La mayoría de las grandes historias tienen un inicio impactante, y ésta no es una excepción. El protagonista es Miguel Ángel, un muchacho de Boyacá, la Colombia rural, que acaba de mudarse desde su pueblo, Pesca, a la ciudad, Sogamoso, donde vive su entrenador Fernando Acevedo. Va pedaleando por la periferia y, de repente, le asaltan para robarle su bicicleta.
Él no se rinde, sino que pelea hasta el punto de llevarse dos puñaladas en la pierna derecha. Finalmente, los ladrones se marchan y la bicicleta se queda con nuestro protagonista, que gracias al episodio se gana un mote que le acompañará para siempre: ‘El Superman’.
Cinco años después, aquel chaval llamado Miguel Ángel López (1994, Pesca – Colombia) es ciclista profesional. En el año 2014 apuntó en su palmarés dos de las carreras que señalan a cualquier joven corredor como promesa de futuro: la Vuelta a la Juventud y el Tour del Porvenir, versiones sub23 de la Vuelta a Colombia y el Tour de Francia. Corre en Astana, el conjunto World Tour de capital kazajo y cuerpo técnico italiano que lideran Vincenzo Nibali y Fabio Aru. Allí es donde está aprendiendo a ser ciclista.
El descubrimiento
“Yo tengo muchos amigos en Boyacá y, gracias a eso, sabía desde hacia tiempo que había un juvenil al que llamaban ‘Superman’, que en pruebas locales batía los récords de Nairo Quintana. Que había empezado a pedalear bastante tarde, que había perdido un año por una lesión de rodilla provocada por el hecho de que su cuerpo desarrollaba más potencia de la que podía soportar… Que era muy bueno, en definitiva”.
Habla Vicente Belda (1954, Cocentaina – Alicante). Como ciclista adquirió una gran celebridad por su talento escalador y por su pequeñísima estatura. Después se convirtió en el responsable deportivo del mítico equipo Kelme donde destacaron Roberto Heras, Fernando Escartín y Óscar Sevilla, un conjunto destacado por su labor de cantera y por su plena identificación con la garra del logotipo de la empresa alicantina de material deportivo.
Acabó en 2006 por mor de la infausta Operación Puerto, con la mayoría de ciclistas del equipo apuntados en la lista negra de la Guardia Civil pese a no conocer siquiera al personaje central de la trama, el médico Eufemiano Fuentes. Víctimas colaterales, peones muertos en una partida de dimensiones y motivaciones insondables.
A día de hoy Belda vive retirado en su pueblo natal, desde donde gestiona sus negocios y sigue siendo una pieza central en las bambalinas del ciclismo. Es el puente a través del cual una buena parte de los talentos colombianos llega a Europa. Uno de ellos fue Nairo Quintana, ganador de un Giro d’Italia y dos veces podio en el Tour de Francia con Movistar. Otro es López.
“Antes del Tour del Porvenir de 2014, un amigo me insistió con el ‘Superman’. Yo me fijé en él y, cuando vi cómo rendía, avisé a varios amigos para que le ojearan. Miguel Ángel ganó la carrera con superioridad, una auténtica proeza para alguien que venía directamente de Colombia a correr en Europa”. Llamó la atención. Uno de los cazatalentos presentes en esa carrera era Giuseppe Martinelli, director de Astana. “Había ido a Francia, esencialmente, para ver a mi hijo Davide”, cuenta.
“Me asombró. Un corredor que gana Porvenir con 20 años, cuando lo normal es que se imponga alguien de 22… Tiene algo”. Acabada la carrera, Belda ya era representante de López a medias con su entrenador de toda la vida, Fernando Acevedo. Unos días después, el joven colombiano había firmado su primer contrato profesional con Astana.
La familia
2015 fue la temporada de descubrimiento para Miguel Ángel López. Para que su adaptación a Europa fuera lo más suave posible, entrenaba en Colombia y venía a Europa en épocas puntuales para competir en días contados. Entre uno y otro se alojaba en casa de Belda, “un entorno ideal”. Vivir en familia le ayudó a no sucumbir a la morriña; el hecho de que fuera una familia del ciclismo, que incluye a un técnico veterano (Vicente Belda), un exciclista (Javier Cherro, yerno de Vicente) y un ciclista en activo (David Belda, profesional con el Roth-Skoda suizo), le ayudó a adaptarse y mantenerse centrado en la bicicleta.
