Vincenzo Nibali dijo el domingo, justo antes del día de descanso, que empezaba a asumir que no podría ganar su tercer Giro de Italia. Hoy, dos días después, se ha llevado la etapa reina que terminaba en Bormio. La del Mortirolo, el doble paso por el Stelvio y la primera para un italiano en este Giro. El orgullo nacional está salvado. Y lo ha hecho en el terreno donde mejor se desenvuelve: el descenso. El ‘Squalo’ ha hecho una bajada a tumba abierta y sin importarle lo que pueda ocurrir a partir de mañana. Tanto es así que ha sido capaz de cortar a otro consumado bajador como Nairo Quintana con la carretera seca. Él mismo se ha encargado de definir después lo que todos los espectadores han visto: “He salido de cada curva relanzando la bici como si fuera un sprint”, ha destacado Nibali, que incluso saltaba con la bici las zonas mojadas por el deshielo de los Alpes para no perder agarre en las ruedas.
Y lo verdaderamente importante es que el colombiano no ha podido con él tampoco en la subida, a diferencia de lo que sí había pasado en las dos semanas anteriores. Así que tal vez se le había dado por muerto demasiado pronto desde algunos sectores. Nairo ha lanzado un tímido ataque, pero el que de verdad ha puesto la actitud ha sido el italiano con un último kilómetro brutal de subida que sólo Quintana ha podido seguir, y no sin dificultades: “Como gustarme me hubiera gustado sacar cinco minutos, pero la realidad es otra. Una cosa es querer y poder es otra, pero estamos satisfechos con lo logrado hoy”, ha declarado el colombiano.
La desgracia para los intereses españoles es que Nibali ha derrotado en la meta a Mikel Landa, que se había metido en una fuga del día que se ha formado en las mismas rampas del Mortirolo. Antes de eso, los primeros 60 kilómetros se habían hecho a 50 por hora de media, una velocidad que parecía la combinación perfecta con el recorrido para reventar la carrera. El grupo definitivo tenía a tres Movistar –Amador, Anacona e Izagirre- y gente fuerte como Kruijswijk, Rolland, Jan Hirt o Antón entre otros, pero el alavés acabó por irse solo en el último puerto. Tuvo a raya a los favoritos, pero el empuje de Nibali acabó echando por tierra sus opciones en el descenso. Con más corazón que cabeza, Landa después ha ido dando relevos y ha acabado por entrar en el último kilómetro con el italiano a rueda. Craso error. Aun así, se lleva el premio de liderar la clasificación de la Montaña.
Dumoulin, parada de emergencia
El momento del día, sin embargo, se lo ha llevado el líder Tom Dumoulin cuando justo antes de empezar el último puerto ha sufrido una indisposición y literalmente se ha tenido que parar en la cuneta para aliviarse. El neerlandés ha tardado apenas un minuto en volver a estar sobre la bici, pero cuando eso ocurre es porque en el cuerpo algo va mal. Dumoulin ha conseguido mantener el hueco durante un buen rato, pero poco a poco ha empezado a ceder y finalmente ha podido conservar ‘in extremis’ el primer puesto de la general: “No podía aguantarme más, tuve que parar. Cuando subí a la bici de nuevo sólo pensaba en luchar y luchar, y sacar conclusiones tras la etapa. Mi nivel es bueno, pero estoy muy decepcionado con el día de hoy, por supuesto”, ha explicado en meta.
Queda la polémica de si Movistar, cuya táctica finalmente no ha funcionado, y Bahrain-Merida deberían haber esperado al líder. Tras la parada, durante un tiempo el grupo se apiñó mucho, señal de que iban despacio. Pasados unos minutos, Bahrain puso a Pellizotti a tirar y se acabó la tregua. Hay quien juzga que fue insuficiente. Otros, que la caballerosidad está muy bien pero la competición manda. Ahí queda como recuerdo de una etapa en la que se quemaron muchas balas en el principio y en los puertos, simplemente, no había más fuerzas. La gente iba cayendo como fruta madura. Así Zakarin, que apenas perdía unos metros con Nibali y Nairo en el Giogo di Santa Maria, ha terminado dejándose 34 segundos. Pinot y Mollema –Trek estuvo tirando durante más de una hora, para defender su puesto frente a Kruijswijk y Amador- se han dejado 1’35” y así sucesivamente. Es el principio de lo que vamos a ver esta semana.
Así que con cinco etapas por delante –cuatro de montaña y la contrarreloj final-, el Giro se pone al rojo vivo. Faltará ver qué es lo que le ha pasado a Dumoulin, porque puede ser un simple ‘apretón’ o la primera señal de un exceso de fatiga que acabe por mermarlo para lo que falta de carrera. En cualquier caso, esto parece ahora cosa de tres y da la sensación de que los neerlandeses están gafados. El año pasado Kruijswijk y ahora Dumoulin, aunque éste todavía está vivo y mantiene 31” de ventaja sobre Nairo. Y justo ahora resurge la figura de un campeón como Vincenzo Nibali –ya va tercero a 1’12”-, que ya hizo esta apuesta el año pasado y no va a tener reparos en repetirla. Por lo pronto ha logrado un tremendo empujón moral al resucitar en lo más profundo del infierno. Dumoulin ha cedido, Nairo ofrece dudas… y ya saben lo que ocurre cuando los ‘tiburones’ huelen la sangre.