Peter Sagan hace mucho tiempo que permanece alejado de sus mejores victorias. El ciclista eslovaco, que llegó a ser el corredor más espectacular y de mayor nivel del pelotón, lleva mucho tiempo siendo una sombra de lo que fue. De encadenar tres campeonatos del mundo consecutivos y vencer en pruebas tan especiales como la Paris-Roubaix, a ser una de las grandes decepciones del ciclismo actual.
El velocista ha perdido su magia en los sprints y necesita de etapas muy específicas para seguir sumando victorias porque ya no puede con los llegadores del pelotón internacional. Sigue manteniendo su constancia habitual y su buena capacidad para pasar la montaña, por eso sus mayores hazañas han quedado relegadas a pelear por los maillots de la regularidad, premios menores para un corredor llamado a romper la historia.
Además, últimamente está dando más que hablar por sus problemas extradeportivos que por sus éxitos sobre la carretera. Este curso cambiará de equipo, ya que se marcha del BORA rumbo al Total Energies en busca de recuperar su mejor versión, aunque bien podría ser su último capítulo antes de un prematuro adiós a la bicicleta.
Ahora se ha conocido que incluso esta temporada, Sagan ha protagonizado graves escándalos como el vivido en Mónaco en el pasado mes de abril. Un lío importante con altercado policial, consumo de alcohol y resistencia a la autoridad. Sin duda, algo muy diferente a lo que se espera de un ciclista de su clase.
El altercado de Sagan
Peter fue multado con 5.000 euros por saltarse las restricciones que imperaban en el Principado por los efectos de la Covid-19. En entre ellas, Sagan no cumplió con el toque de queda que le obligaba a regresar a su domicilio para intentar detener el avance de la pandemia.
Era el día 25, pasadas las 00:30 horas de la noche y circulaba junto a su hermano en un coche cuando les detuvo la policía. El triple ganador del maillot arcoíris presentaba síntomas considerables de embriaguez, se negó a bajar del coche e incluso llegó a propinar algún que otro golpe a los agentes que no daban crédito al ver a uno de los mejores deportistas del planeta en ese estado.
La situación empeoró notablemente y Sagan terminó en los tribunales donde sus abogados intentaron defender que no se había producido ninguna alteración del orden público: "Durante varias horas, nuestro cliente permaneció sin abogado. Se le notificaron los hechos dos horas y media después de su detención".
La segunda versión de los hechos fue que Sagan temía a los agentes porque creía que le iban a detener para llevarle a un hospital y suministrarle la vacuna contra la Covid-19. Finalmente, tuvieron que admitir que todo estaba provocado por el evidente estado de embriaguez que padecía: "El consumo excesivo de alcohol al que no está acostumbrado fue el causante". Finalmente, el fallo estimó que Sagan debía abonar una multa de 5.000 euros por un delito de rebelión y de 100 euros por la infracción. También deberá abonar 1.500 euros a la parte civil.
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