“El rol en la pista ha cambiado en los últimos años. Todo el mundo lo sabe y yo lo respeto, es una cosa que está hablada. Fuera soy el nexo de unión. Todos me pueden comentar cualquier cosa, desde Pau hasta los más jóvenes. Siempre me ha gustado ayudar en lo que sea, pero si estoy aquí es porque pienso que puedo aportar algo en la pista”.
Juan Carlos Navarro, como le dejó bien claro a El Mundo antes del presente Eurobasket, nunca fue una mera comparsa en esto del baloncesto. Ni quiso serlo. Nada ni nadie ha conseguido frenarle del todo en la recta final de su carrera: la edad, las nuevas circunstancias en el Barça y la selección, el declive físico… Ya no está para ser la estrella, pero uno de los mejores jugadores de nuestra historia quiere una retirada digna. Y, de momento, la está consiguiendo en este Europeo, séptimo de su trayectoria y último torneo declarado de 'La Bomba' con España.
Un año atrás, en Río 2016, Navarro se colgaba el bronce olímpico con unas estadísticas de 5,3 puntos, 1,3 asistencias y 0,3 robos en 15 minutos de juego por partido: hizo una valoración media de 2,6. Ahora, y tras dos partidos de torneo continental (España-Rumanía este lunes a las 19:30, Cuatro), el '7' anota, pasa, roba y juega más que en aquella edición olímpica: seis puntos, 2,5 asistencias, un robo y 16 minutos de promedio, con una valoración casi cinco puntos mayor (7). Una mejoría unida a las buenas sensaciones de todo el equipo y que ya se preveía, por cierto, en la gira de amistosos de este verano. Entonces, el capitán español promedió 4,9 puntos, dos asistencias y 0,3 robos en 12 minutos (2,7-1-0,2 en el mismo tiempo de juego durante la Ruta Ñ 2016).
Es cierto que los rivales han acompañado, por así decirlo (Montenegro y República Checa), pero también que a Navarro se le ve mejor. O, por lo menos, extremadamente productivo cuando está en pista. En el debut, se centró en la parcela ofensiva: anotó los tres tiros que intentó durante los 13 minutos que jugó. Con el añadido de que todos ellos fueron triples, para un total de nueve puntos.
24 horas más tarde, el valor añadido del escolta de Sant Feliu en cancha radicó en la dirección de juego que aportó durante 18 minutos: cinco asistencias. También le dio tiempo a robar dos balones, así que entre los pases y la defensa palió un día menos lúcido en el tiro, ya que sólo anotó uno de los tres lanzamientos que intentó (otro triple). Su estadística de más/menos fue realmente notoria ante los checos: 22 puntos favorables para los nuestros con Navarro activo.
Sea cual sea la entidad de los equipos que ha habido enfrente hasta el momento, estamos hablando del segundo jugador más veterano de este Eurobasket. Muchos no querían verle ni en pintura en la convocatoria de la selección (desde la objetividad, no merecía estar, y no pasa nada por decirlo), pero, de momento, no está desentonando. Si seguimos escarbando en las estadísticas, nos encontramos con que Navarro promedia los mismos puntos que Sergio Rodríguez (6). Además, acecha a uno de sus sustitutos naturales, Abrines (7), y a Fernando San Emeterio (8).
No, no sale mal parado en la comparación con dos jugadores que pueden ocupar su posición y ya bastante más aferrados que él a la titularidad como internacionales. Tampoco está de más advertir que es el cuarto mejor pasador de esta España y el segundo tirador con mejor porcentaje del equipo (empatado con San Emeterio). Eso sí, comprobar que todavía no ha intentado ningún tiro de dos nos devuelve, por mucho que este Navarro mejore al de hace meses, a una realidad palpable: su paso de superestrella a supersecundario.
Ya quedan lejísimos los más de 25 puntos por partido que promedió en 2005. Como los 16,2 de 2003, los 14 del Mundial de Japón, los 13,2 del Eurobasket de 2009 y los 18,7 de la “semana fantástica” que supuso idéntica competición en 2011. Hasta parece que los 10 puntos de media de hace tres años en el Mundial disputado en suelo español se anotaron hace una eternidad. Aunque, guiños del destino, Navarro ya supo ser protagonista en la selección durante aquellos veranos en los que, todavía en plenitud, fue menos estelar.
Recuerden los Juegos Olímpicos de Pekín, en los que, a vueltas con Aíto, fue más importante en la final que en ningún otro encuentro. O los de cuatro años después en Londres, en los que le ocurrió algo similar. E incluso el Europeo de 2007, justo después del oro mundial. Navarro no alcanzó las dobles cifras anotadoras de media en ninguno de estos torneos. Sin embargo, no perdió ni un ápice de su relevancia. Incluso ahora, acercándose el adiós, nadie se atreve a descartar que el día menos pensado, quizá, 'La Bomba' vuelva a estallar a lo grande. Ya lo exteriorizó San Emeterio: “Creo que todavía puede darnos algún momento así”. Por mucho reciclaje, obligado, que toque.
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