Milán

Hace dos décadas el estadio de San Siro albergaba probablemente el mejor balompié del mundo, pero Milán ha dejado de ser una potencia futbolística y este mes de mayo, por un fin de semana, homenajea al deporte español. La capital económica e industrial de Italia parece Londres: no se puede hablar en castellano sin que alguien responda o se ría a tu espalda. Hay madrileños de todo pelaje, edad y condición.

El metro es un festival de cánticos futboleros. Los hinchas salen del subterráneo y desafían un sol de justicia para improvisar botellones en las dos ‘fan zone’ designadas (el Atlético, la Estación Central; el Madrid, en Pagano). Su mayor queja es la temperatura de la cerveza: “Estos tíos beberán copas, ¿no?”, empezaba a oírse cuando no eran todavía las tres de la tarde y la gente buscaba hielos y sombra. Mientras los animadores, subidos en el escenario, intentaban hacer bailar a miles de personas bajo una solanera que recuerda a la canícula extremeña en julio.

Tienen más éxito con la afición del Atlético, desatada, en la que triunfa la camiseta de Fernando Torres. A las dos de la tarde la explanada de la Estación Central parecía ya un festival de música. Sonaba Sabina: “Qué manera de aguantar, qué manera de crecer”, y bajo el solazo coreaban “Enamorados del Atleti, no lo puedes entender…” Después sonaban ´hits’ para hacer bailar a miles de personas. Sólo una pega: era más probable encontrar una cerveza fría a esa hora que Arbeloa marcase un gol por la noche en el partido. Muchos traían sus neveras portátiles y su bebida. (También algo de comer).

Todo el espectro social del fútbol madrileño está representado en Milán este sábado: en las calles hay niños, jóvenes, maduros y jubilados. Están los que han venido sin entradas para comprar una reventa carísima; los hay incluso que han venido sin entrada y sin la intención de arruinarse (“esta fiesta no me la quita nadie”, dice Manuel, de Zaragoza). Les basta con gozar del festival en el ‘fan zone’ de su equipo o en la plaza del Duomo (donde se registrará una curiosidad: la actuación, entre otros, de Gaizka Mendieta como DJ por la tarde).

Decenas de miles de camisetas merengues y rojiblancas han tomado el Duomo, la Estación Central, Pagano y las inmediaciones del estadio Giuseppe Meazza, nombre oficial del estadio donde el Atlético de Simeone pretende superar por fin el rito de paso hacia la categoría de equipo europeo ‘grande’. El ambiente, cabe destacar, es magnífico. Cada uno en su sitio, pero sin acritud. Hay grupos con camisetas mezcladas y sensaciones festivas. “Nos lo merecemos”, dicen los atléticos. “Puede ser, pero somos el rey de Europa”, responden los merengues: “Es nuestro torneo”. ¿La camiseta madridista más frecuente? Ronaldo. Pero la gente ha traído todo lo que tenía: se ve incluso alguna de Canales.

Hay quizá un punto menos de desenfreno en la afición madridista, que se resguarda mayormente bajo árboles y en cafeterías. La población milanesa soporta con estoicismo el desmadre madrileño mientras los hosteleros se aseguran las vacaciones de agosto. A las tres y media de la tarde ya sólo quedan pizzas y ‘piadinas’ en los locales. La temperatura de la cerveza sigue quemando al personal desplazado: “¡Y encima te cobran cinco pavos!” es, hasta el momento, la frase de la tarde. A medida que avancen las horas, irá cambiando seguro: la mitad de los que han viajado volverán tristes a su casa.

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