10 de agosto de 2012, Juegos de Londres, final de 1.500 metros femeninos. 12 atletas esnifan el sonido del estadio olímpico, interiorizan las vibraciones del tartán, estiran las piernas y relajan los músculos. 80.000 personas las observan en directo; millones de aficionados lo hacen por televisión. Ellas respiran hondo, clavan los tacos y acuden al cielo. Rezan o se acuerdan de su familia. Cogen posición, suspenden el reloj en la nebulosa de la eternidad, escuchan sonar la pistola y echan a correr. Cuatro minutos, diez segundos y 23 centésimas después la turca Asli Cakir Alptekin cruza la meta. Sonríe, abraza, celebra y disfruta. Pero todo es mentira. Ella y cuatro compañeras más han hecho trampas o las harán posteriormente. No lo saben -o así lo aparentan-. Su júbilo no es real. Son una mentira. Como la carrera, como el espectáculo, como todo.

1500 metres women (final) - London 10/08/2012

Han pasado algo menos de cuatro años, casi un ciclo olímpico completo, y la lista sigue creciendo sin que nadie sepa en que momento va a parar. Alptekin, primera aquel día, dio positivo por dopaje y no podrá competir hasta 2021; y Gamze Bulut, plata en Londres, podría seguir su camino por alteraciones en su pasaporte biológico, según se ha anunciado recientemente. Es decir, aquel 'milagro' turco -ambas comparten nacionalidad- podría capitular en breve si se confirma que la atleta de 23 años también hizo trampas ese 10 de agosto de 2012.



Pero ellas dos no son las únicas a las que ha golpeado con puño de hierro la justicia. Yekaterina Kostetskaya y Natallia Kareiva, que finalizaron en séptimo y noveno lugar respectivamente, también fueron sancionadas tras la mencionada carrera. Y la semana pasada, la atleta sueca de origen etíope Abeba Aregawi, quinta en aquella final, fue suspendida temporalmente por dar positivo en un control antidopaje. Es decir, engordó la lista de fraudes, aunque lo suyo haya sido posterior a la carrera y esté por determinar cuántos años ha competido pasando por impune.



De esta forma, y si se confirma todo lo anterior, Maryam Yusuf Jamal, tercera aquel día, podría ser la ganadora oficial de aquella carrera, y Tatyana Tomashova pasaría a ser plata, y Rowbory (sexta en la prueba) sería bronce. Eso sí, a estas alturas nada parece seguro. De hecho, Tatyana estuvo dos años sancionada por dopaje antes de los Juegos de Londres. Lo único cierto es que la lacra del dopaje sigue lastrando las carreras pasadas y, si nadie lo para, lo hará también con las futuras. Así lo demuestra la historia de este deporte.



LA CARRERA DEL SIGLO TAMBIÉN FUE MENTIRA



El 24 de mayo de 1988, en los Juegos de Seúl, pasó algo parecido, aunque las circunstancias y el contexto eran distintos. Aquel día, Ben Johnson, con el brazo derecho levantado, batió el récord del mundo en 100 metros lisos (9.79) dejando por detrás a Carl Lewis (9.92), Linford Christie (9.79, Calvin Smith (9.99) y seguidos por Mitchell, Da Silva, Williams y Stewart. Es decir, hasta cuatro atletas bajaron de 10 segundos en la carrera de todos los tiempos. Sin embargo, aquel fogonazo duró bastante poco. Y lo hizo porque por primera vez -entonces no estaba tan extendido el dopaje o, al menos, no aparecían casos con tanta frecuencia- el ganador había hecho trampas.



Poco después de la carrera. En concreto, 48 horas más tarde, se confirmó la falsedad: Ben Johnson dio positivo en un control antidopaje y fue despojado de su oro olímpico, que fue a parar a Carl Lewis. Pero poco importó. El tiempo ha demostrado que muchos de ellos hicieron trampas aquel día. Porque con el tiempo, cinco de los ocho participantes en aquella carrera de Seúl se vieron involucrados en asuntos de dopaje. Y 'la carrera del siglo' acabó siendo el 'fraude del siglo'. Este fue el primer capítulo de muchos más. El último, ya saben, el de la carrera de 1.500 en Londres 2012.

1988 Olympic 100 Meter Final - The Greatest Race in History: Ben Johnson 9.79

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