El respaldo unánime de la directiva madridista a Rafa Benítez, escenificada en la solemne rueda de prensa del lunes, ha logrado que el debate futbolístico no gire ya en torno a la salida inmediata del entrenador blanco. Quizá sobreviva apenas un par de meses, como ha sucedido ya con otros técnicos ratificados por Florentino Pérez en Concha Espina, pero parece seguro que llegará a Navidades. El diagnóstico oficial del club tras el desplome del equipo es ya claro: Benítez era y es el hombre idóneo para regenerar una plantilla “deteriorada” y necesita tiempo para trabajar. Tiene (¿por fin?) “plenos poderes”.
“Son muchos años en el fútbol”, dijo el martes en Lviv (Ucrania) Rafa Benítez, “y por eso tengo mucha confianza en que dos derrotas no van a cambiar todo lo bueno hecho, sino que deben reforzar el camino”. El técnico madrileño utilizó el sábado un equipo del gusto de todos y fracasó estrepitosamente: a nadie sorprenderá que se produzcan cambios en un equipo que ha rozado el ridículo en sus tres últimos oportunidades. Como mínimo dos serán forzosos: Pepe y Nacho por los renqueantes Ramos y Marcelo.
Cambios forzosos
Pero habrá más: uno de los factores más citados en la derrota merengue fue la combinación de jugadores recién recuperados de lesiones. Las señales apuntan a que el centro del campo será refrescado con dos suplentes del 'Clásico': el brasileño Casemiro (revelación del equipo en septiembre y octubre) e Isco, obligado a parar el sábado por su absurda expulsión contra el Barcelona. Aunque no se conoce la alineación titular, se presume que James y Benzema serán suplentes en Lviv. Benítez ha apostado por un 4-3-3 en sus últimos partidos, pero el esquema que utilizó en sus primeros duelos al frente del Real Madrid es un 4-2-3-1, con mayor presencia de centrocampistas organizativos, al que podría regresar ahora que otras alternativas han salido mal.
El Madrid está ya clasificado a octavos de final, lo que le otorga cierta tranquilidad, pero un triunfo sellaría acceder como primero de grupo y optar a un cruce más asequible. El conjunto español no pierde un encuentro a domicilio en la fase de grupos desde octubre de 2012. Más que los puntos en juego, el club necesita una demostración de compromiso colectivo y juego para mitigar la sensación de desastre instalada en la afición.
El calendario, un aliado
La gran carta de Rafa Benítez es el calendario: hasta mediados de febrero no tendrá un cruce eliminatorio de Champions League y la Liga ofrece sólo dos salidas comprometidas (Villarreal en diciembre y Valencia en enero) en medio de una serie de encuentros aparentemente asequibles. Dos meses y medio para enderezar el rumbo, tras ser apuntalado por la Junta Directiva frente a su vestuario ambivalente, se antoja un desafío complicado pero no imposible. "Estamos bastante unidos", afirmó Benítez en la rueda de prensa previa al partido: las tertulias deportivas de la semana dedicarán seguro horas a calibrar la sinceridad de sus palabras. Nadie en el entorno madridista niega la importancia esencial de la comunión entre Benítez y sus estrellas.
Mientras tanto, el Shakhtar Donetsk, entrenado por el rumano Mircea Lucescu, ha sido hasta ahora una de las grandes decepciones de la actual Champions: sólo ha acumulado tres puntos, pero ha mejorado bastante desde la ida en el Santiago Bernabéu (4-0), hace más de dos meses, donde mostró una sorprendente debilidad tras la marcha de su máximo goleador, Luiz Adriano (ahora en el Milán), y su jugador más desequilibrante, Douglas Costa (en el Bayern).