Hace tres años, en la temporada 2013-2014, una serie de incidentes racistas en el fútbol español llegaron a las primeras páginas de los periódicos: los insultos racistas registrados contra el marfileño Mamadou Koné en un partido Llagostera-Racing y un episodio con el brasileño Dani Alves (que resolvió la situación en un Villarreal-Barcelona, si se recuerda, comiéndose un plátano que le habían tirado desde la grada) llevaron al Consejo Superior de Deportes (CSD), presidido entonces por Miguel Cardenal, a anunciar la apertura de un buzón para registrar denuncias de hechos “racistas, xenófobos o violentos en el ámbito deportivo”. La creación del buzón noalracismo@csd.gob.es, como se anunció sonoramente por aquel entonces, permitiría al organismo que rige el deporte español tener conocimiento de estos sucesos y remitir las denuncias “inmediatamente a la Comisión Antiviolencia y a los Cuerpos de Seguridad del Estado”: una muestra del compromiso de la institución contra el racismo en los terrenos de juego.
Según ha podido comprobar EL ESPAÑOL, en el último año y medio el CSD ha ignorado al menos 30 denuncias enviadas a la citada dirección, con relatos concretos y pruebas de ataques racistas sufridos por árbitros de diferentes categorías del fútbol español: desde escarnios y vejaciones a persecuciones y palizas (con ambulancias y hospitales incluidos) agravadas por el componente racista y discriminatorio. Todas las denuncias quedaron sin respuesta, como asegura un colectivo de árbitros (llamado Sindicato de Árbitros) cuyos miembros, desde el anonimato, vienen señalando la sistemática desprotección de los jueces del fútbol base en España, tanto en categorías infantiles o cadetes como adultas. Según cifras del citado colectivo, más de 50 son agredidos cada fin de semana ante la pasividad de las autoridades y federaciones territoriales de fútbol.
“Ahí tienes tu caja de plátanos, pancho de mierda”
La exacerbación de la violencia en el fútbol base ha estado de actualidad recientemente en España por la indecente pelea entre padres de niños de diferentes equipos el mes pasado en Alaró (Mallorca). Los árbitros son, paradójicamente, el agente más débil del deporte base, incluso en categorías de formación. “No podemos protestar nada, nos jugamos la trayectoria”, señala a este periódico un colegiado latinoamericano de la Comunidad Valenciana al que llaman "mono", "pancho de mierda" o “negro” casi todas las semanas, pero que ni siquiera se atreve a dar una entrevista anónima por miedo a represalias de su Comité de Árbitros: “Lo último que quieren son problemas. Nos dejan desamparados, sistemáticamente. Parece que hace falta un árbitro muerto para que se tomen medidas serias”.
El buzón noalracismo@csd.gob.es, de escasa utilidad pese a su propaganda, dejó de existir este mismo jueves tras informar este periódico de la negligencia continuada al organismo. Fuentes del Consejo reconocen a EL ESPAÑOL que si bien el buzón funcionó bien “durante casi un año”, pronto “empezó a llenarse de 'spam'”, “no habiendo habido recursos suficientes para hacer un seguimiento pormenorizado del mismo”. “Muchos casos llegaban también a la Comisión Antiviolencia, donde eran tratados, así que poco a poco se fue dejando”.
La realidad es que la chapuza gubernamental dejó sin atender casos como el de un colegiado de origen magrebí, perteneciente al colegio gallego de árbitros, que en noviembre de 2015 tuvo que ser llevado al hospital en ambulancia después de que un futbolista le pegase un puñetazo en la oreja al grito de “si es que eres tonto, moreno de mierda” u otro del colegio castellonense al que hace sólo dos meses, en febrero, le insultaron gravemente ("árbitro sudaca de mierda" o "puto panchito, vete a pitar y a cantar rancheras a tu país hijo de puta") por suspender un partido en el que a un futbolista juvenil le habían pegado entre siete personas, habiendo de recibir puntos de sutura en la boca.
Todos los fines de semana
El autodenominado Sindicato de Árbitros, que reúne a un millar de federados en situación casi de clandestinidad, lleva tres años recopilando agresiones y publicándolas en su página web. Aseguran que la violencia verbal es constante y la física una amenaza continua: “Puñetazos, empujones, tirar latas o piedras, tener que salir corriendo, gente esperándote a la salida del vestuario. El peligro de agresión física en categorías regionales y de formación es muy latente. Deberíamos ir todos a una, pero nos arriesgamos a sanciones del comité de árbitros. Si suspendemos un partido, nos sancionan. Parece que están esperando a que haya un muerto para actuar”.
El día a día de los aproximadamente 15.000 árbitros de fútbol que ejercen en España no es precisamente cómodo, según se deduce de las conversaciones informales (siempre bajo condición de anonimato) mantenidas con una decena de jueces federados en la última semana. Hay violencia verbal en el 85-90% de los encuentros. “La prensa sólo destaca hechos puntuales, lo que vende, cuando hay buenas imágenes”, se lamentan. “El caso de Alaró es lo normal… Algo cotidiano”. “Hay que atacar la violencia y estudiar cómo combatirla”, concluye un portavoz: “Los anuncios de medidas oficiales, como se ha visto en el caso del buzón, son meras cortinas de humo. No sirven para nada. No se ha formado a los árbitros ni a los clubes”.
Varios de sus miembros hablan con el periodista desde un número telefónico oculto y ni siquiera le informan de su nombre de pila o ciudad de residencia, aunque no sea para publicarlo. Alegan hostilidad manifiesta de la Federación Española de Fútbol, de los Comités de Árbitros y especialmente de las federaciones territoriales, una de las cuales, la de Andalucía, ha anunciado una querella contra los autores del blog “por vertir información falsa y acusar a la Federación de sexista” en relación con un caso sucedido en Jaén con una árbitra.
“Estamos totalmente desprotegidos”, concluye un colegiado sin identificar de la zona centro. “La opacidad es total, de saber quiénes somos nos expulsarían del fútbol inmediatamente. En los comités, el árbitro que da la cara y toma la palabra es apartado [...] Y mientras las peleas son normales, este fin de semana volverá a haber agresiones”.
El secretario de Estado para el Deporte, José Ramón Lete, afirmó hace escasa semanas que el Gobierno aplicará "la máxima contundencia para garantizar a los aficionados un fútbol libre de violencia, de racismo, de xenofobia y de comportamientos intolerantes porque, de lo contrario, no habrá fútbol y no hay deporte". Ya no existe el buzón No al Racismo, pero cabe esperar medidas de mayor eficacia en un futuro próximo para solucionar un problema endémico del deporte popular español.