El fin de la pandemia del coronavirus ha traído consigo el regreso de los aficionados a los estadios de fútbol. Una aparente gran noticia para el sector, tanto económica como anímicamente hablando, pero que también ha tenido consecuencias negativas. La crispación social, o la simple agresividad de algunos grupos, ha hecho que se hayan producido escenas de violencia verbal e incluso física en las principales ligas europeas. En el caso de LaLiga, el presidente Javier Tebas ya ha alertado de la necesidad de frenar cualquier insulto para evitar posteriores agresiones.
El máximo responsable de la patronal ya impulsó en su día un control estricto de lo que ocurría en el interior de los estadios. Así, después de cada jornada se detectan las zonas de la grada donde se han producido cánticos ofensivos, acarreando una sanción económica para la entidad en cuestión. Durante la actual temporada se han emitido numerosos castigos de este tipo e incluso se han puesto en conocimiento de las autoridades insultos racistas al jugador del Real Madrid, Vinicius Jr.
Esta situación ha llevado a que Javier Tebas haya pedido no relativizar el asunto. "Queremos cuidar esta situación porque la habíamos erradicado y ahora parecen haber vuelto algunos grupos", indicó recientemente el presidente de LaLiga. Y la alerta no es pequeña, pues los insultos desde las butacas se ven como el anticipo de una posible agresión física: "Si no controlamos la violencia verbal, que es el antecedente de la física, podemos acabar como en Francia".
La Ligue-1, por el momento la más afectada por los radicales entre las grandes ligas europeas, ya ha tenido que interrumpir más de un partido por los ataques de los ultras. El último caso fue el del Lyon-Marsella, donde Payet recibió un golpe en la cabeza por el lanzamiento de un objeto desde la grada. El Gobierno galo ha anunciado medidas urgentes, mientras que en LaLiga siguen de cerca la evolución de la actitud de la grada.
Francia, foco de ataques
El país galo vivió este último fin de semana un nuevo ataque ultra. Pero, a diferencia de casos como el de los insultos en LaLiga o los asaltos en la Premier, lo grave es que se ha llegado a agredir a futbolistas. La última víctima fue Payet, que durante el encuentro entre el Lyon y el Marsella recibió el impacto de un objeto cuando iba a sacar un córner. Unos hechos que han generado numerosas críticas tanto a la liga como al Gobierno por su falta de acción, pero que ha provocado que se prometan medidas urgentes para evitar el avance ultra en el fútbol galo.
Y es que el ataque a Dimitri Payet no es algo anecdótico esta temporada. Si bien se sabe que el movimiento ultra se mantiene vivo en Francia, en este inicio de campaña se han tenido que afrontar varias situaciones alarmantes donde la grada ha influido en exceso sobre el juego. El pasado septiembre, por ejemplo, fueron los radicales del Lens los que invadieron el campo para agredir a los del equipo rival, en este caso el Lille.
Antes, en agosto, Payet ya estuvo en el centro de los focos durante el Niza - Marsella. Al jugador le lanzaron una botella, este la devolvió a la grada y varios de los ultras intentaron bajar al césped para agredirle.
El asalto en la Premier
Los aficionados de la Premier League siempre se han visto como uno de los más apasionados. Sin embargo, en los últimos años los agresivos hooligans habían dejado hueco a hinchas menos conflictivos. Pese a ello, durante 2021 se han podido observar varias imágenes que en España habrían supuesto un grave error de seguridad y una intervención de urgencia.
Las primeras tensiones y sobresaltos de los aficionados británicos se vieron tras el nacimiento de la Superliga Europea. El proyecto fue fundado por hasta 12 grandes clubes de Europa, entre ellos algunos ingleses. El gobierno de Johnson se opuso por completo a esta nueva competición, la UEFA también atacó el proyecto y los hinchas de los clubes involucrados salieron a las calles para protestar por la decisión.
Más allá de concentraciones de aficionados en plena Covid-19, las inmediaciones de los estadios ingleses vivieron momentos de tensión. En clubes como el Chelsea, por ejemplo, tuvo que intervenir Peter Cech para calmar a los presentes en las puertas de las instalaciones. Otros como el Liverpool vieron como su plantilla emitía un comunicado rechazando la Superliga para evitar un conflicto mayor. Pero fue en el seno del Manchester United, donde los propietarios ya habían sido señalados, donde surgió mayor agresividad entre los aficionados.
Los hinchas de los red devils salieron a la calle, asaltaron Old Trafford y obligaron a suspender un encuentro ante el Liverpool por su actitud. Decenas de aficionados habían logrado burlar toda seguridad hasta colarse en el interior del estadio, pisar el césped y hasta subirse a las porterías. Unos ataques que en España no se llegaron a producir.
Por si fuera poco, durante la Eurocopa se repitieron imágenes preocupantes y que han afectado a las capacidades de Reino Unido para albergar grandes torneos. Además de alguna que otra batalla en las calles entre aficionados de diferentes selecciones, el asalto a Wembley en los momentos previos a la final de la Eurocopa dejaron en entredicho el dispositivo de seguridad. Los hinchas ingleses acabaron con la barrera de la organización y consiguieron colarse entre agresiones y carreras.
España y su fútbol, que en su día también luchó contra la amenaza ultra, se ha mantenido alejada de esa situación de alerta mientras el resto de competiciones sufrían las consecuencias. Pese a todo, Javier Tebas no baja la guardia para que LaLiga no viva escenas similares a las de la Ligue-1.
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