La prensa y el mundo del fútbol habrían sido probablemente críticos con el Real Madrid de las semifinales de Champions si el entrenador hubiese sido aún Rafa Benítez: replegado atrás en defensa, sabedor de sus limitaciones defensivas en ausencia de Casemiro, el equipo merengue hizo un partido serio y esforzado, humilde a ratos, obsesionado por juntar ocho hombres en el primer tercio del campo y desactivar las combinaciones (poco creativas) del Manchester City para habilitar a Sergio Agüero en el área. Con bajas en la delantera y en la medular, el cuarteto defensivo de Zidane aguantó al equipo durante todo el encuentro. Si se suma el espectacular partido de Pepe en el Etihad Stadium, no hay duda sobre el protagonismo excluyente de la zaga madridista en su pase a la final.
Puede parecer evidente, pero la temporada de Pepe y Ramos no estaba siendo precisamente buena: la hemeroteca de este año guarda numerosas crónicas sobre actuaciones salvadoras de Keylor, Casemiro o Carvajal y la preoupante condición física de Ramos. El central portugués anuló al ‘Kun’ en la ida y el andaluz justificó por fin plenamente su capitanía en la vuelta del Bernabéu. Recuperó 13 balones, interceptó 9, ganó un 93% de los duelos defensivos y dio 51 pases correctos de 55. Un rendimiento, esta vez sí, de élite en un central que quizá haya diseñado su recuperación física teniendo en cuenta la Eurocopa de junio.
"Defender es lo primero"
La solvencia del Madrid en defensa es particularmente destacable teniendo en cuenta la ausencia de Casemiro, centro gravitatorio del poder destructivo del equipo en mediocampo. Kroos, Modric e Isco jugaron un más que aceptable partido, pero el Madrid nunca llegó a dominar con autoridad: ni siquiera le interesó. “Defender es lo primero” (como ya advirtió Zidane en la previa). Ya cazarían Cristiano o Bale algún balón arriba. Y así sucedió: el Madrid tuvo suerte en un rechace envenenado y se amuralló en torno a Keylor Navas con una eficacia digna de los tiempos de Mourinho.
O incluso mayor. La sostenida caída en el número de remates (y goles) recibidos por el Madrid en los dos últimos meses refleja estadísticas mejores que los dos técnicos predecesores de Zidane. Los blancos han pasado de ser un equipo poroso a ser un equipo compacto, difícil de atacar. El repliegue del francés, al acortar la jurisdicción de Pepe y Ramos, no obliga a los centrales a vigilar tanto territorio ni a dejar tantos metros entre sus espaldas y Ramos: más seguros, menos vulnerables a contraataques en velocidad, han podido desplegar en las semifinales sus dos principales recursos: el juego por alto y el sentido táctico.
Al Madrid solo le dispararon cinco veces en Manchester. En el Bernabéu, aún menos (y ninguna entre los tres palos). Keylor Navas ha hecho una parada en toda la eliminatoria. La guardia pretoriana de Zidane (Ramos, Pepe, Carvajal y Marcelo) han sido la primera línea del Madrid en los duelos cruciales de un curso con desenlace milagroso: la victoria en Barcelona (punto de inflexión), el 3-0 al Wolfsburgo en la vuelta de cuartos de final de la Champions y las semifinales. Menos Ramos, todos habían descansado en la visita a San Sebastián del sábado pasado.
Las defensas sobre el toque
El guardiolismo deja Múnich con una espina clavada mientras la mejor defensa del mundo (el Atlético de Madrid) y un Madrid que pareciese entrenado por Rafa Benítez se plantan en la final de Milán. La palabra ‘catenaccio’ estará en cientos de titulares la última semana de mayo. Millones de aficionados del mundo entero se han rendido al liderazgo de Simeone, pero Ramos parece haber puesto fin a dos años decadencia y volverá a encarnar al Madrid más guerrero: "Hemos sabido sufrir y juntarnos. Ahora a dejarnos el alma en otra final. Sabemos cómo ganarla”.