Cualquiera que sepa un poco de fútbol sabe que jugar un partido contra un equipo de Bordalás es como subir el Angliru, no se acaba nunca. Se agotan los adjetivos para el entrenador de Alicante que sin hacer ruido ha conseguido lo más difícil en el deporte rey, ser fiel a un estilo. Saber a qué se va a jugar en sus partidos. Por más que el rival se sepa la lección, siempre sufre.
Muchos tildan al Getafe de anti fútbol, ya se sabe, demasiadas interrupciones, la presión llevada al límite, los rivales desquiciados, y una máxima sobre el campo, si no tenemos el balón, que el reloj esté parado. No hay más.
Este año, sin ir más lejos, en el Camp Nou, el equipo del Sur de Madrid batió el record absoluto de faltas cometidas en las cinco grandes ligas europeas. Treinta infracciones dejó en el acta su partido contra el Barcelona. Jaime Mata, Cucurella y Arambarri, que están entre los siete jugadores que más faltas cometen en la liga española, se saben muy bien la lección. Defienden en el área rival. Cuanto más lejos mejor. Las críticas arrecian sobre la espalda de Bordalás que mantiene firme el tipo. 'Ladran Sancho, señal que cabalgamos'. Para mí, un entrenador de diez. Chapeau.
Sin embargo, el jugador que más faltas comete en la liga española, qué casualidad, se enfrentó ayer al Getafe. Se llama Carlos Henrique José Francisco Venancio Casemiro. Y yo creo que a veces conviene valorar ese otro fútbol, el silencioso, el trabado, el tosco, el que también vale tres puntos, el del famoso "en la rula no preguntan, apuntan". Días grises como hoy, de portería a cero, de penalti cuando el partido agoniza, de críticas y errores, pero en los que el tesoro se queda en casa y "a otra cosa mariposa".
Días en los que vuelvo a ver el barco blanco anclado a un rombo mágico de portero, centrales y Casemiro, un jugador capital para este equipo, insustituible, único. Días en los que siempre pienso en aquella anécdota del Madrid de los galácticos, en los que en la víspera de un partidazo, frente a las camillas de los fisios para soltar los isquios, y acariciar los soleos, discutían Roberto Carlos, Raúl, Figo, Ronaldo y varios segundos espadas del conjunto blanco. Allí se armó la marimorena por los turnos y tuvo que ser el delantero brasileño, quien pusiera paz en el asunto con aquella inconfundible sonrisa en la boca: El turno, dijo, sería para Claude Makelele, un francés, bajito y rápido, actor secundario de la película que se veía en el Bernabeu cada día. "Que le dejen bien las piernas a este, que mañana tiene que correr por todos", soltó Ronnie.
Supongo que mañana, Casemiro también será también de los primeros en subirse a la camilla. Algunos días, también ellos ganan partidos.