La tragedia del apellido Villar este martes en Madrid podría tener una consecuencia beneficiosa para la familia bilbaína asentada en la capital desde hace décadas: evitar una posible extradición a Estados Unidos de Gorka, uno de los tres hijos, por sus tejemanejes como director general de la Confederación Sudamericana de Fútbol (CONMEBOL), la organización más corrupta del fútbol mundial, cuyas tropelías desataron la maquinaria (ni más ni menos) de la Fiscalía General de Estados Unidos. La persecución de sus desmanes no solo terminó forzando la renovación de la FIFA, sino que derivó en la extradición de sus septuagenarios dirigentes al país del norte, donde una decena de ellos esperan a ser juzgados. La detención y posible procesamiento de Gorka cerraría el paso a esa presunta petición de extradición.
El arresto de los Villar y el hecho de que pasen al menos una noche en el calabozo es una noticia de alcance mundial por afectar a un hombre de hierro, acostumbrado a vivir con la prensa en contra durante gran parte de su mandato de 29 años, que ha visto caer a sus contrincantes, en España y fuera de España, con una impasibilidad fascinante. De confirmarse, es la caída del último gran 'elefante' de la antigua FIFA y la prueba definitiva de que la era de la impunidad en el fútbol es cosa del pasado. Pero también de que el presidente indestructible del fútbol español tenía en el amor paternofilial su principal talón de Aquiles.
Destrucción de pruebas
La UCO acusa a Villar de haber utilizado partidos amistosos de la selección española para beneficiar a su hijo, el experto en derecho deportivo y trabajador infatigable (por herencia genética) que alcanzó una posición muy influyente en el fútbol mundial pero no supo, parece, contener la ambición. Y tampoco estar a la altura de su padre, el único líder de la FIFA al que el FBI no pudo (y eso que quiso) encontrar nada raro para procesarle. Se da por seguro que en los próximos días saldrán a la luz hechos más graves que el arreglo bajo cuerda de esos partidos amistosos para beneficio propio. Al parecer, el hijo había empezado a destruir pruebas con poco sigilo.
Una montaña rusa
El último año y medio en la vida de Ángel María Villar ha sido una montaña rusa personal y política. Vencedor a los puntos en su conflicto con Miguel Cardenal (exsecretario de Estado para el Deporte) por las elecciones a la federación, la cascada de procesos judiciales en su contra empezó muy pronto, en primavera, con la presentación de una querella por presuntos tratos de favor (poco significativos) con los clubes Recreativo de Huelva y Marino: una primera vía de entrada del ejército enemigo, capitaneado por Javier Tebas (presidente de LaLiga) y Cardenal, que hoy, con la perspectiva del tiempo, parece insignificante.
La vía de agua se ampliaría en otoño con la impugnación del reglamento electoral de la Federación, la amenaza de intervención gubernamental en la Federación (nunca concretada) y una querella posterior por el 'caso Haití', la más seria de todas, por un fraude de subvenciones de 1,2 millones de euros en el que Villar denuncia que su firma falsificada, y que le llevó a perder la calma en su despacho ante la sospecha de que sus colaboradores (ya excolaboradores) le hubiesen metido, según su versión, una puñalada trapera.
Las elecciones contra Pérez y Tebas
Las elecciones a la presidencia de la RFEF se vislumbraban en el horizonte y su rival, Jorge Pérez, otrora mano derecha del presidente, exudaba esas primeras semanas del año optimismo con el respaldo del omnipresente Tebas. La verborrea de este ante la prensa contrastaba con el mutismo de Villar, acostumbrado a recibir golpes sin devolverlos, despreciativo ante la prensa, inmune a los consejos de sus amigos de abrirse a la comunicación para desterrar la imagen de mafioso sospechoso instalada desde hace años en la misma sociedad española que estuvo noches sin dormir con las victorias de la 'Roja' entre 2008 y 2012.
