El tercer y último tanto del Real Madrid para sentenciar la ida de la Supercopa de España contra el Barça (1-3), obra de Marco Asensio, fue un tanto de bella factura. Nada más colarse el balón por la escuadra izquierda de la portería de Ter Stegen, los madridistas estallaron de júbilo. Incluido su presidente, Florentino Pérez. Casi siempre calmado mientras ve los partidos de su equipo, el dirigente no pudo evitar, en un gesto de rabia, golpear la grada y aplaudir en pleno palco del Camp Nou, con su homólogo azulgrana, Josep María Bartomeu, situado a pocos metros de distancia. Incluso le hicieron gestos para que se calmase.
Hacía mucho tiempo que no se veía al mandatario madridista tan eufórico. La última vez que no pudo contenerse en una celebración fue en la final de la Champions de 2014. Entonces, con el decisivo gol de Sergio Ramos en el minuto 93 para forzar la prórroga contra el Atlético de Madrid, Pérez se levantó de su asiento junto al resto de personalidades y empezó a agitar los brazos lleno de alegría. Lo siguiente que hizo nada más empezar a acercarse la Décima fue ir al lugar donde se encontraba José María Aznar, expresidente del Gobierno, para estrecharle la mano y celebrar un gol para la historia. Después, levantó los puños en señal de victoria y, de vuelta a su sitio, aún se paró a festejar el tanto con más gente.
Tres años después de aquello, con el presidente de la Federación Española de Fútbol, Juan Larrea, como única separación entre Bartomeu y él, Pérez se liberó de toda la tensión acumulada en una segunda parte trepidante: el empate de penalti de Messi tras el gol en propia meta de Piqué, el 1-2 convertido por un Cristiano expulsado poco después y el disparo imparable de Asensio para poner el 1-3 con el que terminó el partido. Para disfrute del Florentino más desatado de los últimos tiempos.