Dice un proverbio español que cada uno cuenta la feria según le va en ella. Y en esta Vuelta podemos quedarnos con la versión de Gianni Meersman o con la de Steven Kruijswijk. El belga del Etixx ha firmado su segunda victoria en dos llegadas y cuatro días naturales. Desde luego, para alguien que todavía no había ganado en una vuelta grande es poco menos que una bendición. [Así lo hemos contado]
La jornada era, desde luego, propicia para él. Una jornada más o menos llana, una carrera tranquila en busca del sol después del aguacero que se desató en Viveiro minutos antes de que se diera la salida y acompañó a los corredores hasta más o menos la mitad del recorrido. El final era perfecto para Meersman y no lo desaprovechó: “No me lo esperaba en absoluto”, aseveró posteriormente. [Así está la clasificación general]
Incluso en la conferencia de prensa de después, el potente llegador belga se ha mostrado capaz de medirse a los mejores sprinters, aún sin ser él un velocista puro. “Si miras los nombres que hay aquí, he ganado a gente muy buena. ¿Por qué no plantearme ganar a los otros sprinters?”. De momento, se antoja complicado verlo compitiendo con los Cavendish, Greipel o incluso Sagan. En cualquier caso, lo que es cierto es que sus dos victorias en la Vuelta lo han revalorizado, hasta asegurar que su mánager “está muy ocupado” y que el futuro “no pinta nada mal”, pues de momento está sin contrato para 2017 aunque con propuestas en la mesa. Todo es júbilo para Meersman.
Realmente, hasta que la serpiente multicolor se ha internado en las calles de Lugo la etapa no ha tenido más historia que la de una insignificante pero valerosa fuga con Julien Morice y Tiago Machado juntos hasta que el portugués, mucho más fuerte, ha decidido emprender su camino en solitario. Machado ha estado 155 kilómetros a la aventura y eso le ha valido ser el más combativo de la etapa, pero antes de enfilar el sinuoso trazado por la ciudad lucense ha sido barrido por el pelotón.
Pero el trazado por Lugo tenía reservado un mal trago para otro corredor que ya ha tenido demasiados este año. En un final definido a posteriori como caótico y peligroso por el propio Samuel Sánchez, el neerlandés Steven Kruijswijk se ha ido al suelo y se ha roto la clavícula, con la consecuencia obvia del abandono de esta Vuelta a España. El que iba a ser su gran año se ha convertido en una temporada para olvidar cuanto antes. La bajada del Passo dell Agnello le privó de ganar un Giro en el que estaba siendo el mejor. Es cierto que a esta Vuelta no venía tan fuerte –perdió dos minutos en Ézaro-, pero marcharse a casa en una etapa intranscendente y con un hueso roto es una tragedia para él.
De la caída sólo se ha visto al corredor lamentándose en el suelo mientras sus compañeros lo esperaban y el médico le inmovilizaba el brazo. Pero algunos corredores señalan que la causa fue un bolardo sin la oportuna señalización. Bram Tankink, compañero de equipo del accidentado, lo señaló en su cuenta de Twitter e incluso lo ha acompañado de una imagen donde se ve el objeto sin precinto, como también hizo el corredor del Movistar Juanjo Lobato. Más duro ha sido Jan Bakelants, que incluso ha acusado a la Vuelta de “encontrar por fin el accidente que buscaban”. Al final, lo único innegable es que Kruijswijk se va para casa y su mejor año deportivo ha sido el peor por culpa del infortunio, ya sea en forma de talud de nieve o bolardo sin señalar.
Todavía hubo un segundo susto, algo menor, en el sprint cuando un afilador tiró a varios ciclistas en la parte delantera del pelotón, alrededor del décimo puesto. Meersman ha asegurado ir centrado en el sprint y “no ver absolutamente nada”. El pelotón entró cortado, pero al ser zona protegida las cosas entre los favoritos están igual. Una jornada de la que Meersman sale jubiloso y Kruijswijk se va a lamentar, al menos, durante el tiempo que tarde en recuperarse. Cada quien, dicen, cuenta la feria según le va en ella.