¿Por qué Ramos se parece más a Casillas que a Buffon?
El central andaluz se quejó del trato que se da a los 'emblemas' en España cuando fallan, a los que se pita y no se aplaude, como hace Italia con su capitán. La principal diferencia es que mientras él retaba a sus críticos, Buffon pedía perdón.
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Tardó poco en decir lo que quería, en lanzar su mensaje y en avisar a críticos. "A los que rajan les digo que disfruten ahora porque al final terminarán callados como en otras ocasiones". Así acabó Ramos el partido ante Italia, en el que volvió a caer en la trampa que él mismo se creó. Tenía ganas de responder a los que ya comenzaban a acusarle de haberle quitado dos puntos a España. Ramos, de sangre caliente y temperamental, vio la oportunidad perfecta para hacerlo. "Yo tengo el culo 'pelao'", añadía el capitán de la Selección, parafraseando a Luis Aragonés.
Pero Ramos no desperdició ni un sólo segundo en autocríticas en Turín. Ni pidió perdón, ni reconoció el error, ni asumió ningún tipo de culpa. El camero, al contrario, sacó pecho para ensalzar su figura. "La envidia nos puede, las críticas siempre recaen en los mismos. No me van a destruir igual que no me vengo arriba cuando me halagan", relataba, a la vez que tampoco admitía su inocente penalti. "Es un poco riguroso, de estos penaltis pitan uno de 40. No sé si por las últimas acciones quizá me tengan cogida la matrícula", decía el madridista en zona mixta.
Pero Ramos no quiso quedarse ahí. Entendió que él había fallado como, por ejemplo, Buffon. Y no le faltaba razón. Eso le sirvió para establecer diferencias entre el público italiano y el español. Ensalzó a los transalpinos porque "aquí, en Italia, si fallas te aplauden y en España si fallas, te pitan" y, haciendo una relación directa entre él y el capitán italiano, añadió que "Buffon, que es un grandísimo portero, ha dado mucho a Italia como para que se le pueda reprochar un error de estos. Es un emblema para Italia".
¿Se pita por los fallos o por la actitud ante los fallos?
En eso tampoco le falta razón al bueno de Ramos. Pero al andaluz se le olvidaron dos detalles. El primero, que Buffon, nada más cometer su fallo, levantó los brazos y pidió perdón. Se disculpaba con la afición que abarrotaba el Juventus Stadium y que vio como un fallo del mejor portero italiano de la historia echaba abajo el planteamiento ultradefensivo de su seleccionador, Ventura. Aceptaba el error. El segundo, que el propio Buffon, en zona mixta, reconoció el fallo y no buscó saldar cuentas pendientes ni lanzó 'recados'. “Es uno de los fallos más importantes de mi carrera", explicó de forma tajante el portero de la Juventus. “Me voy triste por el fallo, pero con errores así se crece".
Por el mismo camino estuvo Mascherano, otro peso pesado en su selección y otro futbolista con experiencia y que también ha dado mucho a su país. "Por mi error no ganamos los tres puntos. Es una mierda", se lamentó el central del Barcelona tras el empate de Argentina ante Perú (2-2). Es muy parecido a lo que comentó Ter Stegen tras la derrota del Barça en Vigo. "Es culpa mía, lo siento mucho", dijo tras el 4-3 en Balaídos. ¿Por qué Ramos no adoptó esta actitud ni entonó el mea culpa en Turín?
Eso sólo lo podrá contestar él y el entorno que le aconseja. Y ellos podrán también contestar a lo que Ramos, de forma hábil, planteaba. ¿Por qué el público italiano aplaude a Buffon cuando falla? Sencillamente porque Buffon se disculpa y no busca revancha con los que, lógicamente, le critican por la acción. Y quizá por eso, por la falta de autocrítica y una imagen poco humilde, se pita en España. Algo que le pasó a Casillas, más al Casillas del Real Madrid que al Casillas de la Selección. El actual portero del Oporto nunca reconoció su parte de culpa en los fallos, humanos, que tenía en el Madrid. O era culpa de su defensa o eran disparos "imposibles de parar" o el ya famoso "talento innato" que aseguró tener cuando las críticas arreciaban.
La noche y el día
Sergio Ramos ha cometido ya cuatro penaltis en un tiempo récord: 12 partidos. El andaluz solo se ha perdido un partido en lo que va de temporada, ante el Eibar. Fijo para Zidane y Lopetegui, el camero, en buen estado de forma, es de los mejores centrales del mundo. El problema es cuando da la otra cara.
Ramos es de los jugadores más irregulares porque en un mismo partido puede pasar de la noche al día, del fallo al acierto, del gol en contra al gol a favor. Esas dos caras comienzan a convertirse ya en una seña de identidad del capitán. No es una cosa aislada. A Ramos le persigue desde hace años, sobre todo desde que Mourinho le reconvertió a central en 2010, esa deconexión de diversos partidos, normalmente una cada tres o cuatro, que le impide encadenar un mes al máximo nivel. Eso sí, en las grandes citas aparece y es esto lo que le eleva para siempre a los altares. Por ejemplo, Ramos, que es central y no delantero centro, ha marcado en tres de las últimas cuatro finales europeas del Real Madrid: finales de Champions 2014 y 2016 y Supercopa de Europa 2016.
Pero Ramos está tocado por una varita mágica. Esa magia que da enrabietarse ante tus propios fallos, es decir, que cuando fallas lo solucionas minutos después. El fallo queda automáticamente borrado por un acierto posterior. Porque a la vez que hay que contar que ha cometido cuatro penaltis en lo que va de curso, hay que resaltar también que en los cuatro encuentros que hizo penaltis, en tres marcó gol. Solo en el partido ante Italia Ramos quedó señalado al 100% porque su penalti, el primero que provocó con España, no lo remendó con un gol. Pero en los tres anteriores sí.
Ante el Sevilla, final de la Supercopa de Europa, cometió un penalti tonto sobre Vitolo, en la esquina del área en una jugada aun sin peligro. Supuso el 1-2 en el minuto 72. Después, en su ya fiel minuto 93, arreglaría el error marcando y llevando el partido a la prórroga. Un mes después, en Liga ante Osasuna, se repitió la jugada, pero a la inversa. Ante los navarros Ramos primero marcó y después protagonizó otro penalti, esta vez fallado por Roberto Torres. Y como no hay dos sin tres, en el primer pinchazo del Madrid, Ramos fue claro protagonista. Después de salvarse en el partido anterior, ante el Espanyol, por unas claras manos que le deberían haber costado la expulsión, el capitán del Real Madrid tropezó otra vez con la misma piedra y repitió jugada. Esta vez sí le pillaron, estaba dentro del área, y sí, penalti. Y, otra vez, minutos después ocultó su fallo con el gol del empate.
Con España eso no pasó. Falló, hizo un penalti infantil, y no le dio tiempo a remediarlo. Y por eso acabó señalado, porque 'La Roja' tenía la victoria en la mano y el central cambió ese partido cómodo en un empate con más sabor a derrota que a victoria. Ramos, en vez de aceptarlo, lanzó un mensaje a sus críticos y les emplazó a un futuro cercano: "Al final terminarán callados". Es una manera de afrontar los errores. Otra es la que protagonizaron Buffon y Mascherano, también pesos pesados y capitanes en su país. Libres son todos de reaccionar como quieran. Como libre es el público de aplaudirles o pitarles.