Era Jueves de Feria y el Sevilla no podía fallar tras haberse llevado un 1-2 de San Mamés en la ida, pero el equipo de Unai Emery está acostumbrado a ganar sufriendo. Los andaluces aspiran a ganar su tercera Europa League consecutiva tras doblegar en los penaltis a un equipo, el vasco, que tampoco mereció perder una eliminatoria igualada y de alto nivel balompédico.
Tuvo que ser un ex bético, Beñat Etxeberria, el mejor futbolista de la noche, quien viese su trabajo frustrado por un penalti fallado en la tanda decisiva: el mismo balón que redimiría al joven guardameta del Sevilla, David Soria, que compensó con su pared su claro error en el primer gol. El portero, impresionado por el ambiente, decía que era quizá el mejor momento de su vida tras la conclusión del trámite.
Otra vez Gameiro
Como en Turín hace dos años, fue un Kevin Gameiro casi lesionado el que marcó el penalti de la victoria. Antes habían pasado muchas cosas buenas para los amantes del fútbol. Emery y Valverde saltaron al césped con lo esperado. La baja de Banega fue cubierta en los locales con Iborra (que ejerció de capitán). El ‘txingurri’, por su parte, introdujo en el once a Raúl García por detrás de Aduriz y puso de titular a Lekue, la gran novedad, en detrimento de Muniain, que saldría en la segunda parte.
La intensidad, como en el partido de ida, fue elevada hasta el final (con tangana incluida en la tanda de penas máximas). La primera mitad fue explosiva físicamente; no mostró un fútbol demasiado elaborado, pero registró ocasiones en ambas porterías (más por parte del Sevilla, quien hasta el descanso se encontraría aún relativamente tranquilo). El juego mecánico de los locales contrastaba con el fútbol directo del equipo de Valverde, dirigido por el guante de Beñat en su pierna derecha. Pero el gol visitante no llegaba, la afición seguía de feria.
El inicio de la segunda parte fue como la de hace una semana en San Mamés, pero retardado unos minutos y con algunos papeles cambiados. El primero que buscó el gol fue el Sevilla, con una ocasión clarísima de Iborra que detuvo Herrerín con un paradón. Habían comenzado bien, pero un fallo de Soria en un chut de Adúriz trajo la preocupación a las gradas de Nervión. 0-1.
Nervios en el Pizjuán
Gameiro, en jugada trenzada por Krychowiak, se encargó muy poco después de igualar el marcador, pero los bilbaínos estaban a un gol de la prórroga y adelantaron líneas. Su plan pareció caerse con una de las peores noticias posibles (la lesión muscular de Adúriz, su ariete), pero el equipo de Valverde se sobrepuso a su ausencia y al ambiente de las gradas hasta marcar el 1-2 en un fabuloso centro de Beñat desde la izquierda que Raúl García cabececó en parábola por encima de Soria. Quedaban doce minutos y al campeón europeo se le atragantaban los cuartos. Gameiro y N’Zonzi habían podido sentenciar, pero el gol silenció el Sánchez Pizjuán durante unos instantes. El subidón anímico visitante aconsejaba llegar a la prórroga sin más noticias.
La prórroga fue dominada por los bilbaínos, que pudieron romper la eliminatoria con una vaselina de Susaeta en su primera mitad. El cansancio trajo calambres y derivó en una segunda parte conservadora, en la que ninguno quería arriesgar. Llegaron los penaltis y le tocó al mejor futbolista de la noche equivocarse con un penalti mal tirado (el único fallado de los diez) que confirma la madurez competitiva del Sevilla y le aproxima al sueño de conquistar su tercera Europa League consecutiva.