El Etna, primer juez de Chris Froome en el Giro de Italia
Sólo arrancó peor en una de las cinco grandes vueltas que ha ganado: el Tour de 2016, cuando estaba a casi seis minutos del liderato tras la séptima etapa.
10 mayo, 2018 00:51Noticias relacionadas
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Chris Froome apenas ha conocido el sufrimiento cuando se ha subido a lo más alto del podio en una gran vuelta. Los números no engañan: líder desde la octava etapa del Tour de Francia de 2013, desde la séptima en el de 2015, desde la octava en el de 2016, desde la quinta hasta la undécima y desde la decimocuarta en adelante en 2017 y a partir de la tercera en la Vuelta a España de este último año. Sobresaltos, los justos. Como las dudas: se las ha reservado todas para el actual Giro de Italia. De momento, el cinco veces campeón de grandes vueltas no ha cumplido con las expectativas de favorito al triunfo final con las que partía de inicio. Llega el primer 'gigante' de la carrera, el Etna (este jueves desde las 13:00, Eurosport), y nadie sabe cómo está Froome en realidad.
Él afirma que cada día se siente mejor, pero su regreso a una Corsa Rosa en la que no competía desde 2010 no convence ahora mismo. De hecho, todo empezó con una caída mientras reconocía el circuito del prólogo en Jerusalén, que quizá le haya mermado más de lo previsto. En la contrarreloj con la que se inició el Giro, Tom Dumoulin, el gran rival de Froome en la lucha por la maglia rosa, le sacó 37 segundos. Que se convirtieron en 54 (55 con la cabeza de carrera) tras la cuarta etapa, primera en tierras italianas. Una desventaja que se mantuvo intacta este miércoles tras la quinta jornada de competición, en la que sólo Miguel Ángel López (por una caída) y Luis León Sánchez perdieron algo de tiempo.
No es nuevo que Froome arranque una carrera que posteriormente gana cediendo algo de margen con respecto a sus adversarios. Ya le sucedió al perder 50 segundos tras la etapa inaugural del Tour de 2015. Pero, sobre todo, en el primer tramo del Tour de 2016, durante el que el ciclista del Sky llegó a estar a más de cinco minutos del liderato hasta en tres etapas consecutivas (de la quinta a la séptima). Cuando perdía casi seis minutos (5:57) con el entonces maillot amarillo, Greg Van Avermaet, reaccionó mediante una exhibición en la montaña: victoria en Bagnères-de-Luchon tras escaparse en los últimos 15 kilómetros y Grande Boucle, a partir de entonces, bien encaminada.
Si Froome recuperó un margen así entonces, ¿por qué no podría reventar la general en el Etna o, al menos, escalar posiciones en ella? “No confío en las etapas contrarreloj para intentar ganar este Giro ante Tom Dumoulin”, reconoció tras el mazazo del primer día. “Me caí el primer día, pero cada día me siento mejor”, avisó después de volver a perder tiempo ya en Italia. Puede que ir de tapado le vaya bien antes de afrontar los primeros kilómetros realmente comprometidos de la prueba: 164, con la primera llegada en alto incluida.
La ascensión al Observatorio Astrofísico del famoso volcán italiano, que se realizará por primera vez en la historia del Giro, sería un escenario propicio para exhibir poderío. No habrá que menospreciar para nada los 120 kilómetros iniciales plagados de curvas, aunque lo bueno arrancará a 30 de meta. Más allá de Paternò, tocará subir hasta el final, con un ocho por ciento de pendiente media. Y tramos de hasta un 16%, la carretera estrechándose a falta de 5,5 y los 1.000 metros postreros también con exigencia (6%). Queda claro que Sicilia se despedirá de esta edición a lo grande.
Con Rohan Dennis todavía al frente de la general, Dumoulin a tan sólo un segundo de distancia y Simon Yates a 17, Froome aún no ha logrado superar la barrera de los 20 mejores corredores. Otros aspirantes como Thibaut Pinot y Esteban Chaves también marchan por delante de él (21 y ocho segundos respectivamente), con Fabio Aru al acecho (a dos segundos). Sólo López, al perder tiempo por caerse hace unas horas, está a una distancia algo prudencial (poco más de un minuto).
El escepticismo, de manera irremediable, rodea al británico estos días. Desde luego, por la sombra del dopaje que le acompaña, debido a su positivo por salbutamol en la Vuelta, desde diciembre. Y también por las fuerzas, casi nulas, mostradas en lo que va de Giro. Más allá de la debacle inicial y de su mal final de cuarta etapa, tampoco quedó exento de apretar los dientes en Santa Ninfa. Entonces, lo pasó mal a última hora para seguir al grupo principal, pero acabó reenganchándose.
Qué nimiedad en comparación con cualquier sobresalto que pueda afectar a Froome en el Etna. Primera vara de medir considerable para saber si su momento en Italia va a llegar o no. O si lo hará más adelante. Porque, como dice Alberto Contador, “había momentos en los que no tenía gas, y luego ha resucitado”.