El Atlético puede que no sea el mejor de Europa. Y quizás tampoco de la Liga. Eso es lo que dicen los números, pero las sensaciones son de estar ante un equipo excelso, que sepulta compromisos entre victorias anodinas y da la talla en los días grandes. Sin achicarse, compensando el poderío económico de otros clubes con un fútbol de resultados, entrega y efectividad que sirve para sumar los tres puntos contra el Espanyol (1-2) y mirar de frente al Barcelona (2-1). Pero, sobre todo, para seguir vivo en Liga y no desfallecer en Champions. En Cornellà-El Prat, con un tanto de Torres -magnífico su estado de forma a día de hoy-, otro de Griezmann, que ha hecho del gol una de las cuatro comidas del día, y un último de Koke.
No cedió el Atlético en Cornellà-El Prat. Ni pensó en el Barcelona. Ni en las expulsiones. Ni en los árbitros. Saltó al césped y se comportó como acostumbra. Achicó líneas, presionó en campo contrario y estuvo a punto de adelantarse nada más comenzar el partido con un disparo de Torres a la cruceta. Sin embargo, a pesar de no cambiar un ápice su filosofía, cometió un fallo impropio en defensa. Juanfran dejó escapar a su par y Diop cabeceó a placer para poner por delante al Espanyol. Pero el susto tan solo sirvió para que el equipo del Cholo se reafirmara en su idea de juego. O, mejor dicho, para que ensayara de cara al próximo miércoles, contra el Barcelona. Y, de paso, para que el 'Niño' confirmara su buen momento de juego marcando el empate como si hubiese vuelto a su infancia. Sin pensarlo ni un momento: recibió un buen balón de Koke, controló y la cruzó con el tino de los grandes delanteros.
Sucede que para que los de arriba funcionen necesitan a alguien que les asista. Y ese, de un tiempo a esta parte, está siendo Koke. Quizás menos pegado a la banda que antes, más centrado, apareciendo en la mediapunta. Él fue quien fabricó el segundo, cediéndole el balón a Griezmann para que hiciera el segundo antes de desaparecer y colocar su mirada en busca de la Champions. Porque lo cierto es que el Atlético, una vez hechos sus deberes, desapareció progresivamente hasta apagar la vela del partido a partido para centrarse en lo que está por venir. Y, sobre todo, para no sumar esfuerzos innecesarios tras la exigencia europea y el desgaste mental que supuso la actuación arbitral.
Contemplado el escenario y visto el recorrido de la última semana, con el consiguiente tercer gol de Koke para cerrar el círculo, hay varias certezas que sirven para confirmar -por si alguien lo dudaba- que el Atlético siempre estuvo vivo. Y que de hecho lo está más que nunca: jugando bien, anotando goles y sin dejar de ser ese cerrojo en defensa que le permite tener sólo 16 goles encajados en toda la Liga. Ahora, simplemente, queda confirmar ese buen momento contra el Barcelona -ojalá sin polémicas arbitrales-.
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