Las primas a terceros están prohibidas, pero todo el mundo sabe que existen. Nunca se sabrá si el Levante ganó al Atleti estimulado por un maletín o por el cansancio colchonero tras la batalla de Múnich (o por una combinación de ambos factores). La victoria del único equipo ya descendido a Segunda sobre el finalista de la Champions vuelve a poner de manifiesto la famosa impredecibilidad del ‘deporte rey’. Sin embargo, la salvación este domingo del Deportivo y del Granada retirará el ingrediente épico a una última jornada paradójica: después de tantos meses de crisis madridista, la Liga se despedirá con un regreso a su pronóstico inicial (ser cosa de los dos equipos más poderosos).
El Atleti gana una semana
La sorprendente caída del Cholo Simeone en un estadio donde no ha ganado nunca como entrenador dará una semana adicional de preparación a un equipo en el límite de su aguante físico. Milán es más importante que cualquier otra cita o deseo para un club al que el destino le otorga una inverosímil oportunidad de revancha sólo dos años después de aquella final de Lisboa.
El movimiento atlético no se rasgará ninguna vestidura. Como dijo su entrenador tras la derrota, “nos quedamos a un partido de seguir compitiendo con Barcelona y Real Madrid, otros años faltando diez ya estábamos fuera. Estamos más cerca”.
De los tres equipos en liza este domingo, sólo uno cumplió holgadamente. El Barcelona parece haber recuperado la tranquilidad y las sensaciones con que dominó de forma incontestable la temporada durante seis meses, hasta comienzos de abril. Su goleada contra el Espanyol es ya una costumbre anual y el ‘Tamudazo’ un recuerdo cada vez más tenue. Suárez ha logrado resistir el último tercio de temporada de Cristiano, aprovechándose también de su reciente lesión, y refrendará su condición de mejor delantero centro del planeta (Ronaldo desborda esa definición) con el título al máximo goleador de la mejor Liga de Europa. Ha sido el jugador más regular de la 'MSN'.
Confusión en el Bernabéu
El Madrid hizo este domingo según su entrenador una “primera mitad enorme” contra el Valencia, pero el partido dio señales de falta de intensidad tanto en el césped como en la grada, más pendiente de la despedida de Arbeloa que del posible campeonato: el Atleti había marcado en el minuto 1 (aunque perdiese después) y el Barça encarriló el partido casi igual de rápidamente.
Si el Barcelona había alineado a su mejor ‘once’, el Madrid reservó a Keylor, Carvajal, Modric, Bale o Pepe. Zidane anunció también rotaciones contra el Deportivo el próximo domingo. Aunque se vaya a llevar a toda la plantilla a Galicia para disputar la Liga “hasta el último minuto”, las precauciones del entrenador francés para proteger jugadores con vistas a la final son ostensibles y comprensibles. Era una anomalía que el Barça perdiera la Liga y ahora que depende de sí mismo cuesta imaginar un desastre de una magnitud que obligaría a un cambio de entrenador.
El precedente de 2014
El Barcelona ganó 1-3 el año pasado en Granada, pero la temporada anterior (con Martino) perdió 1-0 y se despidió del torneo. La semana estará llena de previsiones y comentarios sobre estadísticas pasadas, aunque en el Real Madrid el segundo puesto es ya un aperitivo de la gloria que buscarán el 28 de mayo. En Riazor jugará Ronaldo, aunque sólo sea para intranquilizar mínimamente a Suárez, pero saldrá un equipo diferente al de San Siro.
La evitación del ridículo en la competición doméstica ha sido otro triunfo de un Zidane que siguió comportándose con serenidad oriental tras un partido alocado que su equipo ganó sin merecimientos y un gol precedido de fuera de juego. El último cuarto de hora, con cinco defensas sobre el campo y Jesé de único punta, el equipo fue asediado por un Valencia que no pareció el Valencia. Casilla hizo un partidazo y la radio recuperó el sabor del domingo con constantes alarmas de gol.
El final de temporada del Madrid es digno de tesis doctorales sobre la imprevisibilidad del fútbol, pero un tropiezo del Barcelona el domingo en Los Cármenes colocaría esta Liga 2015-2016 en el panteón de las campañas memorables. Los aficionados, pendientes también del drama del descenso, volverán a sentir por un domingo más el aroma inigualable del carrusel deportivo.