Segunda etapa del Tour de Croacia, una carrera que ha venido a llenar el vacío del Tour de Turquía en el mes de abril. Final en alto, en Svet Jure, una subida larga pero tendida. A poco más de tres kilómetros de meta, Vincenzo Nibali lanza un ataque. Es el ‘capo’ de la prueba y el gran atractivo, porque además la está utilizando como banco de pruebas para ultimar su puesta a punto para el Giro de Italia. Busca el tercero y en la edición número 100, lo que sería el éxtasis de los ‘tifossi’. Nibali mira hacia atrás y ve un maillot verde pegado a su rueda. Es Jaime Rosón, que al final acabaría segundo y se vestiría de líder en la que estaba siendo la mejor actuación de su todavía corta trayectoria deportiva y la primera victoria de Caja Rural esta temporada."Esta subida también estaba estudiada", confesó a EL ESPAÑOL el ciclista.
Hasta hoy, cuando el zamorano del Caja Rural-Seguros RGA ha ganado la etapa reina con final en Ucka. Una subida de casi 20 kilómetros en la que una vez más ha robado el protagonismo a la gran figura italiana. El fastuoso equipo Bahrain-Merida ha comandado todo el ascenso de principio a fin hasta que, faltando apenas dos kilómetros para meta, Nibali ha vuelto a dar el estacazo. Otra vez Rosón se ha pegado a su rueda. Luego, midiendo perfectamente las distancias, ha lanzado el reducido sprint a 200 de meta y batido al ‘Tiburón de Messina’ y a Jan Hirt con autoridad.
De este modo, Rosón se vuelve a vestir de líder –lo perdió ayer tras quedarse en un corte cerca de meta- y tiene dos segundos sobre el campeonísimo italiano a falta de una sola etapa para que termine la ronda croata. Una etapa corta, de apenas 145 kilómetros, con salida en Samobor y llegada a Zagreb. El recorrido no es ni mucho menos tan montañoso como el de esta tarde, pero sí presenta un circuito al que habrá que dar tres vueltas y que tiene un par de cotas. Siendo Nibali el rival, seguro que no se va a quedar quieto. Pero Rosón ya ha dado una muestra de lo que puede llegar a ser. Si gana, será la primera general de su carrera. Si no, lo que ha hecho este sábado ya es inamovible.
Corregir errores
Jaime Rosón es el último ejemplo de esa nueva generación española empeñada en demostrar a quienes vaticinan un solar tras la marcha de Valverde y Contador que estaban equivocados. Con 24 años –nació el 13 de enero de 1993- ya ha dado varias muestras de la calidad que atesora. Y tiene algo que lo diferencia de la mayoría de ciclistas del pelotón: nada de lo que hace es casualidad. Todo responde a un plan. Además de sus grandes dotes de escalador, destaca por ser un joven inteligente y meticuloso que aprende de los errores.
Así lo hizo en su primera gran aparición pública, en la pasada Vuelta a España. Se filtró en la fuga camino de San Andrés de Teixido. Luego le pudieron las ganas y el ímpetu de la juventud: “Atacó Rolland. Vi que todo el mundo se miraba y fui yo solo a por él, con todos detrás. Así ‘sequé’ dos o tres ataques más. Cuando llegó el ataque definitivo, ya estaba sin fuerzas. No pude estar en la pelea”, explicaba aquella misma noche en el hotel a varios periodistas interesados. “De estos errores se aprende y para eso estamos. Para coger experiencia”.
Rosón empezó con la bici en Zamora a los ocho años. “Me dijeron que probara en el club de mi ciudad… y me gustó”. Ya en juveniles muchos técnicos hablaban de sus buenas maneras. A principios de la temporada 2014 pasó a profesionales enrolado en las filas del Team Ecuador, equipo continental con matriz en el país sudamericano pero con parte de la plantilla española. Sin embargo, a finales de julio sólo había competido 25 días. Así que decidió romper vínculos con el equipo por la falta de calendario y volvió al Caja Rural amateur. En junio del año siguiente se proclamó Campeón de España sub23, y en agosto subió como aprendiz a la escuadra profesional donde sigue ahora.
Hasta la saciedad
Hasta hoy, la única victoria en su palmarés era la etapa reina del Tour de Turquía 2016. Una carrera en la que este año iba a entrar en el World Tour y donde Rosón quería ganar de nuevo, esta vez la clasificación general. Pero la inestabilidad política ha terminado llevándosela por delante. La etapa del año pasado acababa en Elmali. Y como todo en él responde a un plan, se la fijó como objetivo desde principios de temporada. “Llevaba desde principios de año pensando en ese día”, afirmó en una entrevista meses después. Incluso vio vídeos de la subida decisiva: “Me la estudié”.
Otra de las consecuencias de tener una cabeza bien ordenada y amueblada es la ausencia de vértigos. Rosón no sólo es consciente de que algún día puede llegar a ser un gran referente. Es que le gustaría serlo y se encamina a ello. No rehúye la exposición mediática: “Te diría que hasta me gusta. Pero no por vanidad, sino porque es una forma de que se reconozca un trabajo que no se ve. No todo el mundo gana, pero puedo asegurar que todo el mundo trabaja muchísimo en cada carrera”, llegó a decir también en una distendida charla en la pasada Vuelta.
A sus 24 años, Jaime Rosón ha dado un nuevo paso adelante en una progresión que augura muchas alegrías al ciclismo español. Todavía le falta por andar y él lo sabe. Y también es consciente de que el panorama en la base española no es halagüeño. “Ojalá yo algún día sea un referente y haya niños que se animen a verme. No ya a competir, sino a practicar este deporte”. Es uno de los deseos de un ciclista diferente. Escalador que aúna la explosividad de la juventud con la fortaleza mental de un adulto. Así es el espigado corredor vestido de verde que le ha amargado el Tour de Croacia a Nibali. Veremos si completa la hazaña mañana. La de hoy ya no se la quita nadie.
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