Durante los años que ha estado esperando su pensión, Amevou Ludovic Assemoassa ha tenido tres hijos. Tanto él como la madre de los niños trabajan. En su juventud soñaba con mayores holguras económicas, pero la vida (o más bien la carrera deportiva) se le quebró a los 25 años: titular en el primer partido de la selección de Togo en un Mundial (Togo-Corea del Sur, 13 de junio de 2006), el central se destrozó la rodilla “solo”, como ocurre tantas veces en el fútbol, en el minuto 62. Rotura total del tendón rotuliano, “la misma lesión que Ronaldo el bueno, el brasileño”, dice en una charla telefónica desde Lyon (Francia), ciudad donde nació y reside. Su caso dio la vuelta al mundo la semana pasada: el Tribunal Supremo le ha reconocido el derecho a una prestación por incapacidad, al considerar aquella lesión un accidente profesional. Días después, Assemoassa accede a dar una entrevista a EL ESPAÑOL.
48 horas después de aquel desdichado partido en Fráncfort (Togo perdió por 2-1), la agencia Efe informó de que el defensa había sido operado en una clínica de Fráncfort y “no volvería a jugar hasta 2007”. Nadie imaginaba que ése terminaría siendo su último partido en plenitud de condiciones. “Después de 18 meses de recuperación jugué”, cuenta en un castellano más que aceptable, “pero siempre con dolor, nunca al 100%, con inflamación y medicamentos”. Militaba en el hoy desaparecido club Granada 74, pero en Murcia (su anterior residencia) ya le había dicho un médico que en su opinión “no iba a jugar más”. En el Granada 74 lo intentó; jugó al fútbol disminuido durante meses, sin confianza alguna, “con muchos problemas”. Un clavo que le quedó de la operación en la rodilla se le había infectado, pero no era consciente de ello.
En mayo de 2008 fue operado de urgencia en la ciudad de La Alhambra. Nunca volvió a vestirse de corto como profesional. (En la temporada 2010-2011 perteneció oficialmente al Limonest, club de fútbol francés, pero no se ha acreditado que jugara partido alguno). “Todavía lo echo de menos”, dice a sus 36 años, entrenador de un filial del AS Lyon Duchère y profesor en una escuela para mantener a la familia; “era joven y tenía buen futuro…” “Ganaba correctamente para un Jugador de Segunda División [unos 35.000 euros anuales], pero no era nadie importante ni millonario”.
Assemoassa jugó como futbolista profesional en el Ciudad de Murcia en 2005 y 2006; el 1 de abril de ese año, poco antes del Mundial de Alemania, fue transferido al Granada 74. Como pertenecía a un club español cuando se lesionó ejerciendo su profesión (y con una gravedad que le impediría ejercitarla después), en 2010 solicitó a la Seguridad Social la incapacidad permanente total derivada de accidente de trabajo, alegando que la última empresa en la que había trabajado era precisamente el Granada 74. La Seguridad Social rechazó su solicitud, pero un juzgado estimó posteriormente la reclamación del exjugador. Después el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña revocó la sentencia del juzgado de instancia y confirmó la resolución original de la Seguridad Social (denegando la incapacidad al deportista) porque en aquel momento el jugador había cumplido ya 30 años, “finalizada ya su vida profesional como deportista”.
La Sala de lo Social del Tribunal Supremo casó la semana pasada, sin embargo, dicha sentencia al considerar que se trata de “un futbolista que ve agravada una lesión sufrida años antes como consecuencia de accidente profesional, que se encuentra en activo cuando solicita la prestación de incapacidad permanente total, por cuanto está en plantilla para un club de fútbol, y cumple los requisitos para el reconocimiento de la incapacidad solicitada, lo cual no se discute, por lo que no puede utilizarse en su contra una presunción acerca del fin de su actividad laboral por razones de edad […] No existe norma alguna que impida a un futbolista el ejercicio de su profesión a los 30 años y es razonable que a esta edad pueda ejercerse”.
“La mayoría de los futbolistas no son millonarios”
“La mayoría de los futbolistas no son millonarios”, repiten hoy Assemoassa y las personas que lo han ayudado. “La carrera es muy corta, dura entre 10 y 15 años. Si no te llamas Messi, si no eres una estrella, ganas poco. A lo mejor 8.000 euros al mes, o 5.000-6.000. Para vivir está bien, claro, pero después tu carrera no sirve para la familia, estás obligado a trabajar. Hay muchísimos jugadores que cuando terminan su carrera no tienen casi nada”.
“No quiero quejarme”, continúa el exjugador, “el fútbol es pasión y cobrar por una pasión es increíble, aunque no ganes mucho. Entiendo que para la gente puede resultar difícil de entender que un exfutbolista profesional cobre una pensión. Sé que hay un montón de personas que no tienen ni para comer...”, explica. Expresa permanentemente su agradecimiento a los abogados que le han apoyado (en especial la letrada catalana Julia Pérez Prat). Aficionado al deporte en general, enamorado de la Champions, Ludovic ve ahora el fútbol desde la banda y por televisión. El jugador que más le impresionó en España durante un partido fue José Antonio Reyes y su futbolista favorito de la actualidad (oh, sorpresa) es Leo Messi. Como central, eso sí, aclara que siempre se inspiró en Marcel Desailly, el defensa de Milan y Chelsea que ganó un Mundial y una Eurocopa con la selección francesa.
Assemoassa, que eligió jugar con la selección de Togo, dice no haberse compadecido mucho por su mala fortuna durante estos años difíciles. “En realidad me lesioné solo… Los médicos de Murcia me habían infiltrado bastantes veces para no sentir el dolor de una tendinitis y se me había debilitado el tendón muchísimo… Pero no fue su culpa, fue mala suerte. Lo que sucede, y ahí sí hay un problema, es que la gente se cree que todos los futbolistas son multimillonarios”.
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