El sueño de Mikel Landa en el Giro de Italia, más vivo que nunca: la ilusión que se forjó en el Blockhaus
La corsa rosa afronta su segundo día de descando con la resaca dejada por la gran ascensión del corredor alavés ante rivales como Carapaz o Bardet.
16 mayo, 2022 13:45Noticias relacionadas
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El Giro de Italia 2022 ha consumido ya sus nueve primeras etapas y afronta este lunes su segundo día de descanso. El primero llegó tras las tres primeras jornadas en Hungría, previas a la ascensión del Etna. Aquel primer final en alto exigente no dejó grandes movimientos en la general más allá del adiós definitivo de corredores como Tom Dumoulin o Vincenzo Nibali. Sin embargo, el de la novena entrega con final en el temido Blockhaus sí empezó a separar el grano de la paja.
En dicha subida se llevaron la gloria hombres como Jai Hindley o Juanpe López. El escalador del BORA fue el más rápido del sprint final superando a Romain Bardet y Richard Carapaz en los últimos metros. Por su parte, el español consiguió retener la maglia rosa de líder por un puñado de segundos después de haber pasado una tortura en el último puerto. Tuvo un pequeño enganchón tras hacer el afilador en el grupo y eso le hizo perder contacto con los hombres de cabeza y rodar solo durante algunos metros. Finalmente consiguió resistir para seguir vistiendo de líder al menos un día más.
Pero por encima de todos estos nombres, quien realmente brilló con fuerza fue Mikel Landa Meana. El corredor alavés fue el gran protagonista de la mítica subida al Blockhaus, esa que comenzó a forjar la leyenda de corredores como Eddy Merckx. Allí ganó el belga su primera etapa en una gran vuelta, carrera en la que terminaría noveno de la general a casi 12 minutos del líder. Los cronistas de la época contaban que aquel corredor belga con facilidad para los sprints nunca podría pelear por ganar una grande.
Tenía por aquel entonces 21 años y pocos sospechaban lo que estaba por venir. Solo un curso más tarde se apuntaría el primero de sus cinco Giro de Italia a los que acompañarían otros cinco Tour de Francia y una Vuelta a España. En aquel temido Blockhaus en el que arrancó la mayor leyenda de la historia del ciclismo es en el que podría haber nacido la victoria de Mikel Landa en el presente Giro. Al menos, las piernas mostradas por el alavés invitan al optimismo.
Landa en estado puro
El 'landismo' vibró como nunca con la etapa realizada por el gran ídolo del ciclismo patrio. Después de sufrir una caída sin consecuencias en uno de los descensos de la etapa, supo agarrarse a la carrera mientras INEOS Grenadiers ponía un ritmo de vértigo. Una vez concluyó el brillante trabajo de Richie Porte, esperó a que Richard Carapaz tensara un poco más la cuerda para empezar a mover la carrera.
A los ataques de Mikel Landa en las rampas del Blockhaus solo pudieron agarrarse el ecuatoriano y Romain Bardet. Los dos sufrieron de lo lindo mientras el alavés se mostró entero, con buena cara y con la ambición de intentar romper la carrera. Cierto es que no pudo marcharse a pesar de que puso a sus oponentes al límite, pero demostró que hasta el momento es el escalador más fuerte de la carrera con diferencia.
De haber encontrado a algún rival con sus mismas fuerzas, seguramente juntos podrían haber metido algo de diferencia a rivales como Joao Almeida y haber distanciado a corredores peligrosos y molestos como Guillaume Martin o Arensman. Quienes cayeron en combate fueron Wilco Kelderman y Simon Yates, ya descolgados de la general tras ceder más de 11 minutos en un día nefasto en el Blockhaus.
Mikel puso el ritmo durante toda la parte final de la etapa y, además, demostró claramente su intención de abrir hueco con los corredores que marchaban por detrás y no ir decididamente a por la etapa. El de Murguía tomaba la delantera del grupo dando siempre un punto más, pero sin lanzar ataques secos, para intentar que Carapaz y Bardet siempre le siguieran y, entre los tres, ganar una gran ventaja a relevos.
Eso quizás le privó de haber podido llevarse la victoria, ya que llegando en un pequeño grupo, su velocidad punta era mucho menor a la de muchos corredores que le acompañaban. Su única opción era llegar en solitario, pero sacrificó sus posibles intentos por intentar ampliar la renta contra los perdedores de la jornada.
Confianza en Bahrain-Victorious
Se podría decir que las sensaciones fueron mucho mejores que los resultados finales porque no hubo ni triunfo ni diferencias, pero Landa ya ha dejado su impronta en este Giro de Italia. Si INEOS se confirmó como el mejor equipo con diferencia de la carrera, Mikel también ha demostrado tener las mejores piernas en la montaña. Y en un Giro que no tiene casi contrarreloj, podría ser la mejor oportunidad de su vida de ganar una gran vuelta. Pero también la última, ya que su crédito, tras tantos fracasos, tiene fecha de caducidad.
"Al final, la etapa fue buena para nosotros, a pesar de algunas caídas, no sólo para mí, sino también para Pello y Buitrago. Pero he estado delante con lo mejor del día, lo que es una buena señal. Seguimos ahí, y todo está más claro, y vemos qué corredores son más fuertes. Nos quedan más etapas por recorrer, y veremos día a día". Estas eran las valoraciones de un Landa contento por su fortaleza, pero algo disgustado por las pocas ganancias y por los accidentes de sus compañeros que merman la fortaleza de Bahrain-Victorious.
La de Mikel ha sido una victoria mística, más moral que real, pero un golpe al fin y al cabo que sirve para calibrar sus opciones en este Giro. Lo que vaya a pasar de aquí en adelante hasta llegar a la crono final de Verona nadie lo sabe, pero las dudas sobre si estaba en posición de pelear por la general ya han quedado disipadas. De momento, es séptimo en la tabla a 29 segundos de Juanpe y a 17 de Joao Almeida, el primero de los favoritos. Todo está en un puño y Landa ha venido con piernas para pelear por un sueño eterno en la carrera que mejor se le adapta y con una oportunidad única.
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