Primoz Roglic y Froome durante la 18ª etapa del Tour de Francia.

Primoz Roglic y Froome durante la 18ª etapa del Tour de Francia. Reuters

Ciclismo

Primoz Roglic gana la etapa y le arrebata el tercer puesto a Froome

27 julio, 2018 19:22

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Aunque el gran protagonista del Tourmalet fue Mikel Landa, el gran vencedor de la etapa de este viernes con final en Laruns fue Primoz Roglic. El ciclista esloveno comenzó la jornada a 16 segundos de Chris Froome y se propuso derribarle. Lo intentó a base de ataques en el Aubisque, pero el triunfo llegó en el descenso. Fue allí donde, entre la niebla, dejó atrás al resto de favoritos. En meta les sacó 19 segundos, a los que hay que sumar 20 de bonificación por el primer puesto. Ya es tercero. Lo ha conseguido. Solo tiene que aguantar un día más. [Así te hemos contado la decimonovena etapa del Tour de Francia].

La etapa de este viernes era la última oportunidad de Movistar para entrar en el podio. Saben que la contrarreloj es territorio enemigo y que no perder mucho tiempo es ya un premio. Por eso, en la salida desde Lourdes pidieron un milagro: que Landa entrara en el podio o, al menos, ganara la etapa. 

Pusieron todas las ganas que pudieron. Metieron a Andrey Amador y a Daniele Bennati en la fuga y esperaron los ataques de sus líderes en el Tourmalet. Esos ataques llegaron en los primeros metros del mítico puerto francés, a 100 kilómetros de la línea de meta.

Landa, Romain Bardet, Ilnur Zakarin y Rafal Majka comenzaron a sacar ventaja al resto de favoritos. Sky mantuvo el ritmo. Ellos siempre confían en los vatios. Además, el alavés estaba a 4 minutos 40 segundos del líder y quedaba mucho tiempo por delante. Los escapados marchaban a tres minutos. El amarillo no peligraba. O eso pensaban. 

Antes de coronar el Tourmalet, Amador se descolgó de la fuga para recoger a Landa y acercarle al resto de escapados. Tiró de él durante más de 40 kilómetros. Le llevó a la cabeza, mantuvo la distancia con Sky, no perdía tiempo. En esos momentos, el alavés era virtualmente el segundo clasificado de la general, a un minuto del amarillo. "Durante esos minutos soñé con el podio o la victoria de etapa", contó al acabar la etapa. A pesar de no conseguir ni lo uno ni lo otro, dice, se va tranquilo.

Las distancias empezaron a recortarse en el Col de Bordères (2ª), el penúltimo puerto de la jornada, después de 150 kilómetros ya en las piernas. El trabajo conjunto de Sky y Lotto NL-Jumbo, el equipo de Roglic y Kruijswiljk, redujo la ventaja a un minuto y medio. Landa miraba a Bardet y le pedía ayuda. Si querían lograr algo en la general, tenían que cooperar. También Majka. Pero todos miraban a la etapa. La niebla del Aubisque no les dejaba ver más.

Landa, en cambio, quería más. A las faldas del Aubisque decidió que, si sus compañeros de fuga no tiraban, él iba a gastar sus fuerzas en seguir soñando. Se despertó de repente a falta de 1500 metros para la cima. Roglic le había pasado y Nairo Quintana no estaba en ese grupo para ayudarle (llegó a la meta a más de 7 minutos). Parecía una pesadilla.

Peter Sagan, en cambio, se despertó aliviado 38 minutos después de que el español llegara a la meta. Aunque aún le duele todo el cuerpo por la caída del miércoles, salvó su maillot verde. El sexto, el que le llevará a la historia dentro de dos días en París. Detrás de él, cerrando el penúltimo grupo de la carrera, Lawson Craddock. El texano se fracturó el omóplato el primer día de la carrera, pero decidió seguir corriendo. No quiere que nadie le diga que no fue capaz, que se retiró a las primeras de cambio. No quiere que nadie le quite su último puesto.

Por detrás de él solo llegó Taylor Phinney, su compañero de equipo. En el descenso del Aubisque se salió de la carretera, se estrelló contra un árbol y se partió la nariz. Como él, seguirá corriendo. Es cuestión de aguantar una contrarreloj y un paseo por París.

Geraint Thomas llegará a la prueba contra el reloj con dos minutos de ventaja sobre Tom Dumoulin. Lo único que le separa del oro en París son 31 kilómetros. Sabe que lo tiene a un palmo, pero no quiere confiarse: "Sigo pensando día a día, no quiero mirar más allá".