Hay un audio sobre el gol de Pedja Mijatovic que dio al Real Madrid su ansiada séptima Copa de Europa, 32 años después de la anterior, en el selecto grupo de los archivos históricos. La voz que se despepitaba aquella noche de primavera de 1998 en Ámsterdam fue durante dos décadas la más reconocible de la radio española en cuanto a narraciones futbolísticas. Y también la más apasionada. Gaspar Rosety (1958-2016) formó junto a José María García un tándem imbatible en los años 80 y 90 y marcó la escuela que han seguido después estrellas como Manolo Lama. Su ascenso, como el de tantos talentos indomables, fue tan rápido como su ‘desaparición’ de los medios (iniciada por cuestiones de salud). Muchos estudiantes de periodismo no saben hoy quién era el madrileño (gijonés de adopción) fallecido este domingo en la capital del reino, pero si preguntan a sus profesores, seguro que alguno eligió la profesión tras escucharle en Antena 3.
Rosety era hijo de otro siglo y pudo disfrutar de la mayor libertad de opinión que ofrece el periodismo deportivo en comparación con otros géneros. Los que trabajaron con él siempre destacaban su nivel cultural como segunda virtud. La primera era la pasión. José María García, su descubridor y mentor, el líder de las ondas que se lo trajo de Asturias a Madrid en 1982, recuerda cómo Gaspar solía presumir siempre de una frase atribuida al escritor Fernando Vizcaíno Casas: “Soy de derechas y del Real Madrid, como toda persona honrada”. La adscripción política pasaba desapercibida en su trabajo, pero el madridismo inalterable lo llevó siempre pegado en la frente.
La pasión por la ‘Quinta’
La ‘Quinta del Buitre’ fue una invención del periodista Julio César Iglesias, pero su cantor fue Gaspar Rosety. En la década de los 80, cuando la joven democracia española convirtió a Emilio Butragueño en el ídolo perfecto del fútbol patrio, nadie celebraba las genialidades del joven rubicundo como el locutor de Antena 3. “Gaspar, que luego lo vemos en la tele y no es para tanto”, amonestaba muchas veces en directo García al narrador, deslumbrado (como miles de madridistas) por las fintas y las paredes de un delantero genial, irregular e inclasificable.
Butragueño, hoy director de Relaciones Institucionales del Real Madrid (club donde trabajaría posteriormente Rosety) se permite una broma en medio del emocionado recuerdo al locutor y dice que ”le tenía engañado…” “Yo estaba en el campo, claro, no podía escucharle”, dice en conversación con EL ESPAÑOL, “pero luego la gente me contaba que había un narrador buenísimo que hablaba muy bien de mí”. “El recuerdo de Gaspar es inseparable de nuestra relación personal”, continúa el ‘Buitre’, de 52 años, que habla sobre lo bien que se llevaba su propio padre (hoy 91) con Rosety, sobre cómo convivían en los viajes europeos y con la selección (eran otros tiempos: había auténtico trato entre prensa y vestuarios) y su gratitud por lo “tremendamente generoso que fue con nosotros”.
Aterrizaje en Antena 3
Rosety es, sin duda alguna, una de las figuras más relevantes del periodismo deportivo radiofónico de las últimas décadas en España. Pertenecía a una familia del gremio y empezó a tener presencia en las ondas en Radio Gijón, a finales de los años setenta. Él quería ser abogado, pero acabó siguiendo el ejemplo de su padre (que falleció de un infarto mientras grababa una entrevista con el futbolista Tati Valdés) y de su hermano Manuel.
El encuentro con José María García en 1982 cambió su vida para siempre. “Me habían hablado de un chico que destacaba en una emisora asturiana”, cuenta García, “y cuando vino a Madrid se incorporó rápidamente a la emisora”. Era 1982 y Rosety pudo narrar su primer Mundial, donde vio perder a otra de sus querencias: la selección española. Y ya no paró. Le dio tiempo a verla coronada campeón del mundo, narrando el duelo contra Holanda para una radio más pequeña, alejado de las grandes cadenas, en una gélida noche en Johannesburgo de 2010. “Soy más español que el poropompero”, solía chancear con sus amigos.
“¿Quién no ha tenido una debilidad?”, comenta con ternura un afectado García sobre la pasión de Rosety por Butragueño y su tendencia a la hipérbole cuando narraba desde el Bernabéu. “Era un hombre muy culto”, rememora en conversación con este periódico el hombre que monopolizó la atención de millones de aficionados al deporte en la medianoche durante lustros, “muy aficionado a la lectura, y muy curioso, algo importantísimo en esta santa profesión… Tenía además muchos reflejos. Pero su mayor virtud era la pasión”, confirma.
La carrera de Rosety se vio interrumpida en los 90 por un infarto sufrido en el propio Bernabéu, del que le sacó (recuerda el propio García) Miguel Ángel García Herrador, por entonces jefe de los servicios médicos del club. “Pero quedó muy tocado”, recuerda su ex jefe, “ya no podía viajar tanto y esas cosas… Luego le dio otro en Huelva… Él tenía que moderarse en el comer y en el beber, tenía un sobrepeso de 30 kilos. Pero no se cuidaba mucho. Es un hombre que sólo ha sido malo para sí mismo”.
Alejamiento de los medios
La frase “¡Atención, Gaspar, minuto y resultado!” evoca una época de la radio española. Rosety se fue a la COPE con García cuando el grupo Prisa compró Antena 3. Fue subdirector de Deportes hasta que emigraron a Onda Cero ("la etapa más infeliz de mi vida", diría después). El regreso a la COPE le permitió vivir el Mundial 2002 con la máxima intensidad; escribiría también en Diario 16 y Marca, entre otros periódicos.
Su huella en el medio es muy superior al influjo de su última década, en la que se incorporó al Real Madrid (2006-2008), primero, y a la Federación de Fútbol, después (desde 2009 hasta su muerte). Nunca dejó del todo los medios (escribió columnas en La Voz de Galicia hasta el final) y seguía saliendo permanentemente a comer con compañeros de oficio, aunque su diagnóstico del mismo era muy pesimista. Su definición del periodismo: "La ciencia de buscar la verdad y el arte de saber contarla desde un procedimiento ético".
Rosety decía echar en falta en los últimos años más compromiso y más valentía. Recibió premios hasta el final de su carrera (en 2013, por ejemplo, la Antena de Oro). “El cielo ya tiene narrador para sus partidos. Al mejor”, apuntaba el día de su muerte su sobrino Ricardo. Deja una viuda y tres hijas. Su ejemplo sirvió de inspiración para espléndidos locutores que le sucedieron en las ondas españolas. Pero ya no hay ninguno, como dice José María García, “que viviese cada partido como si fuese la final del Mundial”.