El fútbol español ha cambiado desde la cima y ahora falta modificar la base. Las elecciones a la presidencia de la pasada semana dejaron una nueva cara que lidera la Real Federación Española de Fútbol, pero faltaba el cambio real, el que acaba afectando a todo este deporte y no a un simple cargo.
Tras tres décadas de 'villarismo', con un poder unipersonal en el que todo pasaba por la figura de un presidente omnipresente en todos los lugares a donde llegaba la RFEF, la Federación comienza a vivir los primeros días de su nueva era. Tan solo una semana le ha bastado a Luis Rubiales, nuevo presidente, para ir mostrando su idea de renovación de un organismo no muy bien visto por la opinión pública, especialmente en los últimos meses cuando sus principales dirigentes fueron detenidos dentro de la Operación Soule.
Luis Rubiales pretende romper con el pasado habiendo sido parte del pasado. El exfutbolista y presidente de la AFE (Asociación de Futbolistas Españoles) formó parte del círculo de apoyo de Villar, incluyendo ser parte de su junta directiva. Se le vio siempre como el 'delfín' del vasco, pero sus primeros pasos invitan a pensar a que se alejará de él.
La Federación Española de Fútbol acomete una especie transición dulce en la que acabar con lo que había desde dentro. De la ley a la ley, imitando, sirva la comparación, a la España post-Franco, en la que los que habían pertenecido al régimen en sus últimos años fueron los que lideraron el paso a la democracia. Adolfo Suárez desmontó el franquismo cuando había pertenecido al mismo y se convirtió así en uno de los pilares de la democracia plena que llegó con la Constitución de 1978. Una ruptura tranquila y sin sobresaltos en la que se intenta tener a todos contentos.
Rubiales, por ahora, ha tomado ya dos decisiones mucho más relevantes de lo que se pueda pensar. A la espera de aquello que afecta directamente al aficionado (formato de Copa del Rey, por ejemplo), el nuevo presidente ha cambiado dos cargos claves en la Federación: comunicación e imagen y árbitros.
Tras ¡25 años! de presidencia de Victoriano Sánchez Arminio, Rubiales decidió 'cargarse' al 'patriarca' del arbitraje español. Victoriano, con una gestión llena de oscurantismo, fue sustituido en el Comité Técnico de Árbitros al primer día de la nueva presidencia por Velasco Carballo, un árbitro mucho mejor valorado dentro y fuera de España, recién retirado, lo que añade modernidad a un organismo hasta ahora caduco que se movía por el culto al líder, donde se premiaba más la lealtad a Sánchez Arminio que el talento del trencilla y donde, además, nunca se explicó la elección de los colegiados, así como sus ascensos y descensos.
La marcha de Sánchez Arminio es un paso relevante en la mencionada transición en la RFEF. Es una importante declaración de intenciones de Luis Rubiales, ya que Victoriano era uno de los puntales de Ángel María Villar. Ambos formaron un tandem desde 1993 a los que nadie tosió, con poder casi absoluto y viviendo siempre por encima del propio fútbol. Eso ahora se acaba y con ello termina una forma desfasada, más propia del siglo XX que del actual, de dirigir una institución tan importante.
Además, Rubiales también ha cambiado la comunicación en la Federación, otro pilar básico a la hora de la renovación que se quiere acometer desde dentro. Para ello, ha elegido a Marisa González Casado, antigua 'dircom' de Cristina Cifuentes y Alberto Ruiz-Gallardón, que abandonó la política después de 30 años para hacerse cargo de un puesto vital en la creación de una nueva identidad en la RFEF. En este departamento también se han llevado los primeros cambios.
Rubiales también ha encargado ya una auditoría para comprobar la situación económica de la Federación Española que él asume, cuya junta directiva se reunió por primera vez este miércoles, día en el que Transparencia Internacional España sacó los colores a la RFEF suspendiendo de forma alarmante el Índice de Transparencia de las Federaciones Deportivas, donde tiene una nota de 2,7, ocupando el puesto 56 de 65.
No tardó Luis Rubiales en criticar estos datos. "Heredo una Federación que suspende en lo esencial. Esto es inadmisible", escribió en sus redes sociales. "Pronto estaremos a la vanguardia, ese es mi compromiso", añadió el nuevo presidente, en otro gesto que le distancia de Ángel María Villar.
"El cambio es imparable", es el lema que acompaña a Rubiales en este nuevo camino. El mensaje es claro: acabar con el pasado, pero ello se debe conseguir utilizando el modelo de la Transición española: sin que sea una ruptura dolorosa y sin molestar a los que antes estaban, muchos de los cuales siguen estando, ya que la Asamblea de la RFEF (el principal órgano) está elegida desde 2016, aún con Villar.
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