Luis Rubiales siempre tuvo entre ceja y ceja llegar a ser presidente de la Real Federación Española de Fútbol. Para lograrlo hizo méritos durante años como delfín de Villar mientras ocupaba el cargo de máximo responsable de la AFE. Este exjugador, nacido en Las Palmas de Gran Canaria y criado en Motril, ha conseguido en los despachos el protagonismo que no tuvo durante su etapa como futbolista.
Como jugador vivió su mejor etapa en el Levante. Ese carácter rudo, incluso leñero, lo mantiene a día de hoy como presidente de la RFEF. Un defensa de guerra capaz de meter la pierna en cada balón dividido. Esa persistencia e inconsciencia ha provocado ahora que haya abierto mil frentes en el fútbol español.
La víctima de su última 'rubialada' ha sido Robert Moreno. El salvavidas al que se agarró cuando Luis Enrique tuvo que abandonar la Selección por la grave enfermedad de su hija y al que cinco meses después mandó despedir en el vestuario del Wanda Metropolitano. Su orden la ejecutó Molina como director deportivo de la RFEF. Rubiales no dio la cara, pero no dudó en hacer público un supuesto mensaje privado de Moreno.
Y es que si algo domina bien el presidente de la RFEF es el arte de la guerra. El todo vale o el fin justifica los medios. Su objetivo era ganar la batalla del relato y para ello dio una rueda de prensa sin límite de preguntas, pero en la que cayó en varias incongruencias.
Tampoco es la primera vez que Rubiales amenaza o saca conversaciones privadas, ya que este método forma parte del 'modus operandi' del máximo dirigente del fútbol español. Todo por apoyar su relato. Todo por el fin. Lo cierto es que al presidente de la RFEF se le acumulan los enemigos y cada cierto tiempo añade uno nuevo a la lista.
Su primera traición fue a Villar. De discípulo a presentarse a las elecciones de la RFEF como el salvador del fútbol español y como claro ejemplo de transparencia. Pero Rubiales no era una cara nueva, sino que más de lo mismo. Incluso un dirigente de un club de fútbol afirma a EL ESPAÑOL que "hará bueno a Villar". Tiempo al tiempo, aunque en la misma línea se expresa un histórico jugador que asegura que Luis es "como un mono con metralleta".
Las mil guerras de Rubiales
"Dispara a todo lo que se mueve, Rubiales solo quiere más poder". Así se explica que en solo 550 días en el cargo haya declarado la guerra a Tebas y LaLiga y haya lanzado una OPA hostil por el control del fútbol femenino y del fútbol sala. Agitador por naturaleza, el presidente de la RFEF también se ha enfrentado a Mediapro hasta el punto de rechazar su oferta por los derechos de la Copa del Rey a pesar de ser la más alta. También cambió el proveedor tecnológico del VAR sin razón aparente y ya ha tenido que escuchar el ruido generado por las primeras polémicas.
Pero a Rubiales todo le da igual. Es experto en salir vivo de los escándalos. No llevaba ni dos meses en la presidencia cuando salió a luz una denuncia por supuestamente haber pagado la reforma de su casa con dinero de la AFE. El incombustible Miguel Ángel Galán, azote también de Villar y que acusa a Rubiales de haberle puesto un detective, provocó la investigación del juzgado de Valencia.
También negó haber sido partícipe, como máximo dirigente de la AFE, de los viajes de lujo de la RFEF al Mundial de Sudáfrica y a la Eurocopa de Polonia y Ucrania. Rubiales sobrevivía a sus primeras polémicas, aunque sin duda la que mayor calado tuvo en sus días de desenfreno fue la destitución de Julen Lopetegui como seleccionador a 48 horas del debut de España en el Mundial de Rusia.
Una decisión injustificable y que intentó explicar incluso cambiando un comunicado de la RFEF. El desastre en la cita mundialista era seguro como así sucedió. Lopetegui fue el primer seleccionador traicionado por Rubiales y Hierro el segundo. El entonces director deportivo tuvo que sentarse en el banquillo por decisión del presidente y acabó saliendo de la Federación tras caer en octavos ante el combinado anfitrión.
En lo estrictamente deportivo, Rubiales se ha convertido en el Jesús Gil del siglo XXI. Cinco seleccionadores en 550 días de mandato. Es decir, un entrenador cada poco más de tres meses y medio. No le tiembla el gatillo y no duda en destituciones y finiquitos millonarios. Con Lopetegui hizo perder a la RFEF más de 2 millones de euros -la cláusula de rescisión que el Real Madrid se ahorró- y a Robert Moreno tendrá que pagarle íntegro lo que le resta de contrato -algo más de medio 'kilo'-.
Luis, 'príncipe de Arabia'
La Supercopa de Arabia Saudí ha sido uno de sus últimos inventos. El presidente de la RFEF decidió modificar el formato y llevarse fuera de España el torneo que organiza la Federación. En la presentación no dudó en blanquear el régimen y señaló que estos partidos ayudarían al progreso de la sociedad.
Las duras críticas por celebrar la Supercopa en un país en el que no se respetan los derechos humanos y en el que las mujeres son consideradas inferiores a los hombres no ha hecho cambiar el paso a Rubiales. Convertido en un nuevo mercader de Arabia, el presidente de la RFEF tiene ahora la papeleta de encontrar una televisión dispuesta a pujar por los derechos de retransmisión. TVE, Mediaset, Atresmedia y Mediapro ya han confirmado que no están interesados y que no acudirán a la subasta.
El último capítulo de Rubiales y la casa de los líos, en la que se ha convertido la RFEF, ha tenido como protagonista y víctima a Robert Moreno. El seleccionador que llevó a España a la Eurocopa y no perdió ningún partido. El entrenador, interino o no, no se merecía una despedida por la puerta de atrás y en el vestuario tras el último encuentro de la fase de clasificación. El circo de Rubiales continúa con un "mono con metralleta" suelto que ha convertido el fútbol español en el Vietnam del siglo pasado.
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