Poco más de 2 kilómetros para la meta en la quinta etapa de la Vuelta a España. El pelotón recorre los alrededores de la muralla romana de Lugo a velocidad endiablada, preparando el sprint final. En un leve repecho de una calle comercial arranca Simon Clarke (Cannondale), y con él Philippe Gilbert (BMC). En pleno demarraje pasan al lado del gran protagonista del día: el bolardo que provocó la caída, fractura de clavícula y consecuente retirada de Steven Kruijswjik (LottoNL-Jumbo), gran protagonista del pasado Giro d’Italia y favorito a la victoria en esta Vuelta.
Se trata de un bolardo normal y corriente, el típico que acota un contenedor. Normalmente, en los eventos ciclistas este tipo de mobiliario urbano es retirado o señalizado prominentemente para que los corredores no topen con él. Éste no lo estaba. Por eso topó contra él Kruisjwjik, y tras él Jan Bakelants (Ag2r), que corrió mejor suerte que el neerlandés: pudo terminar la carrera y no sufrió ninguna lesión de importancia según confirmó a EL ESPAÑOL el director de su equipo, Julien Jurdie. Fue él quien dio la voz de alarma en Twitter, secundada posteriormente por otros corredores.
El principal damnificado de la caída se expresó a través del departamento de prensa de su equipo. “Me duelen las costillas y la clavícula. Choqué frontalmente contra el bolardo. Es lamentable que tenga que dejar la carrera por culpa de un objeto que no debería haber estado ahí. Estoy muy enfadado por esta forma de dejar la Vuelta, que era mi gran objetivo de la temporada tras el Giro”. En la 'corsa rosa' fue líder durante cinco días antes de perder todas sus opciones debido a una caída provocada por un talud de nieve. Después habló en Twitter.
El bolardo de la discordia
El incidente es grave por cuanto proviene de un error de Unipublic, organizador de la gran ronda española, y tiene un precedente prácticamente idéntico y muy reciente. Ocurrió en la Vuelta al País Vasco del año pasado. El pelotón encontró bolardos sin señalizar en la última curva. El español Sergio Pardilla y el estadounidense Peter Stetina toparon directamente con ellos y sufrieron lesiones muy serias que pusieron en riesgo no sólo su carrera deportiva: también su vida. Por fortuna ambos han vuelto a competir aunque con secuelas que, en el caso del americano, le impedirán volver a practicar otro deporte que no sea la bicicleta.
“No podemos decir nada”, era la primera reacción de una fuente de la dirección técnica de la Vuelta cuando, en pleno estallido del escándalo, le mostrábamos la imagen del incidente y el obstáculo que lo había provocado. Explicó en voz baja: “Normalmente este tipo de mobiliario está señalado”. En efecto, los demás bolardos del recorrido tenían al menos un precinto de seguridad y conos para advertir de su presencia. ¿Por qué este no? No hay una explicación concreta. Sí lo hay para el hecho de que su presencia no saltara a la vista de los encargados de comprobar que estuviera bien indicada. “Probablemente el público lo tapara”. En efecto, el bolardo estaba muy cerca de la concurrida acera en la cual cayó Kruijswjik.
Una vez digerida la noticia, la organización reaccionó de inmediato. A través del delegado de la Asociación de Ciclistas Profesionales (CPA, en inglés) en España, José Luis de Santos, admitió su responsabilidad del incidente y asumió sus culpas. Posteriormente emitió un comunicado oficial en los mismos términos, lamentando los hechos y pidiendo disculpas al corredor y su equipo.
Las consecuencias del incidente aún no están claras. En el momento de redactar esta pieza, la CPA aún no había decidido si tomar alguna acción. “Samuel Sánchez es el representantes de los corredores en esta prueba. Cuando hable con él y Laura Mora, secretaria de la CPA, decidiremos si realizar algún tipo de acto mañana”, explicó De Santos a EL ESPAÑOL y un compañero de AS. Tampoco la Unión Ciclista Internacional (UCI) se había pronunciado en forma alguna.