Miguel Ángel López (Llano de Brujas, Murcia, 1988) debe ser de las pocas personas en España que sigue comprando Coca-Cola normal. El dato, aunque prescindible, es significativo. Demuestra, al fin y al cabo, que cualquier persona puede llegar a ser olímpica. Eso piensa él: campeón del mundo y de Europa en 20 kilómetros marcha y favorito para colgarse el oro en los Juegos. Pero también aspirante al 50, donde todavía no ha conseguido plaza, pero la busca. Sin prisa, pero sin pausa. Al compás de Michael Jackson, moviendo las caderas al ritmo que marca el cronómetro y contestando sin pudor a las preguntas de EL ESPAÑOL. Tiene mérito.
Empezando por el principio. Usted nació en Llano de Brujas (Murcia), una pedanía de apenas 5.000 habitantes. ¿Qué recuerda de su infancia?
Yo vivía en la calle principal del pueblo y allí me crié. Era otra época, había menos tecnología y nos pasábamos el día jugando fuera de casa. Y ya desde pequeño empecé a ‘apuntar’ maneras. Con cuatro años participaba en las carreras populares y con siete empecé con el atletismo.
Imagino que veía Oliver y Benji de pequeño. ¿Qué es más larga: una carrera de 50 o el campo de fútbol de la serie?
Pues están más o menos a la par. Acabar un 50 es casi como marcar un gol. Ambas cosas son muy largas. Aunque, dicho sea de paso, en la serie desesperaba un poco hasta que conseguían llegar al otro campo [Risas].
¿Era de los niños que hacían ‘putadas’ o al contrario?
[Risas]. Ni una cosa ni la otra. Fui un niño bueno y no me metía en muchos líos, pero me hacía respetar también. Y en casa era mi hermana, cuatro años mayor que yo, la que más trastadas hacía. Pero sí que alguna vez la lié. Un día, en el bar de mis padres, que estaba debajo de mi casa, metí un tenedor dentro del microondas… Te puedes imaginar. Pero si era bueno o malo, que lo diga mi madre…
He leído que hacía baloncesto, kárate… ¿Ha perdido España a un futuro Gasol?
Bueno, Gasol seguro que no porque como pívot no doy la talla [Risas]. Pero no se me daba mal. Quién sabe. Si hubiera seguido igual estaría ahora como Llull, metiendo triples desde mi propio campo. Yo era un poco así, me gustaba llevar el juego, tenía buen tiro y una buena entrada.
¿Cuándo empezó a decir en el colegio que quería ser marchador?
No lo recuerdo exactamente. Puedo decir que comencé a hacer marcha a los 11 años y que fui introduciéndola poco a poco en mi vida. Luego a los 12 años o así ya empecé a competir. Pero realmente te das cuenta de que te puedes dedicar a esto cuando das el salto a nivel internacional. Vas cumpliendo etapas y sueños, ves que sigues por el buen camino y alcanzas las metas.
¿Y ligaba más en el colegio con eso de ser marchador?
[Risas]. No lo sé, la verdad, lo tendrían que decir mis compañeras… Pero sí es cierto que los deportistas de la clase siempre son los mejor mirados.
¿Tenía algún apodo por aquel entonces?
[Risas] Ahora mis amigos me llaman ‘Champion’, pero por entonces no recuerdo que tuviera ningún apodo. Al menos, que yo supiera.
Usted nació en 1988, año en que se aprobaron las becas ADO. ¿Dan para hacerse rico?
No, evidentemente no. Si consigues alguna, puedes pasar algunos años haciendo lo que te gusta. Pero no. No son fáciles de obtener ni para toda la vida porque hay que estar entre los mejores del mundo. Al final, también hay que hacer otras cosas. Yo, por ejemplo, estudio Ciencias de la Actividad Física y del Deporte en la UCAM de Murcia.
Las becas ADO no dan para hacerse rico
¿Qué le da más miedo: lesionarse o que le quiten la beca?
Lesionarme, sin duda, porque si no puedes competir es imposible conseguir la mínima.
¿Cuánto entrena a la semana?
Pues suelo hacerlo de lunes a sábado, dejando el domingo para descansar. Luego hay semanas fuertes en las que hago 150 kilómetros y diariamente 20-25 kilómetros, dependiendo de la época.
En su página web dice que le gustaría que la gente se preocupara más por lo realmente importante. ¿A qué se refiere en concreto?
Yo creo que perdemos demasiado tiempo en tonterías. Por ejemplo, ahora con Internet, estamos más tiempo pendientes de las redes sociales y del móvil que de disfrutar de las cosas importantes de la vida: los amigos, la familia…
¿Perdemos también mucho tiempo con la política?
Bueno, es importante. Pero no todo en la vida es política. No podemos estar 24 horas pensando en ella, cada cosa en su justa medida.
De hecho, da la sensación de que a España le va mejor sin Gobierno…
[Risas]. No sé dónde he leído que hacía dos meses que no subía el IVA… Claro, eso es porque estamos sin Gobierno. No sé. Evidentemente, lo único importante es que el próximo que entre lo haga lo mejor posible.
Hablando de los líderes políticos. ¿Con cuál se iría de marcha, a comer, de copas y al teatro?
Pues voy a elegir uno de cada uno, así no hay peligro. Con Soraya Sáenz de Santamaría me iría de marcha, por aquello de que la vi bailando en El Hormiguero; con Albert Rivera, a comer, porque creo que puedo tener una buena conversación con él; con Pablo Iglesias, de copas; y con Pedro Sánchez, al teatro.
Me iría de copas con Pablo Iglesias
Le voy a decir tres frases y usted conteste con lo primero que le venga a la cabeza. La primera es de Michael Jackson, su ídolo musicalmente hablando: “Si no tienes fe, puedes enloquecer”.
Bueno, está claro. Yo creo que hay que tener fe para seguir adelante.
La segunda es de Joaquín Sabina: “Mi plan es envejecer sin dignidad”.
Hay que tomarse la vida menos en serio de lo que a veces hacemos. Pero también cada uno tiene que valorar su dignidad. Yo prefiero envejecer con ella.
Y la tercera es de Mick Jagger: “Tengo hábitos realmente desagradables… tomo té a las tres de la tarde”.
[Risas]. Bueno, yo también tengo alguno. Por ejemplo, no dormir la siesta cuando estoy en casa. Fuera sí que lo hago, pero no en casa. Eso es un hábito bastante desagradable.
Volviendo a la marcha. Usted va a competir en los Juegos en 20 kilómetros, pero no tiene asegurada la plaza en 50. ¿Cómo se imagina Río?
Creo que tiene que ser como un paraíso, con playas y mucho ambiente. Y ojalá sea una experiencia única deportivamente hablando. En cualquier caso, personalmente será algo muy enriquecedor.
¿Cómo se lleva a cabo una carrera perfecta?
Estando físicamente y mentalmente al 100%, y siendo consciente de tus posibilidades.
¿Se plantearía no ir a los Juegos por el virus Zika?
Si peligra mi vida, igual sí. Pero espero que no sea así y la situación esté controlada.
¿El objetivo es el oro?
Sí, al menos, en 20 kilómetros. En esa distancia ya soy campeón del mundo y de Europa y ahora me falta el oro olímpico. Y en 50, si consigo la plaza, hacerlo lo mejor posible.
Por último, tengo que preguntarle por una duda existencial. ¿Qué es más fácil: freír un huevo frito en verano en una plaza de Murcia o ganar el oro en los Juegos Olímpicos?
Sin duda, el oro. Aquí, en verano, es muy fácil freír un huevo frito... [Risas].