Esta mañana Jesús Hernández, fiel gregario de Alberto Contador y compañero en Tinkoff, es preguntado por un periodista sobre cuál ha sido el mayor rival del pinteño a lo largo de su carrera deportiva. Responde sin dudar con una media sonrisa resignada: “La mala suerte”.. [Así lo hemos contado]
Hoy, “mala suerte” fue una suma de circunstancias, un efecto dominó, que desembocó en una caída a poco más de medio kilómetro de la meta de Puebla de Sanabria. Aprovechando el trabajo de sus coequipiers para el veloz Daniele Bennati, Contador estaba confortablemente situado entre los 20 primeros del pelotón. En la última curva a izquierdas, un sprinter mete el hombro a otro, y éste a Contador, que busca apoyarse un poco en él y encuentra el suelo. Con él se cayeron el asturiano Samuel Sánchez (BMC) y el portugués Jose Gonçalves (Caja Rural). [Así está la clasificación general]
Antes de la caída que golpeó a Contador, una exhibición de Luis León Sánchez. El murciano de Astana arrancó cerca de meta tras un ardid ofensivo de su equipo y se marchó con Simon Clarke (Cannondale). El australiano apenas sí pudo asistirle en su pulso con el pelotón, que sólo pudo atraparle a 100 metros de meta y previos tirones de Tinkoff y de los Movistar, con Rojas lanzando a Valverde.
El trabajo cainita de los antiguos coequipiers del muleño lo aprovechó el belga Jonas Van Genechten (IAM), uno de esos velocistas de tercera fila que tienen en esta Vuelta su ocasión de dar un paso adelante y conseguir un contrato mejor para la próxima temporada. El otro día, cuestionado por qué le faltaba para ganar, contestó: “Buena suerte”.
La dureza inesperada
“En enero miramos los perfiles de la Vuelta y nos pensamos que es súper llana. 'Oh, esta vez es más suave'. Pero después llegamos aquí y nos damos cuenta de que es todo lo contrario: nos pasamos el día subiendo, bajando, sufriendo…” La reflexión es de Tyler Farrar, antiguo velocista con tres etapas de la Vuelta en su palmarés y ahora reconvertido en capitán de ruta del conjunto sudafricano Dimension Data.
Las palabras del estadounidense corresponden con la realidad percibida por la inmensa mayoría del pelotón. La gran ronda española suele alojar trampas en sus a priori pacíficas altimetrías; más aún cuando la carrera discurre por Galicia, auténtico territorio comanche de repechos que, en sucesión, dañan las piernas. Es por esto que las fugas llegan: porque el pelotón necesita individuos considerablemente fuertes para controlarlas, y no siempre las tiene.
Sabiendo esto, el 'Lince Andaluz' Luis Ángel Maté lleva varias jornadas buscando la fuga sin éxito. El marbellí de Cofidis acabó el Tour con piernas gracias a que la ausencia del boxeador Nacer Bouhanni dejó a su equipo sin objetivo concreto. En esta Vuelta tampoco está el veloz galo y eso le permite una libertad que hoy, por fin, aprovechó para destacar y demostrar su nivel. Su mérito no radicó tanto en colarse en la escapada larga de seis corredores como en ser el último superviviente de entre los mismos. Resistió hasta falta de diez kilómetros de meta, última acometida de Luisle, y recibió el premio de la Combatividad como recompensa.
Ya pasada la caída de Contador y la victoria de Van Genechten, el pinteño se expresó brevemente entre un corrillo de medios de comunicación en términos desolados. “A la gente no le gusta tocar el freno”, gruñó como explicación a su caída. “Estoy reventado del lado izquierdo. Tengo el gemelo muy mal, y eso que aún estoy en caliente”. Acabó con una reflexión sobre sus opciones en esta Vuelta. “Se me está poniendo la cosa bastante complicada”.