Quiso el destino que el Atlético, como la temporada pasada ante el Leverkusen, se jugara el pase a cuartos desde el punto de penaltis. Después de un partido agónico, encorsetado y con pocas ocasiones. Sin goles durante el tiempo reglamentario (0-0) y condenado a decidirse desde los once metros. Entonces, en el último instante, el Cholo Simeone levantó los brazos, el Calderón comenzó a rugir, Narsingh falló desde el punto fatídico y Juanfran certificó el pase para los rojiblancos (8-7).
Decía Cocu en la previa que le daba igual cómo llegar a cuartos, que si tenía que ser mediante prórroga y penaltis daba igual. Y a eso jugó el PSV, que tuvo ocasiones, pero se fue achicando según pasaron los minutos, metido en su campo y buscando sólo el gol en las pocas jugadas de contra de las que dispuso. Y así llegó a la tanda desde los once metros, donde la fe holandesa capituló engullida por la del Atlético de Madrid.
Al otro lado, y desde el principio, el Calderón le pidió a los suyos que “nunca dejaran de creer”. Y lo cierto es que el Atlético tuvo fe desde el principio y hasta el final, pero también pasó por dificultades. Sobre todo, en la primera parte, con un PSV que buscó la pelota y creó ocasiones. Incluso, que quiso llevar el peso del partido, sin esconderse -a pesar de formar con cinco defensas- y tuvo dos oportunidades muy claras: la primera la salvó Oblak y el disparo de Ginkel se fue por alto. No obstante, superado ese arranque, el Atlético se puso el mono de trabajo y pudo adelantarse en un mano a mano de Griezmann con Zoet.
El Cholo, que en la previa había confesado que estaba pensando jugar con tres centrocampistas, puso cuatro -con Augusto de mediocentro-, pero cambió el dibujo en la segunda mitad, quitando al argentino y metiendo a Fernando Torres. Pero lo cierto es que la más clara vino de la mano de los holandeses: Locadia golpeó la pelota desde dentro del área y el balón pegó en el palo, y en la misma jugada, el PSV erró un cabezazo y un disparo a puerta vacía.
Se salvó el Atlético, pero, como viene siendo habitual durante esta temporada, se atascó en ataque. Tocó, tocó y tocó. Incluso, jugó mejor que su rival. Pero ni con esas. En los metros finales le faltó chispa y, sobre todo, convertir alguna de las múltiples ocasiones de las que dispuso. Dos de ellas de Torres y otra de Filipe Luis, que se cayó dentro del área y pidió penalti. Sin embargo, se acabó dejando llevar hasta la prórroga, casi por inercia.
Y de la prórroga al punto fatídico. Y allí tuvo que volver a creer el Atlético de Madrid. Necesitó esperar hasta el final, después de siete penaltis tirados por el PSV, el Cholo Simeone levantó los brazos y Narsingh se vino abajo y mandó su disparo al palo para dejarle todo en bandeja a Juanfran, que convirtió el último para darle el pase al Atlético, que volverá a estar en cuartos de final. Con el Calderón y con el Cholo. Pero, sobre todo, sin dejar de creer.