Pep Guardiola es, a menudo, una persona tranquila, analítica y que cuida sus palabras. Es educado, amable, simpático y, por momentos, incluso cercano entre sus más allegados. Así es él. Unas veces, sincero en sus comportamientos; otras, impostado para no armar revuelo. Él es el primero que sabe el poder que tienen los medios, lo que vale una imagen y lo que genera, de ahí su forma de ponderar. Sin embargo, hay otro Pep. Uno más pasional al que controlan sus instintos básicos. Ese que aparece para criticar a los árbitros, para ‘chocar’ con Mourinho o para hablar, como el domingo pasado, frente a “su país” y tildar a España de “Estado autoritario”. El mismo que hace años, cuando era jugador, no tenía miramientos a la hora de protestar o hacer una entrada y que, con el tiempo, comparte junto a Stoichkov el récord de expulsiones en el Barcelona (8).

El discurso de Guardiola, icono independentista



Esa ‘mancha’ todavía no se la ha podido quitar. Guardiola es el primero de esa lista, según Opta Sports. Le siguen Stoichkov, con las mismas rojas, Motta (7), Miguel Ángel Nadal (6), Ferrer (6), Koeman (6), Piqué (6), Márquez (6), Figo (5), Dani Alves (4), Alexanko (4) y Amor (4). Ese es el historial de Pep, que fue expulsado por primera vez el 11 de abril de 1992 en Valencia y cerró su historial un 29 de mayo de 1999 en San Mamés. ¿Por qué? En algunas ocasiones, por protestar en demasía o, dicho de otro modo, por perder los papeles; y en otras, por sus duras entradas. Su carácter ganador, a menudo, le hacía cometer esos fallos en detrimento de su talento.



Pep, aún así, está lejos del top-10 de jugadores más duros de la Liga, según datos de Opta Sports: Aguado (18), Pablo Alfaro (18), Juanito (18), Sergio Ramos (17), Salinas (15), Santi Denia (14), Hierro (14), Lopo (14), Pochettino (13) y Marchena (13) le superan. Todos tan temperamentales como Guardiola en el campo y, ahora, algunos de ellos, como entrenadores, más calmados. Igual que le ha pasado al técnico catalán, que con los años ha ido controlando su comportamiento.



En la sala de prensa, Guardiola procura no alzar la voz. Así lo corrobora su historial. En 2008, cuando debutó como entrenador del Barcelona, Pep marcó sus pautas: no daría entrevistas individuales -no ha hecho ninguna en toda su carrera como técnico- y mantendría la distancia con los periodistas -salvo contadas excepciones-. Es más, intentaría ceñirse en sus respuestas a lo estrictamente deportivo. No quería que se hablara de otra cosa que no fuera fútbol. Sin embargo, sus ‘valors’ en el campo -entiéndase como su propuesta de estilo de juego- y su talante han ido mutando durante su trayectoria.

Pep sólo ha perdido los papeles en contadas ocasiones y, en la mayoría de ellas, de forma voluntaria. Lo hizo cuando Mourinho entrenaba al Real Madrid, antes de las las semifinales de Champions en el Bernabéu. Entonces, no tuvo buenas palabras para el portugués: “En esta sala él es el puto jefe, el puto amo y no quiero competir en ningún instante. Sólo le recuerdo que hemos estado juntos cuatro años. Me conoce y le conozco. Si él se quiere quedar con los amigos de Florentino Pérez y la central lechera… pero yo he trabajado con él”, sentenció.

Pep Guardiola: Mourinho es el puto jefe, es el puto amo



En lo deportivo, ahí quedó su ‘calentón’. En cambio, en lo político, sí se pronunció en numerosas ocasiones. En el Bernabéu, haciendo un símil entre Cataluña y su plantilla: “Nosotros nos hemos levantado muchas veces, como equipo y como país, y nos hemos vuelto a levantar tantas y tantas veces… Mirad si es pequeño nuestro país que desde un campanario se ve el campanario del vecino”. Y antes de un partido ante Osasuna, en referencia al retraso de su equipo a llegar al campo, tampoco se mordió la lengua: “Nosotros somos de un sitio, de un país pequeñito llamado Cataluña ahí arriba… Nosotros pintamos poco en esto”, concluyó, lanzando un puñal a la Federación española.

Guardiola: "Nosotros somos de ahi arriba, de un PAÍS llamado Catalunya"



MISMO COMPORTAMIENTO DESDE EL EXTRANJERO



Guardiola no cambió su comportamiento al dejar el banquillo del Barcelona. Cuando vivía en Nueva York, en 2012, no quiso perderse la Diada y, a través de las pantallas, el técnico quiso sumarse con su “voto” al referéndum simbólico a mano alzada: “Aquí tenéis uno más”, dijo. Y del mismo modo actuó en Alemania, donde jamás rehuyó hablar de la independencia. En unas declaraciones a la ZDF, principal cadena pública del país, fue claro: “Cataluña es mi patria y Cataluña no es España”.



Su tono ha ido aumentando, “queremos en Cataluña lo que ha pasado en Escocia”, promulgó en Manchester, donde ejerce como entrenador del City desde el verano pasado. Y ha terminado la temporada acudiendo a Barcelona para leer un manifiesto a favor del referéndum: “Estamos aquí para dejar claro que el próximo 1 de octubre votaremos para decidir nuestro futuro. Votaremos aunque el Estado español no lo quiera”, sentenció.



Ese es el último capítulo de su alegato a favor de la independencia. Eso sí, su historial, que a menudo versa entre la razón y el instinto, seguirá lleno de contradicciones, como la de su militancia en la selección y su apuesta futura por la secesión de Cataluña, o la de su concepción de España como “Estado autoritario” y la de Qatar como un país abierto. Cosas de Pep. 

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