Cuando Cristiano Ronaldo saltó al Camp Nou en el minuto 57, el Real Madrid ya ganaba al Barcelona por 0-1, pero todavía quedaban muchas cosas por ver. Piqué, alargando su verano maldito, se marcó en propia y acabó siendo la imagen de todas las burlas. Pero el foco no acabaría estando en el catalán, sino en el portugués. Cristiano revolucionó el Clásico de ida de Supercopa de España, se coronó otro día más y se encontró con un arbitraje, el de De Burgos Bengoechea, tremendamente sibilino contra el Madrid.
Veinte minutos después de su entrada al Camp Nou, Luis Suárez se tiró ante Keylor Navas y el árbitro picó. Penalti para el Barcelona. El Clásico se ponía duro para el Madrid porque, además del ímpetu de los culés, el colegiado no pasaba ni una. También había anulado un gol a Cristiano por un fuera de juego muy justo. Pero ante los contratiempos, el Madrid y Ronaldo se crecieron.
La reacción del portugués al gol de penalti de Messi fue un trallazo desde fuera del área que reventó a todo el Barcelona. Un disparo que congeló al Camp Nou, volvió a adelantar al Madrid y demostró que este equipo es sólido aun cuando se le complican las cosas. El 1-2 llegó con una reacción de campeón y se celebró como tal.
Cristiano se quitó la camiseta, la cogió y se la brindó al Camp Nou. Era la misma celebración que Leo Messi había hecho en el Santiago Bernabéu en el partido de Liga en el pasado mes de abril. La instantánea era idéntica. Tal y como sucedió lo más lógico es pensar que Cristiano lo tenía ya pensado en la cabeza. Messi lo hizo en el Bernabéu, Ronaldo lo tenía que hacer en el Camp Nou. La diferencia es que la primera imagen no significó nada, el Barça perdió la Liga, mientras que la segunda cambia un Clásico, reafirma el liderazgo mundial de Cristiano y le da media Supercopa de España.
El Cristiano que marcó en el Camp Nou fue el mismo Cristiano que lleva solo una semana de entrenamientos, que no está todavía al 100% y al que le están dosificando para que esta temporada también repita los éxitos de la anterior. También el que ha vivido un verano muy movido. Ahí también radica gran parte del mérito. Un Cristiano con poco ritmo se 'comió' al Barcelona y al propio Messi, muy inferior en 90 minutos respecto a los 24 que jugó el portugués.
Porque en el Clásico que confirmó el poderío mundial del Madrid, Cristiano fue expulsado injustamente, ya que De Burgos Bengoechea, en su arbitraje tan nefasto, le sacó la segunda amarilla (la primera había sido por quitarse la camiseta en la mencionada celebración) por simular un penalti. Pena máxima no era, pero Umtiti le empujó y en ningún caso simuló.
Cabreado, Cristiano empujó levemente al árbitro, fruto de la desesperación ante lo que estaba viendo. Por ahí puede recibir una sanción. Esa imagen, como las anteriores, ya se habían quedado: un árbitro que expulsó al jugador más determinante del Madrid después de regalar un penalti al Barça.
Ni la ausencia de un gran Cristiano amordazó al Madrid, que marcó otro gol por medio de Marco Asensio. Fue el fin de fiesta a una noche espectacular para el Madrid... y para Cristiano, rey de una época que le corresponde al igual que Messi.