El Critérium du Dauphiné, antesala del Tour, es la fiesta de la incertidumbre. Después de mes y medio sin competir, las piernas son una incógnita. La victoria no es un objetivo per se, sino que se busca por su efecto psicológico para uno mismo y para los demás de cara a julio. Sin ir más lejos, Fabio Aru, que tras ganar la Vuelta afrontará la Grande Boucle por primera vez este verano, atacó y triunfó el miércoles en un perfil ondulado poco propicio para sus condiciones de escalador puro. La victoria obtenida cuenta para su palmarés, pero su valor real reside en que afirma su liderazgo dentro de Astana de cara al próximo Tour, discutido por su coequipier Vincenzo Nibali.
Este viernes, en el primer final en alto serio tras los aperitivos de la llegada en cuesta del martes y la cronoescalada inaugural del pasado domingo, Aru entró en meta tranquilo, a 2’30”. Le tocaba a otro de los contendientes de julio dar su ‘do de pecho’; concretamente, al favorito número uno y ganador de las ediciones de 2013 y 2015, Chris Froome (Sky).
Había sido una etapa peleada, con todo el pelotón retando al Tinkoff del líder provisional Alberto Contador, que se defendió como gato panza arriba hasta claudicar en la aproximación a la subida final a Vaujany, cuatro kilómetros rozando el doble dígito de media. Al pie de la misma atacó Mikel Landa (Sky).
El escalador inexplicable aceleró con su estilo característico, culo alzado, manos abajo del manillar, y se marchó de un pelotón con las orejas tiesas. No es habitual que Sky rompa las hostilidades con un ataque: lo normal es que coloque su maquinaria a cabeza del pelotón para apisonar a la competencia. Un peón como Landa, con su poderío y su evanescencia, será muy útil en julio para desconcertar y desequilibrar la contienda tal y como lo ha hecho este viernes.
La táctica salió bien. Provocó nervios. Contador se vio a rueda de Richie Porte (BMC) y otros ciclistas en busca de Landa. Froome permitió que ese grupo tomara veinte metros de diferencia para, en cuatro pedaladas, neutralizarla. Apenas estuvo a la altura del pinteño. El aura que más peligro inspira de cara al Tour, a falta de que entre en escena Nairo Quintana, atacó con una violencia inusitada. De pie, derrapando en las curvas, rebasó a Landa mientras quebraba uno por uno a sus rivales. Sólo le aguantó el paso su excompañero, vecino y amigo Porte, a quien batió en meta ciego de adrenalina.
Alberto Contador cruzó la raya final vencido, con 21 segundos de retraso respecto de Froome y superado por otros dos ‘anglos’, Adam Yates (Orica-GreenEdge) y Dan Martin (Etixx-Quick Step), perdiendo a manos de Froome el maillot amarillo que hasta esta etapa le distinguía como líder del Dauphiné.
Ahora es tercero a 27” del líder de Sky. Tiene dos finales en alto, uno muy serio el sábado en Méribel y otro más suave el domingo en Superdévoluy, para recuperar la ventaja psicológica que le había otorgado su victoria a los vatios en Les Gets.