le protegían el propio Westbrook, Serge Ibaka, Reggie Jackson, Caron Butler y Derek Fisher. Y qué decir de Stephen Curry y sus guerreros en los últimos dos años.
Los vaivenes de la vida han provocado que la estrella de Oklahoma City Thunder vea un verde valle donde los demás vemos obstáculos. En alguna ocasión ha declarado que estar dentro de la cancha siempre significó mantenerse lejos de la calle, lejos de los problemas. Los vaivenes le hicieron sonreír con ganas a EL ESPAÑOL cuando le preguntamos en Madrid si estaba preparado para llevarse el dichoso trofeo de MVP. “Yo no soy el MVP. Sólo estoy listo para jugar, tío. Para salir a la pista y alcanzar un nivel cada vez más alto”.
Repasando la plantilla y el organigrama de los Thunder, el mejor aliado de Westbrook debería ser Maurice Cheeks, pero tiene que conformarse con que sea su entrenador asistente. Cheeks, junto con Caldwell Jones, Darryl Dawkins, Doug Collins o Bobby Jones, entre otros, abrigaba en Philadelphia a Julius Erving cuando fue elegido el jugador más valioso en la temporada 1980/81. Pronto se uniría a ellos Moses Malone. Así se ha arropado siempre a un MVP.