Érase un día suizo, gris, gélido, gotas cayendo del cielo a ratos, y un pelotón refugiado concienzudamente en su vestimenta de última generación para no ofrecer un centímetro cuadrado de piel a la meteorología inclemente. El Tour de Romandía es una ronda World Tour, reúne a los mejores equipos y puntúa para el ránking más prestigioso del ciclismo mundial, pero no deja de ser un apeadero entre las clásicas y el Giro. La prioridad, en teoría, es conservar la salud por encima de obtener un resultado. En teoría.
“Yo aquí no tengo nada que demostrar”, afirma Chris Froome (Sky) en televisión. “Esta es sólo una carrera de preparación pensando en julio”. Lo dice para restar importancia a su debacle del jueves, minutos concedidos respecto de los mejores por mor de un pinchazo que evidenció sus malas sensaciones.
Pese a no tener “nada que demostrar”, Froome atacó este sábado a 40 kilómetros de meta, desafiando al tiempo y a tres puertos que escaló como los ángeles para llegar destacado a meta, los brazos abiertos en cruz. Resarcido. “Era importante para el equipo no marcharnos con las manos vacías”, reconoce. Más importante, si cabe, es transmitir a Nairo Quintana y el resto de los rivales a los que se enfrentará en el próximo Tour que su potencial físico le permite ser superior al resto del pelotón.
Nairo Quintana (Movistar) fue el otro gran protagonista del día. Tras imponerse descalificación mediante en el anterior final en alto y realizar un ejercicio decente en la contrarreloj del viernes, lucía el amarillo de líder provisional con cierta ventaja en respecto al estelar galo Thibaut Pinot (FDJ) y al inquietante Ilnur Zakarin (Katusha).
La ofensiva de Froome forzó el ritmo hasta tal punto que eliminó a los gregarios del pelotón y al pie de la subida final apenas quedaba un lugarteniente de FDJ y un par de segundas bazas. La ascensión fue a cara descubierta, sin parapetos, y ofreció una entretenida sucesión de ataques y contraataques en la cual destacó por fuerza y agresividad Pinot.
Mientras tanto, Nairo contemporizaba. Cubría los movimientos por cubrir el expediente y propició la llegada a meta de un grupo compacto del cual emergió su compañero Ion Izagirre para ganar el sprint por la segunda plaza. Con ello anotó seis segundos de bonificación y arrebató a Zakarin la tercera plaza de una general que probablemente no sufrirá cambios este domingo, inofensiva travesía cuasi llana hasta Ginebra que pondrá colofón a un bello Tour de Romandía.