Incluso los cuentos maquiavélicos pueden tener final feliz con el héroe adecuado. La primera edición de los Campeonatos de Europa de ciclismo en carretera para corredores profesionales culminó hoy con lustre gracias al triunfo de Peter Sagan, vigente campeón del mundo y gran estrella del ciclismo mundial.
La carismática figura eslovaca apareció en los últimos kilómetros para ordenar la caza del italiano Moreno Moser, escapado en solitario con francas opciones de título, y después emergió en recta de meta para alzarse en una pose similar a la del año pasado por estas fechas en Richmond. Capturó así el primer título de campeón de Europa de fondo en carretera profesional batiendo al francés Julien Alaphilippe y al español Dani Moreno.
Unos días antes, apenas el pasado jueves, fue precisamente un español, Jonathan Castroviejo, el campeón de la versión contrarreloj. Sucede que su carrera no fue retransmitida por televisión ni tuvo entre sus participantes a ninguno de los seis europeos que acompañaron al vizcaíno en las ocho primeras posiciones del pasado Mundial de la especialidad. Una renuncia sistemática a participar que deslució el triunfo del corredor de Movistar Team y pone en tela de juicio el prestigio de un evento que no ha suscitado especial ilusión en el pelotón.
Por qué existe esta carrera
Los Campeonatos de Europa llevan años en marcha, pero sólo para las categorías juvenil y sub23, a diferencia de lo que sucede en el resto de continentes, donde sí es un evento para profesionales con cierta solera. La razón de que esta campaña se haya decidido instaurar sus versiones profesionales, tanto masculinas como femeninas, responde a la revitalización de la confederación europea, la UEC (Unión Europea de Ciclismo); y ésta responde, esencialmente, a pesadas razones de política deportiva.
Hace ya años que la UEC se consolidó como principal órgano de oposición a los rectores de la Unión Ciclista Internacional (UCI), federación mundial de la bicicleta. Antes era un órgano relativamente inane a efectos de ciclismo en carretera profesional; en esta década tomó peso y relevancia gracias al patrocinio de las empresas de Igor Makarov, dueño del equipo Katusha y de onerosos negocios relacionados con el gas que en su día fue decisivo para que el actual presidente de la UCI, el británico Brian Cookson, alcanzara su cargo.
En la vicepresidencia de la UCI se sienta David Lappartient, también presidente de la federación francesa y de la UEC, amén de alcalde de su pueblo y consejero general de su región, Morbihan. Apoyado por ASO, organizadora del Tour de Francia, ahora aspira a mover la silla de Cookson aprovechando la incapacidad de éste para manejar asuntos clave como la reforma del ciclismo profesional.
Es en este contexto que Lappartient decide extender los Campeonatos de Europa de carretera a los profesionales, buscando un evento insignia que refuerce las cuentas de la UEC y su propia figura. Inicialmente la sede escogida fue Niza pero ésta optó por renunciar inmediatamente después de sufrir el desgraciado atentado de julio, apenas dos meses antes de la celebración del evento. Hábil político, tanto deportivo como gubernamental, Lappartient encontró rápidamente una nueva ubicación: la ciudad de Plumelec, en la misma Morbihan.
Y en ella han sucedido los Campeonatos de Europa esta semana. Sin llegar a ser clandestinos, por cuanto han sido retransmitidos por redes sociales y han atraído moderada atención dentro del mundo del ciclismo, sí han sido poco trascendentes dado que sólo dos de sus carreras (las profesionales en línea masculina y femenina) han tenido televisión en directo. Incluso se decía que en la línea de meta de Plumelec faltaba algo tan elemental para comunicar como la conexión 3G. La ausencia de selecciones enteras como Gran Bretaña o Dinamarca en la línea de salida tampoco ha favorecido el empaque de estos Campeonatos de Europa.
Ahora campea la duda de qué sucederá con el maillot distintivo del campeón, cuya obligatoriedad en competición está sujeta “al criterio de la confederación” en el reglamento UCI. ¿Llegaremos a ver a Peter Sagan o Jonathan Castroviejo luciendo la franja azul con estrellas amarillas más allá del podio de Plumelec?