No hace ni un año y medio que Alberto Contador ganó el Giro d’Italia 2015, su última gran victoria hasta la fecha. Oleg Tinkov, dueño del banco Tinkoff que ha auspiciado desde 2012 hasta este invierno el equipo del ciclista pinteño, se presentó en la etapa final de Milán extático, con el pelo pintado de rosa.
Fue una más de las extravagancias con las que el histriónico millonario ruso disfrutó de su juguete favorito, que le ha costado más de 50 millones de euros. A cambio ha tenido el placer de pedalear por montañas de medio mundo sabiendo que en la cima de las mismas habría un currante con una regadera para servirle de ducha improvisada y que, una vez en meta, podría tomarse selfies con los ases del pedal.
Y también ha recibido notoriedad, claro. “El otro día me reconocieron en una tienda de Milán y me hicieron descuento”, cuenta feliz. Es el lado infantil, o incluso ingenuo, de un hombre de negocios avezado y loco por la bicicleta. Ha creado empresas millonarias desde cero y, durante su estancia en el ciclismo, ha tomado gustosamente el yelmo para convertirse en un Quijote deseoso de ajustar los desmanes de los gigantes que bloquean el mundo del ciclismo. Ahora, cansado y preocupado por cómo la crisis del rublo ha agitado Tinkoff, cierra su equipo. Y antes de hacerlo ha querido disparar su última bala contra su buque insignia.
Se acabó el amor
En aquellos días de pelos rosas, Tinkov se deshacía en elogios hacia Contador. “Cuanto más sé sobre él, más emocionado estoy. Sabía que era un profesional, pero estoy alucinado de lo especial que es y de cómo cuida su cuerpo, su dieta…”, contaba en Velonews comparándole con Cristiano Ronaldo o Roger Federer.
La intensidad de la admiración vino a menos conforme el pinteño dejó de conseguir resultados. Peter Sagan, campeón del mundo, pasó a ser su preferido. Poco a poco, Contador comenzó a distanciarse de Oleg Tinkov y, en general, de todos los miembros del equipo. Atravesaba su particular travesía, cansado del ciclismo y decidido a colgar la bicicleta para vivir. Fue un poco más adelante que recuperó el ardor competitivo y decidió prolongar su carrera deportiva firmando con Trek-Segafredo de cara a las temporadas 2017 y 2018.
No obstante, el cisma ya era un hecho. Quedó escenificado en su calvario de Cherbourg, cuando los tirones de los Tinkoff en busca de la victoria de Sagan descolgaron a Contador del pelotón, una más en la serie de malas vibraciones que le llevaron a retirarse del Tour de Francia. “Le admiro, pero en mi humilde opinión no debería seguir compitiendo otros dos años sino retirarse”, escribió entonces Oleg Tinkov en su blog.
La fiesta de Milán
Este martes se publicó en Cyclingnews la que fue titulada como “entrevista final” de Oleg Tinkov. En ella tocó todos los temas habituales durante su periplo ciclista: desde el dinero gastado hasta las polémicas que desataba con sus intervenciones en redes sociales. Pero lo más reseñable fue su ensañamiento con Contador.
Tuvo que ver el hecho de que el pinteño no se presentara a su última carrera WorldTour con Tinkoff, Il Lombardia, por un proceso gripal. A resultas de esto, Tinkov se molestó con él hasta el punto de retirarle la invitación para la fiesta celebrada en Milán al día siguiente a modo de despedida del equipo. “Le dije que si estaba malo no viniera porque, si traía un virus a la fiesta, podía contagiar a otros corredores que van a ir al Mundial”.
“Hemos sido segundos en el UCI WorldTour por culpa de Contador”, embistió el millonario ruso aludiendo a que el escaso margen de 110 puntos por el que Movistar superó a Tinkoff era responsabilidad suya. “O se caía, o enfermaba, o abandonaba”. Tinkov tuvo malas palabras con respecto del rendimiento deportivo de su hasta ahora ciclista. Aseguró que “nunca volverá a ganar una gran vuelta” y abundó en la idea de que debería retirarse ya con el poco elegante argumento de que las próximas temporadas será como “un pato cojo” y “parecerá estúpido”.
No obstante, lo más llamativo fueron sus críticas personales. Tinkov acusó a Contador de llevarse bien únicamente “con su grupito de españoles” y auguró que “creará problemas en el seno de Trek”. Culminó su disertación recuperando el tema de la fiesta para explicar que sería “mejor sin él, porque es una persona muy triste. Nunca quiere beber champán y siempre es cuidadoso con lo que come porque quiere ganar el Tour. Es una actitud estúpida. Por eso se cae tanto: porque está demasiado concentrado y es muy duro consigo mismo. Las personas que siempre están serias son siempre aburridas”.