El Madrid se va de Semana Santa sin mayores sobresaltos, a la espera de que lleguen los cuartos de final contra el Wolfsburgo. La proverbial contundencia merengue volvió a desnivelar un partido bastante entretenido contra un Sevilla que sigue sin ganar fuera de casa en Liga (su gran problema esta campaña) y que entró en un juego extraordinariamente arriesgado cuando enfrente está el equipo blanco: el intercambio de golpes, uno a uno, con equipos que, sobre todo en la primer parte, concedían el balón y esperaban atrás para anestesiar al rival a contragolpes.
El partido, devaluado por la mala situación del Madrid en la Liga, no dejaba de ser un tercero contra quinto, entre dos equipos clasificados para los cuartos de final de competiciones europeas. El Sevilla lleva ya nueve temporadas sin puntuar en Chamartín, pero venció al Madrid en la ida; fue el equipo que prolongó la herida abierta por el Barça en Chamartín una semana después y decantó el destino de Rafa Benítez. Con las bajas de Pepe y Ramos, a priori el partido tenía interés (y no defraudó).
Ya desde el minuto 5, en su primera aproximación, Benzema ilusionó al público al rematar exquisitamente a gol, empalmando a bote pronto, un centro de Bale. Dos minutos después, el francés Gameiro (espléndido su partido, solitario en la punta) equilibraba el tanteo de ocasiones y anunciaba un encuentro alejado del tedio.
El Madrid mostró su faceta comprometida e intensa, con Casemiro consolidado en el mediocentro defensivo y Kroos más arriba, apareciendo en mediapunta, liberado por la solvencia del brasileño en labores defensivas. Bale muestra señales físicas muy esperanzadoras para la Champions y desplegó actividad constante en ataque y en defensa. Mandó un balón al poste al cuarto de hora, pero el dominio del Madrid no era concluyente: el Sevilla, como le pasa siempre a los de Zidane, llegaba con cierta facilidad al área de Navas. Un partido abierto, intenso, en el que el Madrid dejaba jugar para explotar la verticalidad de la ‘BBC’. Cristiano probaba a Sergio Rico, que demostraba por qué sigue yendo a las convocatorias de la selección.
Navas vuelve a aparecer
En el minuto 25 un penalti claro por agarrón de Varane a Rami, de esos que no se suelen pitar, trajo el silencio al estadio. Keylor Navas volvió a demostrar que es el hombre más regular del equipo y cortó la progresión de Gameiro, un incordio permanente, al que sólo le faltaba el gol y no había podido completar su particular faena. El árbitro le había anulado un tanto legal a Bale, pero compensaría con otra decisión similar en el área contraria. El partido era un ida y vuelta bastante entretenido, que reproducía el ecosistema predilecto para la ‘BBC’: la velocidad y el espacio. Tremoulinas, por la izquierda, Iborra y Gameiro eran los estiletes del empuje andaluz.
Hacia el final de la primera parte el Sevilla se sintió más cómodo, habiendo salido relativamente indemne del intercambio de golpe. Habían sido 45 minutos vertiginosos, algo descontrolados, sin mucha combinación pero dinámicos, agradables para el público, con mucha jugada de área y un Sergio Rico magnífico. Benzema había sido el mejor futbolista sobre la cancha: compendio de asociación y pegada, ya se sabe que enriquece a sus compañeros.
Salida en tromba
El Madrid salió del vestuario muy enchufado, presionando arriba, como viene siendo habitual en el Bernabéu tras las arengas de Zidane durante los descansos. Sostenido atrás por un eficaz Nacho y un buen Varane (muy rápido, como de costumbre, aunque con un par de imprecisiones a las que no está acostumbrado el público), los blancos decidieron presionar arriba y cerrar el partido. El Sevilla, para alegría del público, se animó también y adelantó la presión: seguía el vértigo, la prisa. Benzema estaba en todas las jugadas. Kroos acompañaba, pero no le abandona el efluvio de una cierta esterilidad.
En el minuto 58 Cristiano falló un penalti y trajo cierta incertidumbre a las gradas. Pero el vendaval blanco, posibilitado por la vigilancia de Casemiro y auxiliado por el despliegue de Marcelo y Danilo en bandas, era imparable. Bale mandó un balón al larguero antes de que CR7 enviase a la red un buen centro de Danilo (que cada semana se rehabilita un poquito en el imaginario madridista) y el galés definiese definitivamente el partido en otra jugada del trío ‘galáctico’. El resto del encuentro siguió por líneas parecidas: muchas llegadas a ambas áreas, un paradón inverosímil de Navas a disparo de Gameiro, creciente autoridad merengue y un postrero tanto de Jesé para rematar la goleada. Era un partido con riesgo para Zidane, pero el francés salió de él con buena nota, imagen de seriedad, y puede irse de vacaciones con la satisfacción que le produjo el sorteo Champions del viernes pasado, la mejor noticia para el equipo en varias semanas.