La realidad del fútbol femenino mundial: no es oro todo lo que reluce
Mientras la lucha de Megan Rapinoe, Alex Morgan y compañía parece que comienza a dar sus frutos, en Inglaterra todavía queda mucho por hacer.
15 abril, 2021 00:32Noticias relacionadas
El debate en torno al fútbol femenino continúa. Aunque son cada vez más los aficionados que lo siguen y lo ven, también son muchos los que critican su ritmo y los que aseguran que nunca llegará a ser verdaderamente importante. Mientras los haters y los que no quieren ver a las mujeres triunfar, que 'haberlos haylos' como las meigas, las noticias que llegan en todo el mundo van encaminadas en diferentes sentidos.
Romper el techo de cristal y lograr la igualdad salarial es una vieja lucha que sigue tan viva como siempre. Recientemente, Megan Rapinoe expresaba que no es que quisiera cobrar lo mismo que Leo Messi: "Por lo que nosotras luchamos es por igualdad de inversiones, igualdad de oportunidades, mismos fondos y recursos destinados al equipo".
La futbolista del OL Reign representa el poderío femenino dentro del deporte rey. No solo porque es una gran jugadora, ganadora del The Best y el Balón de Oro en 2019, sino también porque es una activista por la igualdad. Rapinoe junto al resto de internacionales de EE. UU. han luchado por esta causa y, precisamente, ellas acaban de ganar una antigua contienda que mantenían en pro de la igualdad.
Tal y como informa ESPN, un juez federal (R. Gary Klausner) ha aprobado un acuerdo parcial entre el equipo femenino de EE. UU. y la Federación para la igualdad laboral. Las internacionales habían exigido mejoras en los vuelos, en los centros de entrenamiento, cuestiones del alojamiento en los hoteles y miembros del staff.
Todo ello mientras luchan por una igualdad salarial dentro del combinado nacional que ya tienen otros países como Noruega o Brasil. Hay que recordar el caso de Ada Hegerberg. La delantera noruega, pese a que en su país los internacionales cobran lo mismo independientemente de su sexo, renunció a jugar el Mundial de Francia 2019 como denuncia al escenario general.
Lo cierto es que en Estados Unidos las figuras del soccer son ellas y no ellos. Por eso es por lo que resulta aún más curioso estas diferencias. Siempre se habla del efecto conocido como 'venta de camisetas' y en eso Alex Morgan y compañía también se llevan la palma en el gigante norteamericano.
Estados Unidos pone un poco de luz en el camino en la lucha del fútbol femenino, pero también en Inglaterra se continúan dando pasos. El acuerdo para que los partidos de la WSL se retransmitiesen en la BBC y en Sky Sports supuso un golpe de efecto, recientemente. Y es que la noticia del citado acuerdo por los próximos tres años tuvo una gran acogida.
Baño de realidad
La buena noticia desde Inglaterra llega de la mano de las declaraciones de Kelly Simmons, directora de fútbol profesional femenino de la FA. Ella ha sido la encargada de dar un baño de realidad y es que ha venido a confirmar que por sí mismo, el fútbol femenino continúa siendo insostenible.
De hecho, ha puesto fecha a cuándo al fin podrá valerse por sí solo... ¡dentro de una década!: "El gran cambio será que el fútbol femenino debería poder generar suficientes ingresos en 10 años para valerse por sí mismo". Y eso que han aumentado los ingresos publicitarios, algo clave hoy en día.
"Hemos visto a Barclays, hemos visto los anuncios de derechos televisivos de varios millones de libras que hicimos hace un par de semanas, pero aún no es suficiente. No puede sobrevivir sin el dinero obtenido a través del fútbol masculino", ha afirmado, para sentenciar que "en los próximos diez años veremos ese cambio, los ingresos crecerán y deberíamos buscar una liga profesional sostenible por derecho propio y eso será un gran cambio".
El objetivo de todos pasa por seguir trabajando para que esa sostenibilidad sea una realidad porque el problema no es único en Inglaterra, sino que el patrón se repite a lo largo y ancho de Europa sin ir más lejos, incluyendo a España. El fútbol femenino crece, sí; atrapa cada vez a más aficionados, sí; pero todavía no tiene la capacidad económica suficiente.
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