“Le he tenido como un hijo”, explica Vicente. “Conozco casos de ciclistas extranjeros que han venido a Europa y han estado en un hotel, sin perro que les ladrara. Del buffet a la bici, de la bici a la habitación, de la habitación al buffet, vuelta a la habitación, el día entero con el portátil o paseando por un polígono. Así se le quitan a cualquiera las ganas de ser ciclista”.
López, en cambio, las conserva intactas. En su segunda carrera World Tour (la Vuelta a Suiza), primera división del ciclismo mundial, se lució. Era un final en alto sobrecogedor en el glaciar de Sölden y, tras lanzar varios ataques frente a algunos de los mejores ciclistas del mundo, acabó cuarto. “Pero él no sabía quién era ninguno”, cuenta Belda entre risas. “Iba rodeado de corredores de clase mundial y sólo conocía a su compañero, Jakob Fuglsang. Se enteró una semana después de que Thibaut Pinot, que ganó la etapa, había sido 2º en el Tour del año anterior”.
La inconsciencia
Ahí está uno de los rasgos distintivos del ‘Superman’: la inconsciencia. Tiene un talento espectacular: “Por lo que he analizado, de acuerdo con su edad y con sus resultados, diría que va a ser un ciclista del nivel de Nairo o incluso superior”, asevera Belda. Tiene una mentalidad privilegiada: “En la vida sólo quiere ganar, ya sea nadando en la piscina o jugando al dominó. No piensa en el dinero, sino en las carreras”. Y, a la par, ignora aspectos técnicos y tácticos básicos, desconoce a sus rivales porque apenas lleva cinco años aplicándose al ciclismo.
“Sé que soy un ‘rara avis’”, reconoce ‘Superman’. “He visto gente que ha pasado 10 ó 15 años entrenando para intentar ser profesional sin lograrlo y yo lo he conseguido muy pronto. Hay pocos casos como el mío”, concluye. “No está nada obsesionado con la bici”, corrobora Belda. “Le gustan más los toros, por ejemplo. Un día, mis hijos y yo viendo una etapa de la Vuelta al País Vasco en el salón y él vino con nosotros. Cogió la tablet y se puso a ver faenas de José Tomás. Y él pasaba de la tele: estaba viendo los toros”.
¿Puede limitar esta condición su progresión? “No”, responde categórico Belda. “Es una de esas personas que tienen un don. Las figuras nacen. Son como esmeraldas, que surgen, se hallan y después hay que pulir. Cuidándolas y evitando que caigan en tentaciones, se convierten en piedras preciosa”.
Una anécdota que refleja bien el talento de López vino el día de su primer triunfo profesional, en la Vuelta a Burgos del año pasado. Le dijeron que le tocaría bajar al coche a por bidones de agua para sus compañeros y él tuvo que llamar a Belda para que le explicara cómo hacerlo. Una vez en la etapa, cumplió esa parte de su labor y se puso a tirar del pelotón para sus líderes en aquella carrera, Rein Täaramae y Mikel Landa, hacia la meta del Valle del Sol, una subida de pendientes moderadas a las afueras de Pineda de la Sierra. Terminó asfixiando a rivales y compañeros para anotarse un triunfo impresionante.
La prueba catalana
En la pasada Vuelta a San Luis, López derrotó a los hermanos Dayer y Nairo Quintana en el final en alto de Comechingones. Hace dos semanas ganó una etapa en el rudo Tour de Langkawi malayo, cuya general no ganó por un corte en una jornada llana. Ambas actuaciones dan una idea perfecta de sus capacidades, de sus puntos débiles… y de su tremendo potencial futuro.
Estos días disputa la Volta a Catalunya, su primera carrera World Tour del año. En ella será, en teoría, gregario de Fabio Aru en el combate del sardo con Chris Froome, Alberto Contador y el propio Nairo. Sus jornadas clave serán los finales en alto de La Molina y Port Ainé, dos estaciones de esquí pirenaicas a las cuales arribará la ronda catalana miércoles y jueves. En la lucha de titanes, será interesante comprobar cuán alto vuela ‘Superman’.