Si la superioridad del Real Madrid sobre el Barcelona tiene muchas caras, una es la de Gerard Piqué. El central catalán, siempre en el ojo del huracán, fue la personificación de un Barça desorientado, en declive, destruido por dentro en una guerra directiva-vestuario en la que él es es el protagonista.
Piqué, siempre polémico, no es que esté pasando por su mejor verano. Después del fallido 'se queda' y su posterior justificación dejando en mal lugar a entrenador y presidente, todavía le quedaba una Supercopa de España que sufrir. Porque Piqué, como él mismo reconoció, no había visto una superioridad del Madrid sobre el Barça tan clara.
Piqué tuvo que aguantar pitos desde el primer minuto en el Bernabéu y chistes que no hacían otra cosa que alargar el estado de alegría de los blancos ante un Barça KO. Una de esas bromas llegó en su misterioso cambio, en el minuto 4 de la segunda parte. Todo el estadio le despidió con un 'se queda'. Le perseguirá eso durante mucho tiempo. A falta de saber si estaba tocado (el parte médico dice que tiene "una sobrecarga en el aductor de la pierna izquierda"), la hipótesis de que no quería jugar más en el Bernabéu es otra de las que estuvo en el ambiente. Piqué se ahorraba así el bochorno de ser bailado por el eterno rival y, en un momento sin mucho sentido (se podía haber quedado en el banquillo en el descanso) era cambiado por Semedo.
Este último supuesto coge fuerzas una vez que se ha 'cazado' al culé en el banquillo muy contrariado y exclamando "nos están metiendo un baile estos tíos... me cago en la puta". En unas imágenes captadas por Deportes Cuatro, se ve a un Piqué cabreado y resignado, aguantando como podía el chaparrón de fútbol que le estaba dando el Madrid.
A ese baile al que se refiere Piqué también contribuyó él, uno de los peores barcelonistas en los dos partidos de la Supercopa de España. En la ida marcó en propia puerta, perdió todos los uno contra uno, Cristiano le mareó en su gol, Asensio también le superó en el 1-3 y Benzema le acabó tirando al suelo con un quiebro perfecto. En la vuelta, estuvo totalmente sobrepasado, quejándose amargamente de que habían preparado el partido con otra idea táctica de Zidane.
Al catalán no le quedó otra que reconocer la superioridad del Real Madrid y acabar el partido antes de tiempo, todavía sin explicación oficial a un cambio con poco sentido.