Hay una frase que, desde la tercera etapa, se repite constantemente en cualquier crónica: “Chris Froome mantiene el maillot de líder”. Ese día, el británico se lo puso por primera vez. Lo recibió, lo miró, alzó los brazos y se vistió de rojo. Disfrutó, sacó su mejor sonrisa, posó para las fotos y se fue a descansar. Desde entonces, nadie ha conseguido arrebatárselo. Ni siquiera le han agarrado del hombro –por si acaso–. De hecho, sólo Nibali (a 1:01) ha puesto en duda su superioridad. El resto, Contador, Zakarin, Miguel Ángel López, Chaves o Aru descansan demasiado lejos. A veces, intentan que cambie el panorama, pero no lo logran. Y, cuando la Vuelta toma el sendero de su última semana, lo que se prevé es un paseo de Froome en la contrarreloj del martes y una alfombra que, aunque con dificultades (el sábado se sube el Angliru), llegará hasta Madrid.



Su favoritismo, su talla de líder, se podría haber puesto en duda este domingo, en la subida a Sierra Nevada. Era el día, rumoreaban todos en los corrillos previos –y no sin razón–. Sin embargo, la etapa terminó sin demasiadas novedades en la general. Contador lo intentó, sí. Y dio espectáculo, eso también. Disfrutó, en definitiva. Incluso, por momentos, alguien, desde su casa, pensaría: “Alberto igual acaba en el podio si sigue así”. Pero no. Su futuro se antoja más complicado. El pinteño, valiente, guerrero, tiró de veteranía en busca de, aunque sea, ganar una etapa en la que será su última Vuelta antes del retiro. La historia, en cambio, terminó como siempre: su escapada no acabó en éxtasis. Y Miguel Ángel López, Superlópez para los amigos, fue el que alzó los brazos al llegar a lo alto.



“He querido ser valiente. Sabía que era un riesgo, pegaba el viento, pero quería intentarlo”. ¡Y vaya que si lo hizo! Contador trató de sacar ventaja, de dar un golpe y aproximarse a las posiciones de podio. Subió, pero se quedó sin poder coronar primero. ¿Y ahora qué? “Hay que seguir disfrutando. Cada uno corre como le gusta. En medio del pelotón no me veo”, reconoció. Y, precisamente, eso es lo que va a marcar su última semana, en la que, ya puestos, está haciendo lo que él quiere: “Suena mal decirlo, pero sí”, sentenció el pinteño, que intentará despedirse con una victoria de etapa sin especular, como lo lleva haciendo durante toda su carrera. Quizás, quién sabe, en el Angliru, el sábado próximo, en la penúltima jornada de ciclismo de la Vuelta. En realidad, ¿hay otro lugar mejor?

Alberto Contador, durante la última etapa de la Vuelta. EFE



Su final y sus formas contrastan con las de Froome, que no arriesga, pero sigue avanzando hacia su objetivo: hacer doblete (Vuelta y Tour de Francia). Y, a día de hoy, parece complicado que se le escape. Este martes, tras la jornada de descanso, afrontará la contrarreloj individual entre el Circuito de Los Arcos y Logroño (42 kilómetros), con la intención de reventar la carrera y dar un paso definitivo para coronarse como campeón en Madrid. Incluso, con el Angliru de por medio.



“Cada día que pasa supone un nuevo paso adelante en la Vuelta y hoy (en referencia a la etapa del domingo en Sierra Nevada), con un gran trabajo de todos mis compañeros de equipo, he dado un paso importante”, reconoció el británico, que sabe de su favoritismo y, sobre todo, de la ausencia de rivales. Pues Nibali, aunque está a poco más de un minuto, no parece que pueda aguantar su ritmo tras la crono. Y Contador, Miguel Ángel López y demás parecen demasiado lejanos. Pueden dar la sorpresa, sí, pero, a día de hoy, y con Froome en estado de gracia, se antoja complicado.



Aunque, con independencia de lo que ocurra en la lucha por el primer puesto, lo que sí está abierto es el podio. La muestra: entre Zakarin, tercero, y Aru, séptimo, hay poco más de un minuto. Contador, noveno, está a 3:59 de Froome y a 1:48 del tercer escalón. ¿Demasiado? Quién sabe. En cualquiera de los casos, el pinteño afrontará la última semana para disfrutar de sus últimos días como ciclista. Luego habrá homenaje, en Madrid, junto a su gente. Es posible que, para entonces, con una victoria de etapa. La última del que pasará a la historia como el segundo mejor ciclista de la historia de España –pese a lo que cada uno opine–.

Froome, durante la subida. EFE

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