Semanas después, entre las habituales acusaciones de fraude y clientelismo, el hombre que abofeteó a Johan Cruyff en un partido de fútbol volvió a operar el milagro: barrió a Pérez (y a Tebas), que ni siquiera se presentó a los comicios por el apoyo cerrado de las federaciones territoriales a un presidente experto en el arte de mantener el poder.
Cambio de imagen
La prensa ni siquiera le acusó de corrupción esta vez: la resistencia del indestructible Villar había desgastado a enemigos y analistas con la calma y tenacidad de un Indurain. A pesar de la advertencia velada de algún miembro del Consejo Superior de Deportes, el verano se presentaba tranquilo. La última legislatura podría dedicarla quizá, entre otras cosas, a explicar sus posturas y revertir la imagen oscura del que, al fin y al cabo, es el presidente más exitoso (además de longevo) en la historia del fútbol español. Los posibles problemas de Gorka con la Justicia, le aseguraban, no eran tan graves: como llevaba inscrito en un anillo su íntimo amigo Julio Grondona, el 'capo' del fútbol argentino, "todo pasa".
La condena del telediario
Los arrestos y las fotos de su entrada en la Ciudad del Fútbol escoltado por agentes de policía son probablemente un hachazo demasiado severo a su reputación como para volver a demostrar esa legendaria solidez frente a la adversidad. Por mucho que su entorno recuerde que "se crece en las dificultades", el encarcelamiento inmediato del presidente apunta a asuntos más graves que la utilización de partidos amistosos, como confirman a este periódico fuentes jurídicas de la máxima solvencia.
Las detenciones un día antes de la reunión del Comité Directivo de la Federación podrían estar relacionados con el hecho de que Gorka Villar estuviese destruyendo pruebas, en evitación de males mayores. "Villar va a caer arrastrado por el deseo de salvar a su hijo", expresan las citadas fuentes. El ecosistema putrefacto de la CONMEBOL no fue el mejor posgrado para un joven experto que mostró siempre una devoción ilimitada (y recíproca) por su padre, del que suele repetir que aprendió "todo".
"Un buen hombre"
La disparidad entre la reputación sombría de Villar y el aprecio unánime de cualquier que le haya conocido bien es un enigma que sólo el tiempo resolverá. La rumorología es unánime respecto a una cuestión: el presidente nunca ha robado para sí, su obsesión siempre fue mantener el poder. Era su vicepresidente económico (también detenido), Juan Padrón, el hombre de los dineros y los posibles desvíos.
Sencillo, adusto, religioso (bendice los alimentos en la mesa), imperturbable frente a la prensa ("que digan lo que quieran"), amante de los libros de historia, la búsqueda de setas con su perra y la vida sencilla, su posible destino en la cárcel de Soto del Real es, a estas alturas, casi una sorpresa en un hombre calificado de "bueno" por sus trabajadores y amigos, que se había acostumbrado a superar cualquier adversidad.
El vacío de poder que deja tiene una duración y una magnitud imprevisibles, especialmente si se detectasen corruptelas en las también sospechadas federaciones territoriales (expuestas al escrutinio público sin la protección de su presidente). La caída de Villar es en el fondo inseparable de la caída hace dos años de Blatter, que le privó de su gran parapeto. Sin embargo, hay un factor mucho más importante: la debilidad por su hijo Gorka, cuyas ansias no supo o no pudo contener. El talón de Aquiles que ha acabado con el mito de Villar ‘el Indestructible’.
Noticias relacionadas
- Detenidos Ángel María Villar y su hijo por lucrarse con la Federación de Fútbol
- Tres meses de escuchas telefónicas y otras claves de la caída de Ángel Villar
- El negocio de los amistosos: así utilizaban los Villar las giras de la selección
- Ángel María Villar, 29 años de presidencia rodeada de polémica
- Tebas: "Llevo diez años diciendo lo que pienso de Villar"